SOCIEDAD › EL NORMAL 7 PRESENTA RIESGOS PARA LOS ALUMNOS
La reinauguración del edificio del Normal 7 porteño en 2011, por el macrismo, fue una obra de maquillaje. Cables sobre las cabezas de los alumnos, paredes rajadas. Realizarán una marcha.
“Cuando se inauguró la parte nueva, yo aplaudí. Después, en el día a día, me di cuenta de todos los problemas estructurales que tiene”, cuenta Vanesa Cavaliere, profesora que trabaja en la Escuela Normal Superior Nº 7 José María Torres. Esa es la sensación que se tiene al entrar al colegio del barrio de Almagro. Luce espacioso, con cinco pisos, más de 30 aulas y numerosas facilidades, como un jardín de infantes, dos laboratorios y una biblioteca. Sin embargo, no hace falta detenerse demasiado por los pasillos para encontrar esas fallas. Los techos en el primer piso no tienen paneles y dejan los cables de la instalación eléctrica al descubierto, colgando apenas unos centímetros por encima de las cabezas de los alumnos. Algunas paredes presentan rajaduras y los registros de control de las mangueras antiincendio dan cuenta de que la última revisión se hizo en septiembre del año pasado. Docentes y alumnos aseguran a Página/12 que, además, las puertas se caen y que existen problemas de humedad y filtraciones. Aunque en 2011 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires reinauguró el edificio con la presentación de un sector recién construido y la puesta en valor de su parte histórica, los reclamos por la situación edilicia datan desde ese entonces.
Pablo Cesaroni, delegado de la cooperadora escolar de la comuna 5, señala que docentes, alumnos y padres realizarán una movilización el próximo miércoles a las 7.15 en la puerta de la escuela, ubicada en avenida Corrientes 4261, en forma de protesta. “Hace un tiempo, presentamos al gobierno porteño una nota con 22 pedidos, que se centran en problemas de seguridad, de funcionamiento y obras pendientes. Nunca tuvimos respuesta”, explica.
La institución alberga a casi 2500 estudiantes de tres escuelas: la Normal 7, la Escuela de Comercio Nº 8 Patricias Argentinas y la Escuela Comercial Nº 25 Santiago de Liniers, que funcionan en distintos turnos a lo largo del día. Inaugurada en 1910, presenta un sector histórico con entrada por Corrientes y uno nuevo al que se accede por la calle Humahuaca. Ambos sectores presentan problemas estructurales, que dificultan la cursada y ponen en peligro a los estudiantes.
Las puertas de las aulas y los baños se cayeron en varias oportunidades. Lo mismo sucede con las placas de los techos, que se humedecen por filtraciones, en especial durante los días de lluvias. “Hubo alumnos lastimados, otros quedaron encerrados. La puerta de entrada de Humahuaca se cayó dos veces. Queremos que arreglen las puertas y modifiquen todo lo que haga falta”, sostiene Cesaroni.
El delegado comenta que los baños están sin mantenimiento y existen problemas con los sistemas de luminaria, calefacción y de suministro de agua, que están mal instalados y no dan abasto para alimentar todo el edificio. Según denuncia, Plan Obras S. A., la empresa encargada del mantenimiento de las escuelas en la comuna, no responde a estos problemas.
Otro de los principales inconvenientes que genera preocupación es que el sistema antiincendio del colegio nunca fue puesto a prueba. “Nunca se probó, tenemos dudas de que el agua alcance para todo el edificio. No sabemos si estamos sentados en una bomba de tiempo, pero seguimos funcionando”, reclama Cavaliere, secretaria de la Comercial 25. Por su parte, Cesaroni agrega que “en enero propusimos una auditoría externa para verificar las condiciones del edificio pero el gobierno nunca le dio importancia”.
Los preceptores y los auxiliares de limpieza no tienen espacios propios y se ubican con sus mesas y materiales de trabajo a lo largo de los pasillos. Esto los convierte en obstáculos que atentan contra la seguridad, además de que no es el método correcto para desarrollar sus tareas. “No se cumple con ninguna norma de seguridad. Esto no busca ser un reclamo partidario, pero lo cierto es que desde que está el macrismo se hacen obras con los chicos y no en vacaciones o durante el receso”, advierte Cesaroni.
“Faltan sillas, mesas y los pizarrones son un desastre, tienen rayaduras y no se pueden leer. Los pupitres están destrozados y, cuando escribís, la base se te viene encima. En los baños no hay nunca papel higiénico o jabón”, relata Carolina Imbrosiano, una estudiante del secundario de la Escuela Normal 7. La alumna remarca que esta situación muchas veces causó que las clases en algunos cursos se suspendieran. Por este motivo, en la movilización, también exigirán el equipamiento de la escuela con 300 mesas, 200 sillas y 70 computadores nuevas. La joven, quien una vez quedó encerrada en un aula luego de que una puerta se zafara, remarca que “lo que más molesta es que en el 2014 seguimos con los mismos problemas que hace tres años. Venimos a clase por amor. Es la voluntad de exigir por el derecho a una educación pública que sea de calidad”.
Informe: Gonzalo Olaberría.
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