Mar 19.08.2003

SOCIEDAD

Provocaciones y escaramuzas en el cierre del Encuentro de Mujeres

Militantes feministas y un grupo de católicas se enfrentaron en el cierre del encuentro que se llevó a cabo en Rosario durante tres días, con la participación de más de 12.000 mujeres.

Por Sonia Tessa
Desde Rosario

“¡Saquen sus rosarios/ de nuestros ovarios!”, fue el grito de guerra de las feministas. Respondieron a una decena de católicas que habían llegado con ánimo de provocar, cantando consignas contra el aborto. Todo terminó a pocos metros del Monumento a la Bandera, con corridas, insultos y algunos empujones. De un lado se veían pañuelos verdes con proclamas por la anticoncepción y profilácticos inflados, levantados por mujeres acostumbradas a pelear sus derechos en la calle. Las otras, pulcras, atildadas, poco habituadas a las escaramuzas callejeras, fueron a cumplir su cometido: que las cámaras de la televisión hicieran foco en la pelea. Opacaron así el efecto del 18º Encuentro Nacional de Mujeres, donde 12.000 participantes discutieron durante dos días sobre los más diversos aspectos, con un consenso mayoritario en el derecho a decidir sobre sus cuerpos, más allá de su pertenencia al feminismo, organizaciones sociales, grupos piqueteros o partidos políticos.
El grupo de choque de las católicas llegó con panfletos bajo el título “la pena de muerte”, firmados por el vicario castrense Juan Baseotto, y se fueron echadas pocos minutos después. Igual suerte corrió un centenar de militantes que llegaron silenciosas, para sumar su pancarta con una provocación: “No queremos preservativos ni anticonceptivos, pan y trabajo con mirada de mujer”. A ellas también les cantaron que “si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley”.
Mientras tanto, la mayoría de las mujeres de todo el país que se habían quedado para la lectura de las conclusiones miraba hacia el escenario, ajena a la confrontación. Pero no al debate, ya que la mayoría llevó en sus cabezas los pañuelos verdes durante la marcha del domingo.
La conmoción de la noche anterior fue originada por las pintadas en el Arzobispado y la Catedral. “Iglesia, basura, vos sos la dictadura” y “aborto legal”, escribieron algunas feministas. A la mañana, el arzobispo Eduardo Mirás atribuyó la intervención a “grupos de comunistas” que participaron del Encuentro y buscó bajar el tono de la discusión. “Sentí un poco de lástima, porque nosotros siempre esperamos que el disenso pueda realizarse en paz”, opinó el prelado. “No puedo creer que esto sea una iniciativa de las organizadoras del congreso de las mujeres autoconvocadas”, agregó. Pese a su pedido personal a las feligresas, la Iglesia no pudo imponer el número en la mayoría de las comisiones, y debió conformarse con dictámenes por minoría.
Las católicas también fueron a los talleres de mujer y familia, para plantear que la maternidad es “esencial a la mujer”, así como los de trabajo invisible, para decir que las tareas domésticas “no son esclavizantes, sino que se hacen por amor”. En los dos casos, tuvieron sus dictámenes por minoría.
En la lectura de las conclusiones se vio reflejada esa relación de fuerzas, y además, en los aplausos que suscitaban los pedidos para legalizar el aborto. Claro que no fue el único eje transversal en los distintos talleres. La denuncia de las condiciones de vida impuestas por el modelo económico, con diversos matices, fue reiterado en las conclusiones, sumadas a planteos más específicos. En los talleres de salud, la provisión de vacunas; en los de familia, el registro de padres deudores y la provisión de alimentos a los comedores comunitarios; en los de abuso sexual infantil, el pedido de investigación a los grupos Apadeshi y Gapadeshi, de padres alejados de sus hijos. “Contra la desocupación, reforma agraria”, fue una de las consignas que se escucharon durante la lectura.
En medio de la monotonía hubo un momento emotivo. Una jujeña leyó la carta de Romina Tejerina, que está presa desde hace un año por haber matado a su bebé. Claro que el violador que le provocó el embarazo sigue libre. “Los violadores presos, Romina en libertad”, corearon las jujeñas,sumando a todas las que se encontraban en el patio del Monumento.
La concurrencia se fue raleando al ritmo de la partida de las delegaciones que debían volver a sus provincias. “Vengo desde Tucumán, viajamos un montón de horas, pero no me pierdo los Encuentros porque nunca soy la misma cuando me voy”, dijo Celia, una docente, mientras juntaba sus cosas pensando ya en el viaje a Mendoza, donde se realizará el próximo año el 19º Encuentro.

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