SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Juan Vitale *
El plan de desinversión y las privatizaciones de los años ’90 constituyeron un proceso que vino acompañado de la corrupción y la desidia del Estado donde todo se lesionó, la educación, la salud, las fuentes de trabajo, la familia. Fue un proceso que caló hondo y aún hoy vemos las repercusiones en nuestra sociedad.
Volver a creer en un Estado eficiente es una tarea que nos llevará años, tantos como llevó destruir esa imagen. Es por eso que esta etapa de construcción no debe ser unidireccional sino que tiene que irradiar a todos los actores sociales.
Concretamente hoy estamos frente a una transformación en materia de transporte ferroviario que no tiene antecedente. En el área metropolitana asistimos a la renovación total del San Martin, renovación parcial del Sarmiento con diez formaciones nuevas (a fin de año la renovación será total), compra de formaciones para renovar el Mitre y Belgrano Sur, llamado a licitación para electrificar el Roca), pero, para que esta transformación sea exitosa, se debe contar con el apoyo de todos los involucrados: Estado, usuarios, comunidad y representantes gremiales.
Cuando el transporte funciona eficientemente y de manera segura, se ponen en marcha distintos mecanismos que contribuyen al bienestar general; el humor de la gente cambia, llega temprano a sus obligaciones, tiene un tema menos de que preocuparse y puede rendir mucho mejor.
El nivel de estrés que significa que un servicio sea ineficiente es altísimo, pero esto no solamente depende de un Estado presente; las responsabilidades del usuario, que hasta hace poco ni eran discutidas, tienen que reformularse.
Es aquí donde proponemos poner particular atención. Esta nueva etapa de renovación se potenciará cuando todos los “beneficiarios” comprendan y trabajen hacia el interior de sus comunidades este impacto. Los primeros resultados de las evaluaciones a los usuarios son alentadores, lo que nos permite pensar que con un trabajo sostenido de promoción y difusión, y concientización de derechos y obligaciones redundará en una nueva relación donde el usuario se considere parte del ferrocarril y no un simple cliente.
Desde el Centro de Estudios Ferroviarios estamos trabajando en esta dirección, recabando información, haciendo entrevistas en profundidad a diversos actores: usuarios, trabajadores, académicos, Estado y la comunidad en general, con el objetivo de brindar un marco para un debate amplio y constructivo que permita diseñar acciones que tiendan a “amigar” a los usuarios con el servicio, poniendo el énfasis en la ampliación de derechos. Y un usuario con derechos es un usuario con obligaciones.
De este trabajo surgirán los insumos que se traducirán a futuro en la elaboración de un nuevo Reglamento de Derechos, Deberes y Obligaciones de los Usuarios del Tren en consonancia con la nueva infraestructura.
El Centro de Estudios Ferroviarios fue creado, entre otros objetivos, con el fin de acercar este vital servicio a la comunidad en general. Creemos que estamos ante una oportunidad única de poder transformar definitivamente esta herramienta que comunica, transporta y genera trabajo con el compromiso y la responsabilidad de usuarios que cuiden y defiendan lo que tanto costó conseguir.
* Presidente del Centro de Estudios Ferroviarios (CEF).
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