SOCIEDAD › CASOS QUE HABLAN DE LA REINSERCION
La historia de Ana María, internada cinco meses en el Hospital Psiquiátrico Diego Alcorta, de Santiago del Estero, por un cuadro de “desborde emocional”, es uno de los ejemplos de reinserción que se busca con la desmanicomialización. A partir de un abordaje interdisciplinario, en el que la terapia laboral tuvo un lugar estratégico, la mujer, de 48 años, pasó a la modalidad hospital de día y ahora está recomponiendo el vínculo con su única hija.
“Mi historia se desencadenó por un desborde emocional que derivó en un feroz enfrentamiento con mi única hija, de 17 años, luego de que descubrí que mantenía una vida de adicción a distintos estupefacientes”, relata Ana María. El problema se agravó porque ella era el único sustento familiar e incluso se ocupaba de la atención de sus padres, ambos con enfermedades terminales, que fallecieron hace un tiempo.
Por orden judicial fue internada en abril en el Hospital Diego Alcorta, lo que agravó el problema, hasta que pudo ser asistida en el Centro Especial Terapéutico Laboral (CETL), donde le dieron “una cálida bienvenida”. Afirma que utilizó ese espacio como “catalizador de todas las energías negativas” y de esa forma pudo salir “del estado de pánico”. Con el tratamiento logró estabilizarse anímicamente.
Ana María dice que “profesores y compañeros” la ayudaron en su proceso, hasta que el 10 de septiembre recibió el alta y “la confirmación de mi externación en compañía de mi hermana. Se me indicó medicación y día de control. En estos momentos, continúo con las actividades del CETL. Voy tres veces por semana de 8 a 18 horas”.
Cuando regresó a su casa “todo había cambiado” y si bien hubo “cierta resistencia” inicial de parte de su hija, “luego del primer impacto, fuimos acomodando el vínculo, para no invadirnos mutuamente, algo que se ha ido afianzando a través de la convivencia cotidiana y la constante interacción con otros miembros de mi familia”.
Otro caso es el de una mujer de 54 años, con un cuadro de esquizofrenia paranoide. En mayo de 2012 su caso llegó a la Dirección de Salud Mental de Tierra del Fuego, donde residía la paciente. Seis años antes, la mujer había sido derivada por el equipo de Salud Mental del Hospital de Río Grande ante un cuadro de descompensación. Antes había pasado por un hogar privado para la tercera edad.
En febrero de 2012 sufrió una descompensación psicótica y no había forma de conocer su historia porque estaba aparentemente sola, sin familiares ni amigos. En la búsqueda de algún contacto, se descubrió que tenía oculto un celular con el que se comunicaba con un hermano que vivía en Buenos Aires. Luego de fracasar un intento para que fuera llevada a un centro asistencial cerca de donde vivía ese pariente, la mujer reveló que tenía una casa en Río Grande y que había vivido allí en pareja. Con la ayuda del equipo del Centro de Día Río Grande y bajo control psiquiátrico del Servicio de Salud Mental del Hospital Regional de la ciudad, la mujer ha empezado a reconstruir su vida.
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