SOCIEDAD › LA PRIMERA PARTE DEL SINODO DE LOS OBISPOS CATOLICOS EN EL VATICANO
Después de una semana de encuentro extraordinario, queda en claro que los conservadores no van a ceder tan fácilmente, pese a las expectativas de cambio doctrinal creadas por el papa Francisco.
› Por Washington Uranga
Al finalizar la primera semana del sínodo extraordinario de los obispos católicos, que continuará en Roma hasta el 19 de octubre, el sacerdote jesuita Federico Lombardi, director de la oficina de prensa de la Santa Sede, recordó que por el momento no habrá conclusiones. “Hay un camino de reflexión, que procede con serenidad sabiendo que las conclusiones no son para los próximos días, sino que hay una ulterior reflexión antes del sínodo del 2015.” Pero en el aula sinodal, los diferentes enfoques quedaron expuestos y frente a los que promueven cambios en la pastoral de la Iglesia, los conservadores se mantuvieron firmes y dispuestos a no ceder terreno. El Papa, que abrió las puertas a los cambios, habla de diálogo y respeto por las posiciones de todos.
Más allá de ello, la expectativa generada ante los posibles cambios va en aumento, y si bien el papa Francisco le dio un nuevo dinamismo a la institución católica desde que asumió el pontificado se sabe que no resultará fácil generar transformaciones en plazos breves. Al abrir las sesiones, Bergoglio pidió a todos “hablar claro, sin respeto humano y sin miedo, y escuchar con humildad para acoger lo que dice el otro” mostrando también su preocupación, porque en el pasado reciente “algunos cardenales” no dijeron “todo lo que piensan por temor”. Con la finalidad de simplificar y quitarle formalidad al debate, el Papa decidió también dejar de lado el latín que hasta ahora era el idioma oficial del sínodo, habilitando además el italiano, una lengua que maneja gran parte de los obispos.
El tema central del sínodo extraordinario es la familia, aunque inevitablemente otras cuestiones se cuelan en el debate. El año próximo, en esta misma fecha, habrá una nueva sesión con más participantes que los presentes, y será entonces cuando se profundicen las cuestiones que ahora queden planteadas. Pero la primera semana de sesiones –en la que hubo 265 intervenciones de los distintos participantes– sirvió para dar la tónica de que antes de que se concreten modificaciones habrá discusiones y enfrentamientos entre sectores.
Varias parejas de matrimonios católicos hicieron uso de la palabra en el aula sinodal. Los primeros fueron los australianos Ron y Mavis Pirola, y el martes le tocó el turno a Cynthia y George Campos, de Manila (Filipinas), y a Jeffrey y Alice Heinzen de La Crosse, Wisconsin (USA), estos últimos para referirse a cuestiones relativas al control de la natalidad. Otras seis parejas intervinieron en la sesión del viernes.
Por sus declaraciones previas, pero también por las intervenciones hechas en la sala, los conservadores encabezados por el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto (ministro) de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), parecen dispuestos a resistir todo tipo de cambios con el argumento de la intangibilidad de la doctrina, mientras que otro sector, cuya cabeza visible es el cardenal Walter Kasper, teólogo de renombre, está decidido a impulsar modificaciones que acerquen la Iglesia a la gente. Varios discursos apuntaron a la necesidad de que la Iglesia adapte su lenguaje de manera tal que la doctrina “se entienda de manera correcta” y como forma de retomar el diálogo con el mundo en continuidad a lo solicitado oportunamente por el Concilio Vaticano II (1962-65). Otro tema reiterado fue el rechazo al “clericalismo”.
Pese a que las discusiones están a la orden del día, Lombardi asegura que “el clima es relajado”. Para el secretario general del Sínodo, cardenal Lorenzo Baldisseri, en la asamblea se respira “un clima sereno, incluso en la confrontación leal de los diversos puntos de vista”.
Durante el fin de semana, los obispos redactarán un borrador de la llamada relatio post disceptationem (la relación tras el debate) que será presentada en la sesión de mañana, lunes 13 de octubre, por el cardenal Peter Erdö, relator general del sínodo. El cardenal Francesco Coccopalmerio, presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, adelantó este fin de semana que “el documento incluirá una parte sobre los divorciados vueltos a casar y las parejas homosexuales”. Admitió también, que el texto integrará además consideraciones sobre la posibilidad de reducir el tiempo para las declaraciones de nulidad para los matrimonios católicos, asunto que también fue debatido en el aula sinodal. Sobre este particular se recordó que el Papa creó el pasado 20 de septiembre una comisión especial encargada del estudio de la reforma del proceso matrimonial canónico que debe proponer la simplificación de los procedimientos para las nulidades de los matrimonios celebrados en la Iglesia.
El arzobispo argentino Víctor Fernández, designado directamente por el Papa para participar del sínodo como experto y miembro de la comisión que redactará el documento final, hizo declaraciones esta semana en Roma que dan una pauta de lo que piensa Francisco. “El Santo Padre, en Evangelii gaudium, habló del bien posible”, dijo Fernández, rector de la Universidad Católica, y considerado hoy uno de los principales asesores directos de Bergoglio. “Está el ideal, que ansiamos tanto y que no debemos olvidar, pero también la realidad concreta de la persona, que muchas veces no puede llegar al ideal de perfección por sus limitaciones, aunque existe la posibilidad de transitar un camino de crecimiento hacia el bien posible”, agregó el arzobispo.
Fernández también insistió en que los pastores “deben favorecer este bien posible, aunque corramos el riesgo de mancharnos con el barro del camino”, porque “no podemos olvidar de las diversas situaciones que encontramos en la familia”.
El cardenal brasileño Raymundo Damasceno Assis, sostuvo que “hay que acompañar” a los gays y “mostrar proximidad a las parejas formadas por personas del mismo sexo”, porque, aseguró: “La Iglesia es la casa paterna en la que hay espacio para todos”.
No menos cierto es que frente a estas declaraciones de apertura, la mayoría de los sinodales ha insistido en el principio católico de la indisolubilidad del matrimonio y el valor de la familia tradicional.
Aunque el tema central es la familia, tampoco faltaron las intervenciones que pidieron mayor diálogo entre la Iglesia y el Estado, insistencias en el compromiso social y político de los fieles, y un llamado de atención para que los obispos consulten más a los laicos católicos antes de tomar decisiones y de buscar soluciones para los problemas que afronta la Iglesia.
Para la segunda semana, los padres sinodales se reorganizaron en diez comisiones de trabajo llamadas “círculos menores”. De ellas, tres son en italiano, tres en inglés y dos en español. Hasta el jueves próximo, los participantes podrán presentar “modos” que son aportes y sugerencias al texto final (relatio synodi) que será votado el sábado en plenario para luego ser entregado a Francisco. Ese mismo día, los padres sinodales publicarán el nuntius, un mensaje que los reunidos ahora en Roma enviarán a todo el mundo, principalmente a los católicos pero también a quienes no lo son.
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