Dom 20.04.2014

SOCIEDAD  › PRIMERA VISITA DE RANGO MINISTERIAL EN LA HISTORIA DE LAS RELACIONES BILATERALES

Misión etíope en la Argentina

Como fruto de la nueva política diplomática y comercial hacia el Africa, la semana pasada tres ministros y varios funcionarios de rango hablaron de ciencia, técnica, agricultura e intercambio durante una semana en Buenos Aires.

› Por Sergio Kiernan

La nueva política hacia Africa iniciada el año pasado por el canciller Héctor Timerman y simbolizada por la visita de la presidenta Cristina Kirchner a la Unión Africana está empezando a generar movimientos hasta ahora impensables. Ayer cerró su visita al país una delegación de primer nivel del gobierno de Etiopía, la primera de ese rango en la historia de las relaciones bilaterales. Con tres ministros, tres directores y dos asesores, todos dedicados a áreas de ciencia, técnica e industria, el viaje fue claramente una apertura para el intercambio comercial y de conocimiento. Y, para complementarlo, los etíopes anunciaron que su única embajada en América latina, en Brasilia, abrirá oficinas en Buenos Aires.

Etiopía es un país especial en el imaginario africano porque nunca fue colonia europea, tiene una continuidad política y cultural de casi tres mil años, y es la originadora y sede desde hace medio siglo de la Unión Africana. Luego del golpe militar de 1974, que generó la dictadura del Derg, el país sufrió veinte años de hambrunas, guerras internacionales e internas, y un casi completo colapso económico que costó una década revertir. Pero los últimos diez años muestran un crecimiento económico de por lo menos 10 por ciento al año y un salto en la actividad.

Con un sistema vial pavimentado a nuevo que está empezando a conectar un país casi completamente montañoso, bajando los enormes costos de mover mercaderías y personas, Etiopía está recibiendo inversiones extranjeras, en particular chinas, y avanzando en aventuras como crear dos ferrocarriles nuevos que complementen el único existente, inaugurado hace un siglo. Los inversores reciben facilidades especiales para ingresar capitales y equipamientos, y hasta alquileres de tierra a largo plazo en una nación donde no se puede comprar ni vender propiedades agrícolas.

Junto a la delegación vino a Buenos Aires el embajador argentino en Addis Abeba, Gustavo Grippo, que el año pasado presentó credenciales como el primer representante del país en Etiopía en casi veinte años. Grippo fue el guía de los ministros Demitu Hambisa Bonsa, Ahmed Abtew y Kaba Urgessa, respectivamente de Ciencia y Tecnología, Industria y Educación. La misión se completaba con los directores generales de Ciencia, Tecnología e Innovación, Abiy Ahmed, y de relaciones internacionales y cooperación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Negash Tola, y los asesores Solomon Getachew, Abdissa Yilma y Andreas Stamm.

La semana de los etíopes en la Argentina arrancó con una reunión con el canciller Timerman y más tarde con el vicecanciller Eduardo Zuain. La delegación fue recibida en el Conicet por su titular, Roberto Salvarezza, y visitó la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericana, el Ministerio de Planificación Federal, la Fundación Leloir, la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el Museo de Ciencias Naturales de Parque Centenario y el INTA. También fueron recibidos por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Lino Barañao.

Los funcionarios confirmaron a todos sus pares argentinos que conocieron el compromiso etíope –y africano en general– de apoyar la agenda de Malvinas ante la ONU, destacando que las cuestiones coloniales son muy cercanas al continente. Las prioridades de la visita, según contó el ministro Urgessa, son buscar herramientas “en agricultura y educación, y para crear una industria en nuestro país”. Muy contento por la hospitalidad y la recepción en los ministerios que más le interesaban, los etíopes señalaron a la Argentina “como uno de nuestros posibles modelos de desarrollo y un proveedor importante para nosotros. Nos llevamos muchas ideas a casa”. Los delegados destacaron que la tecnología local tiene costos y una flexibilidad muy atractivos para Etiopía.

Ayer, último día de la visita, los delegados insistieron en ver la ESMA. Sucede que Etiopía tiene una política de memoria de sus veinte años de dictadura que incluye monumentos, recordatorios y programas educativos, con lo que enfrenta la cuestión del paradigma de hacer museos sobre esta temática tan fuerte. En un país cribado de fosas comunes con decenas de miles de fusilados y tal vez un millón de muertos en las hambrunas sucesivas, no extraña que haya un museo en la capital, el del Terror Rojo, de los más conmovedores jamás vistos. Es que el lugar incluye un osario de víctimas del régimen de Mengistu.

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