SOCIEDAD › JUSTICIA Y VIOLENCIA DE GENERO, UN CASO EMBLEMATICO
Vanesa Celma murió en Rosario tras quedar envuelta en llamas en el dormitorio donde estaba con su marido. Para la Justicia, no hay pruebas que inculpen a su pareja. Para la familia y las organizaciones de mujeres, fue un femicidio. La causa, a punto de archivarse.
› Por Mariana Carbajal
Vanesa Soledad Celma tenía 27 años, un hijo de 5 y un embarazo de 8 meses, cuando el 29 de junio de 2010 salió envuelta en llamas del dormitorio en el que estaba con su marido, Omar Díaz. Sufrió quemaduras gravísimas. Llegó a dar a luz a su beba en una cesárea que le practicaron de urgencia al día siguiente en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, de Rosario. Pero no sobrevivió. Estuvo internada y murió cuatro meses después, el 22 de noviembre de 2010. Ese año había comenzado con el femicidio de Wanda Taddei, como consecuencias de las heridas provocadas por el fuego que le prendió en el cuerpo su esposo, Eduardo Vásquez, ex baterista de Callejeros. Y en agosto se replicaba otro caso similar, que causó el femicidio de Fátima Catán, también embarazada, por cuya muerte está imputada su ex pareja. Pero la causa judicial que investiga el fallecimiento de Vanesa fue caratulada desde un comienzo como “incendio”, con la teoría de que ella se inmoló. En cambio, su familia cree que las llamas fueron provocadas por su marido, en el marco de una discusión. Pero no encuentra eco en la Justicia, a pesar de que se presentaron como amicus curiae el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) junto al Programa de Género y Sexualidades de la Universidad Nacional de Rosario, planteando que se investigue el caso desde una perspectiva de género y considerando el contexto de violencia doméstica que habría rodeado al hecho. La causa estaría próxima a cerrarse, sin imputados.
“Entendemos que las gravísimas quemaduras que sufrió Vanesa y terminan en su muerte no fuero casuales, sino que fueron consecuencia directa de la violencia de género que padecía por el solo hecho de ser mujer y que bajo este rumbo debe ser investigado el hecho”, explicó a Página/12 la abogada Alejandra Paolini Pecoraro, de Cladem, una red creada en el año 1989 dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos de la mujer, que agrupa a organizaciones no gubernamentales en 14 países de la región, incluida la Argentina. El amicus curiae fue presentado a mediados de 2013 ante el Juzgado en lo Penal de Instrucción
Nº 12 de Rosario, a cargo de Mónica Lamperti. La fiscal Lucía Aráoz, que investiga el caso, advirtió a este diario que a ella la magistrada le notificó del caso recién seis meses después de ocurrido. “Pedí la reconstrucción del hecho pero nunca se hizo”, agregó.
De todas formas, para la fiscal “Vanesa estaba muy celosa porque su marido tenía otra relación y por esa situación lo habría amenazado con quemarse y le dice: ‘mirá que me prendo fuego’”.
–¿Usted piensa que ella se prendió fuego? –le preguntó este diario a la fiscal.
–Ella o él, no sé. Un testigo aportado por el marido, vecino de ellos, declaró en la causa que ese día la joven le pidió prestado un frasco de alcohol. Pero se perdieron todos los elementos de prueba –reconoció Aráoz.
Esa es una de las tantas irregularidades en la investigación, denunciadas por la familia de la joven. De la comisaría Nº 12, que actuó en el hecho, llamativamente de- saparecieron la ropa que tenía Vanesa el día del incendio, las frazadas, sábanas y otros objetos secuestrados del dormitorio y las fotos que los propios agentes policiales tomaron en ese lugar. La fiscal aclaró que todos los integrantes de la seccional involucrados fueron indagados, pero quedó en nada esa investigación de lo que sucedió con toda la prueba que ya no está en el expediente. “Tampoco sé si habrá alguna sanción para el secretario del juzgado que debió ocuparse de que esas pruebas no se perdieran”, agregó Aráoz. La fiscal aclaró que ella pidió la declaración indagatoria del marido de Vanesa, pero que la jueza le tomó “declaración informativa”. Díaz nunca estuvo imputado.
Cladem tiene otra mirada del caso: “Consideramos que la calificación del hecho como ‘incendio’ es una forma de desconocer las condiciones de violencia de género que han padecido tanto Vanesa Celma como otras tantas mujeres en nuestro país. En definitiva, las quemaduras fueron una expresión más de la cadena de violencias sufridas pero que en este caso terminó con la vida de la mujer, tal como sucede en los femicidios”, agregó Paolini. En la causa declararon amigas de la joven que sabían de boca de ella que sufría violencia de parte de su pareja y vecinas que presenciaron distintas situaciones en las que era maltratada por Díaz. Pero Vanesa, como suele suceder muchas veces con víctimas de violencia de género, nunca había hecho una denuncia ni contado a su familia sobre ese tormento cotidiano. “Lo que nos llamó poderosamente la atención es que desde el inicio de la investigación, pese a que los hechos desencadenantes del crimen respondían sin lugar a dudas a una situación de violencia de género, la actuación policial y jurisdiccional se dirigió como si se tratara de un hecho común de daños y lesiones, sin considerar que en este caso la víctima era la mujer y que las gravísimas lesiones que sufrió fueron en el contexto de una fuerte discusión con su pareja en un ambiente de intimidad donde sólo estaban ellos dos. Más grave aún fue que la investigación se dio desprovista de toda valoración del contexto de violencia que existía desde tiempo atrás en la relación de pareja. Este ámbito de privacidad es el que se repite en la mayoría de los femicidios. El caso responde a los patrones de conducta social que en mayor porcentaje se registran en femicidios íntimos. A esta situación deben agregarse las graves negligencias de los operadores policiales y judiciales en la recolección y valoración de la prueba, como una muestra más del desprecio o poca importancia que da la respuesta estatal a los casos de violencia contra las mujeres”, alertó la abogada de Cladem.
