SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Juan Carlos Molina *
Hoy, acá y en todo el mundo, es el Día Internacional de la Lucha contra el uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas. Y más allá de que el trabajo en adicciones es de todos los días, que necesita toda nuestra dedicación y esfuerzo, estas fechas son buenas para reforzar el mensaje y profundizar la toma de conciencia.
En la Sedronar venimos trabajando para esto, entendiendo que a las adicciones hay que abordarlas sin miedos ni prejuicios, pero sí con la conciencia de que generan un gran daño en la vida de quien las consume, de sus familias, amigos, barrio, escuela, trabajo. Son como los fondos buitre, usureros de la vida.
Debemos hablar sin miedos y escuchar sin prejuicios, porque el adicto, lejos de ser un chorro o un loco, como durante muchos años nos quisieron hacer creer, es un sujeto de derechos que se vio excluido del entramado social y que hoy que necesita nuestra ayuda. Y no sólo con el abuso de sustancias, que es una consecuencia de otros problemas. Necesita nuestra ayuda para volver a sentirse importante, valorado, querido; para volver a ser parte de la sociedad que tiene proyectos, futuro y esperanzas. Es un verdadero cambio de mirada el que estamos proponiendo, e implica pensar las adicciones como un problema de salud social.
Hablamos de salud social porque la droga rompe todos los vínculos, y también, porque la droga entra donde tiene espacio, y ese espacio son los huecos que dejan la exclusión y la falta de expectativas.
Al ser un problema de salud social, debemos tener en claro que nos afecta a todos por igual, a consumidores y no consumidores, a adictos y no adictos, porque va destruyendo lentamente y desde abajo la trama de la comunidad. Necesitamos que todos los que sientan esta vocación por comprometerse, por militar esta causa, colaboren y se arremanguen la camisa.
Entonces, desde la Sedronar pusimos manos a la obra y decidimos salir a sumar esfuerzos, convocando a la Mesa de Juventudes Políticas, lo que también implica un cambio de mirada. Porque poniendo los acuerdos sobre las diferencias sumamos a los jóvenes que son parte de los principales partidos políticos del país para trabajar en esta causa.
Me siento muy orgulloso de estos jóvenes que trabajan por los jóvenes. Ellos tienen la fuerza, la energía y el empuje que esta temática exige, porque la gran problemática en adicciones la tenemos en la juventud, y no hay nada mejor que un par para que te entienda, te escuche y te ayude. Y me encuentro con miles de jóvenes en todo el país trabajando por el otro, haciendo apoyo escolar, preparando mate cocido en un merendero. Son los pibes que militan y que destinan sus fines de semana, su tiempo libre, su vida entera a los demás.
Y acá otro punto de acuerdo: la salida de las adicciones se consigue militando. Y militar quiere decir patear la calle, salir de los escritorios y meterse donde están los problemas, donde están las familias que tienen a un pibe o una piba que está transitando por este problema y contenerlas, darles todo el apoyo para que ellos también sean parte de la solución. Debemos empoderar al vulnerable, debemos estar para sostener al que tropieza y, sobre todo, debemos reponer una expectativa de futuro, para que los pibes y no tan pibes sientan que vale la pena el esfuerzo, que vale la pena estar bien, que tiene sentido vivir la vida.
Hay que devolverles un horizonte de expectativas, hay que construir un sentido de vida y eso sólo se logra trabajando en la inclusión. Con Cristina aprendimos que “la patria es el otro” y que el amor vence al odio, y en esta labor hemos también aprendido que el amor vence a las adicciones. Decimos que el tratamiento empieza con un abrazo, porque estamos convencidos de que si logramos un entorno sano y un futuro de esperanza, le robamos el lugar a la droga.
La Presidenta de la Nación, el 31 de marzo de este año, lanzó el Programa Recuperar Inclusión con el que estamos construyendo 60 Casas Educativas Terapéuticas (CET) y 150 Centros Preventivos Locales de las Adicciones (CePLA) en todo el país. Estos son espacios terapéuticos, por supuesto, pero principalmente son lugares de contención, donde el que asiste va a encontrar profesionales de la salud, pero también va a encontrar un plato de comida, un lugar donde sentirse cómodo, un espacio para hacer deportes, para aprender un oficio, para iniciar y continuar sus estudios. Son espacios pensados para restituir derechos, para dignificar, para volver a conquistar ese espacio vital que ocupó una sustancia y que ahora van a ocupar la alegría y los proyectos de vida.
Si me permiten una metáfora, entre tanta euforia mundialista, quiero decirles que éste es un partido difícil, pero que se puede ganar. ¿Cómo? Se gana con un Estado presente, activo y promotor, que primerea, que sale al territorio, que se mete en las plazas, en los barrios, que ocupa los espacios con propuestas e inclusión social para que nadie los pueda ocupar con espejitos de colores que les roba el futuro a nuestros pibes. Pero eso solo no basta. También se gana con una sociedad unida y comprometida con la causa. Para incluir a los demás, tenemos que incluirnos primero a nosotros mismos, incluirnos en la temática y hacernos cargo de la parte de responsabilidad que nos toca para salir a la búsqueda del otro que nos necesita.
Hoy, los 40 millones de argentinos perseguimos un mismo sueño y no sólo es el de traer la copa de Brasil. Es el de crear un futuro sano y libre para nuestros pibes. El partido es largo y no es fácil, pero si nos unimos todos, si vamos para el frente y dejamos todo lo que tenemos, le vamos a inclinar la cancha a las adicciones.
* Titular de la Sedronar.
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