SOCIEDAD › ENCUENTRAN EN SAN JUAN UN YACIMIENTO PALEONTOLóGICO úNICO EN SU TIPO
Los fósiles encontrados pertenecen a especies diminutas que vivieron hace más de 200 millones de años, cuando toda la Tierra era un solo continente. Junto con el yacimiento del Valle de la Luna, es uno de los mejores registros de la paleofauna triásica del mundo.
Paleontólogos de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) dieron con un yacimiento de microfósiles de especies que vivieron hace más 200 millones de años en Marayes, a 150 kilómetros de la capital sanjuanina. El descubrimiento es de “un nivel exquisito”, definió una de las responsables del hallazgo, Carina Colombi, quien detalló que en el área estudiada hay “más de 100 individuos, todos ellos de tamaño menor a cinco centímetros, incluidas pequeñas mandíbulas con sus dientes”. Hasta ahora, sólo se han explorado 80 metros cuadrados del lugar, que equivalen al 3 por ciento de la superficie a relevar, por lo que los investigadores son optimistas sobre lo que resta. El de Marayes “se convierte en un yacimiento alternativo a Ischigualasto. Antes sólo teníamos al Valle de la Luna con esa calidad de diversidad y calidad”, graficó el director del Museo e Instituto de Ciencias Naturales de la UNSJ, Oscar Alcober.
Los microfósiles se encuentran en una suerte de “cementerio” de especies de tamaño pequeño, que en paleontología se denomina microsite o bone-bed, en la cuenca de Marayes, en el departamento de Caucete, en la que hay científicos que investigan desde hace trece años y donde en 2012 empezaron a dar con restos de pequeños animales mordidos y desmembrados. “Este nivel se formó hace 230 millones de años, durante el Triásico Superior y, junto con los yacimientos preservados en la cuenca de Ischigualasto, conforma uno de los mejores registros de la paleofauna triásica del mundo”, explicó Colombi. La hipótesis que maneja el equipo de investigación, agregó la paleontóloga, es que se trata de restos que “fueron acumulados por predadores” de una especie no precisada pero cuyos ejemplares “posiblemente tenían un tamaño semejante al de una hiena y cazaran a estas pequeñas especies y las llevaran a un sitio común para alimentarse”. Eso fue lo que terminó generando “una selección de presas pequeñas que presentan marcas de mordidas”. Luego, “seguramente un agente como el agua barrosa desbordada de un río se encargó de transportar estos restos un corto trayecto y quedaron acumulados en un cuerpo de agua temporario en la llanura, donde se alteró la superficie de los fósiles por el crecimiento de algas y otros microorganismos, y comenzaron a mineralizarse a medida que quedaban enterrados por el barro salino”.
Las especies halladas y el estado en que se encuentran los microfósiles permitirán “reconstruir cómo se interrelacionaban los diferentes animales, las plantas y el ambiente en el que se desarrollaron” en la era en que, en la zona, reinaba un clima árido hipersalino. El director del Instituto y Museo, Alcober, y el referente en materia paleontológica y líder de las campañas de campo que hicieron el hallazgo, Ricardo Martínez, coincidieron en señalar que lo encontrado significa “la posibilidad de conocer qué pasó en el mundo en la prehistoria”, porque los encontrados “son los antepasados de los dinosaurios, que vivieron cuando todavía América no se había separado de Africa y toda la Tierra era un solo continente”.
Ricardo Martínez fue el primero en prestar atención al lugar “porque en 2001 un vecino de la zona me contó que habían encontrado huesos en las rocas”. Desde entonces, recordó, “hemos ido infinidad de veces y encontrado algunas especies diferentes”. En 2012 “encontramos animales pequeños mordidos y desmembrados, porque debieron servir de alimento a otros mayores”, y sobre esa línea continuaron la investigación. Lo hallado, que se encuentra en un radio de 80 metros cuadrados, evaluó Martínez que es “la punta del iceberg, porque sólo hemos visto el 3 por ciento del potencial de Marayes”.
Los paleontólogos dieron con tortugas, “lagartitos de 20 centímetros y otros de dos metros con placas en el lomo; restos de pterosaurios, antiguos reptiles voladores del período Triásico, que serían el primer registro en el Hemisferio Sur; y otros ejemplares de seis metros –especificó Martínez–. Es una asociación faunística nueva, y la implicancia que tiene es conocer una pieza única en la evolución de los vertebrados, anterior a que los dinosaurios dominaran por completo la fauna.” Martínez también señaló que, entre lo descubierto, “hay un mínimo de 12 especies nuevas”, todas de un período que “no es un momento cualquiera en la evolución”, por lo que el material “está rellenando una edad de la que no teníamos registro”.
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