SOCIEDAD › ESTE FIN DE SEMANA SE REALIZA EL SEGUNDO OPEN HOUSE PORTEÑO
Se podrán visitar ochenta edificios de todas las épocas, tamaños y usos que generalmente son de acceso restringido. La movida incluye casas particulares, oficinas, teatros y varios iconos de la arquitectura local.
› Por Sergio Kiernan
A quien le guste recorrer esta Buenos Aires de tanta buena arquitectura se lo termina comiendo una impaciencia, la de tener que ver la mayoría de los edificios sólo desde afuera. Es un límite natural, lo que explica que en 1992 los ingleses crearan un evento, el Open House, que justamente abría las puertas e invitaba a recorrer lugares generalmente cerrados al público. Transformado en movimiento, este evento de casas abiertas se repite en Nueva York, Barcelona, Chicago, Roma y tantas otras ciudades. El año pasado se estrenó en Buenos Aires y este fin de semana se repite de una manera que promete ser masiva.
Open House Buenos Aires es organizado por la ONG Cohabitar Urbano, que busca crear vínculos más cercanos entre la Ciudad y sus habitantes. También, y explícitamente, busca satisfacer esa curiosidad de poder ver qué hay adentro de un edificio. Por eso, mañana y el domingo se podrán ver ochenta edificios de todo tipo y tamaño, en una movida que incluye 400 guías voluntarios y tiene 18 mil cupos. Las visitas son gratuitas, pero hay que anotarse en www.open housebsas.org.
Como es materialmente imposible visitar los ochenta edificios que se abren, conviene recorrer el sitio y armarse un itinerario posible. Una opción es elegir lugares en el Centro que son bien conocidos por fuera pero no tanto por dentro. Las opciones incluyen el Teatro Colón o el teatro Gran Rex, que en sus tiempos de cine era más transitado. Obra notable del patrimonio moderno, el Gran Rex fue creado por Alberto Prebisch y Adolfo Moret, arquitectos e ingeniero, en 1937.
En la misma zona geográfica se podrán ver edificios raramente abiertos al público, como la vieja redacción del diario La Prensa en la Avenida de Mayo, el Palacio Barolo o la notable Galería Güemes de Gianotti, recientemente restaurada con gran buen gusto y ahora con el mirador abierto a las visitas. De acceso habitualmente mucho más restringido, son dos joyas de distintas épocas, como uno de los edificios Bencich de la Diagonal Norte, de inolvidable cúpula, o el Comega de la esquina de Corrientes y Alem, impecable rascacielos racionalista.
Dos obras firmadas por Clorindo Testa al frente de un equipo se incluyen en la visita. uno es el Banco Hipotecario Nacional, antiguamente de Londres, en Reconquista y Bartolomé Mitre, ejemplo temprano del brutalismo hormigonudo construido entre 1959 y 1966, y muy inspirado en la escuela de arquitectura de la Universidad de Yale. El otro es el tal vez desangelado pero ciertamente impactante predio de la Biblioteca Nacional, diseñada en 1962 y terminada recién en 1992. En la misma veta moderna, se podrá recorrer uno de los buenos edificios de Mario Roberto Alvarez antes de que se dedicara casi exclusivamente a las torres masivas. El Somisa, hoy Jefatura de Gabinete, en la Diagonal Roca, es una pieza de gran transparencia formal y muy liviana, construida en metales y vidrios.
Si se quiere seguir en veta modernista, es muy recomendable ver dos piezas muy tempranas y tan logradas que ya son míticas de ese estilo. Ambos edificios privados, es muy raro poder visitarlas. Uno es el pequeño predio de estudios y viviendas para artistas del catalán Antonio Bonet en la esquina de Paraguay y Suipacha, una curva perfecta que recientemente fue rescatada del deterioro y encierra un uso realmente creativo del espacio y de la luz. El otro es el edificio de Los Eucaliptos, de Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy, de 1941, que fue diseñado abrazando árboles ya existentes en el terreno que hoy son gigantescos. Quien tenga la felicidad de ver estos interiores no se podrá sorprender al ver los mobiliarios especialmente creados por los arquitectos, que al fin y al cabo fueron creadores del célebre sillón BKF.
La larga lista sigue con lugares urbanos como el barrio Parque Los Andes de Chacarita, otro conjunto usualmente conocido sólo desde afuera. Fina creación de Fermín Bereterbide en los años veinte, el barrio fue originalmente destinado a vivienda social para empleados municipales y es un ejemplo de cómo crear dignidad, confort y estética para esta clientela.
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