Un allanamiento de Gendarmería por un operativo en busca de documentación sobre negocios de narcos, realizado el martes a la medianoche, derivó en disparos, un gendarme herido, toma de rehenes, negociación y finalmente entrega de un presunto narco de nacionalidad mexicana. Tiroteo, herido, rehenes y demás no se produjeron en un aguantadero marginal según se supone en el manual de la inseguridad, sino que en realidad el aguantadero consistía en un prolijo departamento del paquete barrio de Belgrano, en Sucre y Amenábar. Tan desbalanceada está la idea sobre la narcocriminalidad, en la sociedad, que algunos vecinos mencionaron a los medios su sorpresa socio geográfica: “Uno escucha hablar del avance del narcotráfico, pero cuando te das cuenta de que están viviendo al lado tuyo, impresiona”, dijo una vecina a la prensa. Más tarde, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, sostuvo que habían llegado en busca de documentación, se toparon con resistencia y aclaró que no había drogas en el lugar.

El operativo se realizó “en busca de una documentación que avalaba el resto de los allanamientos”, un total de ocho en la Ciudad y la periferia, en el marco de una investigación de la Justicia Federal de San Isidro. El operativo se realizó alrededor de las 23.30, en una de las viviendas de un edificio de cuatro pisos de la calle Amenábar al 1900, entre Sucre y Echeverría, a tres cuadras de Cabildo y Juramento.

Cuando los gendarmes se disponían a ingresar a uno de los departamentos de la planta baja, fueron atacados a balazos desde su interior. Uno de los proyectiles impactó en el brazo derecho de uno de los gendarmes.

Inmediatamente, los uniformados se replegaron y pidieron refuerzos. En poco tiempo, una decena de patrulleros de la Federal, unos cuantos de la comisaría 33ª, muy próxima al lugar, y varias camionetas del GEOF rodearon el lugar. Al rato se hizo presente el propio Berni. El operativo entonces tomó otro rumbo: mientras la policía evacuaba a los vecinos de alrededor, el hombre que había disparado se abroqueló tomando como rehenes, si se los puede considerar de esa manera, a la dueña de casa y su hija embarazada, a la sazón, la suegra del narco y su pareja, mientras que el suegro fue testigo de todo el operativo desde la vereda porque justo en el momento de la llegada de los gendarmes había sacado a pasear al pichicho.

A partir de ahí, los negociadores del GEOF comenzaron a conversar con el sitiado para convencer a César, tal como lo denominaron los policías, de deponer su actitud. La negociación fue fructífera y relativamente rápida. Una hora más tarde, luego de dejar salir en una primera instancia a las mujeres, César tiró su arma en el baño de la propiedad y se entregó al GEOF y se constató que se trataba de un ciudadano mexicano de unos 35 años. Al ser entrevistada más tarde por los policías, la pareja del detenido dijo en medio de un ataque de nervios que dentro de la vivienda todos creyeron que estaban siendo asaltados por una banda de delincuentes y que por eso su pareja disparó. Sin embargo, los investigadores trabajaban con la hipótesis de que el hombre pensó en realidad que había sido encontrado por sicarios que pretendían matarlo en el marco de la actividad delictiva que desarrollaba.

En una conferencia de prensa posterior, Berni confirmó el arresto y sostuvo que el gendarme herido se encontraba fuera de peligro en el Hospital Churruca. “Hicimos dos allanamientos en Capital y seis en el conurbano bonaerense en el marco de una investigación vinculada con el narcotráfico, que lleva adelante la fiscal de San Isidro, Rosa Arroyo Salgado”, explicó.