“Esta práctica estatal de ocultar hechos de violencia de género bajo apariencia de delitos comunes no hace más que invisibilizar la violencia contra las mujeres, quitarles importancia a los daños que ella produce y de ese modo contribuir a la impunidad de estos hechos. Tal como lo sostiene la Corte Interamericana de Derechos Humanos, esta actitud estatal no hace más que reproducir la violencia que tienen obligación de investigar, sancionar y erradicar”, agregó Paolini, en diálogo con Página/12.
La mamá de Vanesa, Yolanda, falleció poco menos de un año después de su hija, el 18 de octubre de 2011, afectada por un cáncer que se agravó. La tristeza la fue apagando. El reclamo de justicia lo encarna desde entonces una cuñada de la joven, Eva Domínguez, de 49 años, que se convirtió a partir de esta tragedia familiar en una militante contra el femicidio, desde una organización, Mujeres de Negro. Ellas se reúnen cada primer jueves de mes en la esquina de Córdoba y Moreno, de Rosario, vestidas de negro, hacen media hora de silencio y levantan carteles con los nombres de las víctimas de la violencia machista en ciudad. Eva es ama de casa y hace 30 años que está casada con un hermano de Vanesa. Juntos tienen dos hijos, un varón de 27 años y una mujer de 26. “A Vane yo la vi nacer y la vi morir”, dice de su cuñada.
Vanesa llevaba 11 años de convivencia con Díaz cuando resultó quemada. Vivían en Rosario. Estaban en pareja desde que ella tenía 15 años y él 25. Eva dice que Vanesa nunca le había contado a ella ni a su madre que sufriera maltrato por parte de su pareja. Pero recuerda que una vez la vieron con un ojo morado y ella alegó que se había golpeado en un cajero automático cuando la habían querido robar. “Dos amigas que atestiguaron en la causa dijeron que ella decía que él iba a cambiar, que le pegaba sin querer. Dos vecinas contaron que un día él llegó con su moto y le empezó a pegar en la puerta de su casa delante de ellas. Otros vecinos vieron cómo una semana antes de las quemaduras la arrastró casi tres cuadras de los pelos”, dice Eva. El reclamo de justicia por la muerte de su cuñada cambió el eje de su vida: ahora es una militante por los derechos de las mujeres y participa de la Multisectorial de Mujeres de Rosario, hace dos años que concurre a los encuentros nacionales de mujeres, participa de talleres sobre la problemática de la violencia de género y difunde el caso. Este año, el Concejo Municipal de Rosario la distinguió por su activismo.
Vanesa falleció cuatro meses después de resultar quemada aquella noche del 22 de junio de 2010, mientras su hijo de 5 años estaba en otra habitación jugando en la computadora con unos amigos. La joven estuvo internada primero en terapia intensiva y luego en el área de Quemados del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, de Rosario. Dice Eva que Vanesa suplicaba que no la dejaran sola, porque tenía miedo. Toda su familia se turnaba para cuidarla. Dice también su cuñada que cuando iba a verla su marido, sobreactuaba la preocupación. “Mirá lo que te hiciste”, le decía, recuerda Eva. Vanesa no les contó a sus familiares qué ocurrió en el dormitorio, el día de las llamas. Eva supone que estaba aterrorizada, por las violencias vividas en su hogar. A la que le habló fue a una enfermera que la familia había contratado para cuidarla de noche y que se llama Mary Maldonado: “La enfermera declaró que Vanesa le contó que estaban discutiendo con su esposo y que él le prendió fuego con un encendedor”.
El marido declaró en la Justicia que fue la joven la que se prendió fuego con el encendedor. Llamativamente, el encendedor tampoco nunca apareció, dijo la fiscal. “La familia tenía sospechas de que el marido tenía contactos en la policía de la comisaría 12ª, pero nunca me trajeron pruebas de eso”, dijo la fiscal a este diario.
A Vanesa le dieron el alta a fines de octubre de 2010, pero una semana después tuvieron que volver a internarla, por un cuadro de deshidratación, y el 22 de noviembre de ese año murió.
“La jueza nunca nos recibió. La fiscal me dice: ‘Ella se murió por amor’. Y me pide que le lleve pruebas. Para nosotros ya hay muchos indicios en la causa de que fue él quien la quemó”, cuestiona Eva. Este año se cumplirán cuatro años del fallecimiento de Vanesa. Todavía la Justicia no pudo determinar cómo se desencadenaron los hechos. Y está en manos de la jueza Lamperti decidir el cierre de la causa, así, sin imputados, con la teoría de que la joven se inmoló.
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