La confirmación del primer caso de ébola en Nueva York generó preocupación en la ciudad, donde los ciudadanos se debatían entre el miedo al virus y el enojo al conocerse que el médico infectado hizo vida normal tras regresar de Africa: viajó en subte y jugó al bowling. También hubo quejas a la decisión de permitirle el ingreso a Estados Unidos después de su trabajo en Guinea para combatir el mal. “Es un héroe”, salió a contrarrestar las críticas el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo.

De todos modos, las autoridades de Nueva York y Nueva Jersey decidieron ayer que el personal médico que regrese a esas ciudades después de haber tratado a enfermos de ébola en Africa será puesto en cuarentena como medida de precaución.

La primera víctima del virus del ébola diagnosticada en Nueva York se encontraba ayer en condiciones de salud estables y bajo cuidados intensivos, mientras se investigan sus últimas actividades para evitar una extensión de la infección.

“Creo que no deberían haberlo dejado venir en un principio. Si hay una cuarentena de 21 días deberían mantenerlos allá y luego dejarlos ir”, explicaba Jeanette Curet, una paciente que visitó el hospital Bellevue, el centro en el que permanece internado Craig Spencer.

Para Marlene Aguilar, una mujer hispana que trabaja en la zona, también resulta un error permitir que gente que estuvo en los países africanos más afectados por la enfermedad viaje a Estados Unidos con normalidad. “Yo no sé por qué tienen que venir. Estas personas deberían poner un stop, que no viajen porque vienen a contagiar a las demás personas”, dijo.

Ese sentimiento de enojo y prejuicio coincide con el enfado expresado a través de las redes sociales por un buen número de neoyorquinos, que cuestionan sobre todo que el médico infectado tomase el transporte público y visitase, entre otros lugares, un restaurante y un popular local de bowling antes de empezar a sentirse mal.

Algunos especialistas también criticaron que no haya más atención prevista para el personal sanitario que regresa a Estados Unidos después de tratar a enfermos de ébola en Africa, el caso de Spencer.

El director de Etica del centro médico Langone de la Universidad de Nueva York, Art Caplan, aseguró que las autoridades deberían ofrecer alojamientos especiales en casos como ese, al menos para tranquilizar a la población. Al igual que el Daily News, el otro gran tabloide neoyorquino, el New York Post, dedicó ayer su portada a la enfermedad con una imagen de dos agentes con mascarillas protectoras y un gráfico titulado “Ebola Here!” (¡Ebola aquí!).

Mientras, expertos y autoridades insistieron en que los riesgos de que la enfermedad se expanda en la ciudad son mínimos. “Es una enfermedad que asusta, no hay duda, pero las probabilidades de que alguien contraiga el ébola de este doctor son más que remotas”, dijo Irwin Redlener, director del Centro Nacional de Prevención de Desastres de la Universidad de Columbia. Redlener aseguró que los neoyorquinos no tienen por qué dejar de hacer vida normal y advirtió que es necesario que personas como Spencer sigan viajando a Africa para luchar contra la enfermedad. “No resolveremos el ébola en Estados Unidos sin resolver el ébola en Africa Occidental”, subrayó.

En paralelo, las autoridades locales y estatales pusieron en marcha un importante dispositivo de comunicación para tratar de dar confianza a la población. En las menos de 24 horas transcurridas desde que se confirmó el primer caso, el alcalde Bill de Blasio ofreció dos conferencias de prensa para dejar claro que no hay motivos para la alarma.

Muchos ciudadanos, sin embargo, no ocultaban su miedo al ser preguntados por la enfermedad en las inmediaciones del hospital Bellevue, que amaneció rodeado por equipos de televisión.