SOCIEDAD › LO REVELA EL ESTUDIO DE UN EQUIPO MULTIDISCIPLINARIO EN LA VILLA RODRIGO BUENO, EN PUERTO MADERO
Se trata del tercer estudio realizado en el barrio que confirma altos niveles de metal en la sangre, capaz de provocar daños neurológicos e intelectuales irreversibles. El primer estudio data de 2009. Recomiendan la remediación del suelo.
› Por Eduardo Videla
El viento que sopla desde el río levanta un polvillo invisible que envenena la sangre de los chicos en la villa Rodrigo Bueno. Un estudio realizado por profesionales del área de salud de la ciudad de Buenos Aires revela que muchos niños que habitan en ese sitio, ubicado junto a la Reserva Ecológica, en el barrio de Puerto Madero, están intoxicados con plomo. El metal presumiblemente proviene del suelo, afectado por la cercanía de un depósito de automóviles de la Policía Federal. Los primeros casos se detectaron hace cuatro años, pero la denuncia pública que se hizo en ese momento y una actuación de la Defensoría del Pueblo no lograron otra respuesta oficial que la remoción de algunos vehículos abandonados y el silencio. Cuatro años después el suelo sigue contaminado y los niños examinados siguen presentando niveles de plomo en la sangre que, según los especialistas, pone en riesgo su salud y su futuro desarrollo intelectual. Desde el equipo a cargo de la investigación recomiendan la “inmediata remediación del suelo” con el fin de reducir las causas de la contaminación.
De acuerdo con el informe, en la villa Rodrigo Bueno “los niños nacen, crecen y se desarrollan en un ambiente tóxico para su salud, lo que conlleva consecuencias en su desarrollo físico, intelectual y de su salud mental”. Sin embargo, alerta, “hasta el momento las autoridades no han realizado acciones concretas para evitar que estos niños y estas familias vivan en estas condiciones”.
El estudio, denominado “La intoxicación con plomo como emergente de la problemática social”, estuvo a cargo de un equipo interdisciplinario dirigido por la médica Teresa Batallán, jefa del Departamento Area Programática de Salud del Hospital Argerich. Se presentó hace una semana en el salón de actos del hospital ante representantes de organizaciones vecinales, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y la Asesoría Tutelar. No concurrieron funcionarios del Ministerio de Salud porteño ni legisladores de la Comisión de Salud ni de Acumar, que habían sido invitados.
El primer estudio realizado por el equipo en 2009, por pedido de la Defensoría, era un estudio sobre 100 niños de entre 2 y 10 años, con un mínimo de dos años de residencia en el barrio, del cual surgió que 25 chicos presentaban valores iguales o mayores a 5 microgramos de plomo por decilitro de sangre, y que ningún niño presentaba valor cero.
“Si bien en algún momento se consideró que 5 era un nivel bajo, de acuerdo con los últimos estudios internacionales ese valor es importante, especialmente en los chicos”, dijo Batallán a Página/12. “El plomo es un elementos de reconocida capacidad tóxica y los chicos son los más susceptibles de intoxicación dado que, en relación con el tamaño de su cuerpo, inhalan más aire e ingieren mayor cantidad de polvo, con presencia de ese metal, que los adultos”, agregó.
El estudio alude a las recomendaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, que redujeron la definición de intoxicación por plomo de 10 a 5 microgramos por decilitro de sangre.
En 2012, tres años después del primer estudio, se hizo un seguimiento del estado de salud de los 25 chicos más contaminados. Lograron localizar sólo a 20 (los otros se habían mudado). Cuatro de ellos presentaron valores superiores a 5, uno tenía justo 5 ug/dl y los otros 15 presentaban valores inferiores, pero ninguno con 0 (cero).
En cuanto a los trastornos madurativos detectados, 10 de los chicos (el 50 por ciento) presentaban déficit atencional, a 9 se les diagnosticó hiperactividad, 4 tenían alteraciones del lenguaje y 3 trastornos de conducta agresiva.
Según el trabajo, “está documentado que el plomo puede ocasionar daño en concentraciones muy bajas. Ha sido demostrada la capacidad del metal para generar cambios neurocognocitivos a concentraciones alrededor de 5 microgramos por decilitro de sangre”. Esto significa que una exposición de escasa magnitud “pero, sostenida, resulta en alteraciones neuromotoras, pérdida irreversible de la inteligencia, problemas de conducta y bajo rendimiento escolar”.
El plomo no suele producir intoxicaciones agudas, sino que la acumulación en el organismo provoca una toxicidad crónica que se ha relacionado con “problemas en el desarrollo e incluso con un coeficiente intelectual más bajo”. Lo que en el estudio se denomina “daño cerebral silencioso”, que puede ser asintomático.
“El criterio de algunos profesionales que se manejan con valores de referencia desactualizados contribuyó a que algunos padres creyeran que sus hijos estaban a salvo del problema”, comentó Batallán. Fue así que para el tercer estudio, realizado en 2013, de los 20 niños examinados previamente, sólo se obtuvo consentimiento para hacer estudios a 14, de los cuales sólo 7 se presentaron para hacer las extracciones. De ellos, tres presentaron valores superiores a 5 (en un caso llegó a 8,9, y en otros dos fue de 6,4 y 5,5) mientras que los otros cuatro, por debajo de esa cifra, aunque el estudio no da precisiones.
El trabajo advierte que si bien gran parte de los automóviles abandonados fue retirada, en los lugares que quedaron libres se construyeron nuevas viviendas. El plomo, se estima, quedó en el suelo y circula principalmente por acción del viento, en forma de polvo.
“Ya dentro del organismo humano, el plomo puede permanecer hasta veinte años depositado en el tejido óseo, que almacena el 95 por ciento del plomo en el cuerpo”, describe el estudio. “En niveles bajos, puede causar una reducción en el coeficiente intelectual y el tiempo de concentración, discapacidad en el aprendizaje, limitaciones en la lectura, pérdida de audición y limitaciones en el crecimiento, así como alteración de las funciones motoras y visuales”, agrega.
El informe advierte además que “la desnutrición y la anemia son factores agravantes, ya que el plomo sustituye al calcio y al hierro en los huesos y en la sangre”. “También atraviesa la placenta y la barrera hematoencefálica, conteniendo la sangre fetal un 80-100 por ciento de la plumbemia materna.”
“Por eso, que los valores en algunos niños haya disminuido en los últimos controles no quiere decir que hayan mejorado, ya que el plomo puede estar en los huesos”, explicó a este diario la doctora Batallán.
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