SOCIEDAD › SE INAUGURO EN PUERTO MADERO UNA ESTATUA DE LA NIÑA PERSEGUIDA POR EL NAZISMO
La obra es una réplica de la que se encuentra en Amsterdam. La adolescente mira hacia adelante, carga un maletín de escuela y lleva una bolsa con ropa escondida en su otra mano. El homenaje quedó emplazado desde ayer frente al Puente de la Mujer.
Ana Frank representa resistencia y esperanza. Sus 13 años, su lucha por escapar del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial y su convicción en la humanidad, grabada en un diario íntimo antes de ser atrapada en Holanda, se transformaron en un ejemplo a seguir en todo el mundo. Ayer, en la ciudad de Buenos Aires, se le rindió homenaje con la inauguración de una estatua con su imagen frente al Puente de la Mujer de Puerto Madero. La adolescente mira hacia adelante, carga un maletín de la escuela bajo un brazo y lleva una bolsa con ropa escondida en su otra mano, momento que retrata a la joven cuando se dirigía al refugio en la parte de atrás de una empresa de Amsterdam, donde permaneció escondida de las tropas alemanas junto a su familia. La obra es una réplica del monumento que se encuentra en el barrio Merwedeplein, de la ciudad holandesa donde estaba el escondite.
La presentación de la estatua tuvo lugar ayer a las 11 en la plaza Reina de Holanda, ubicada en el Dique 3 de Puerto Madero, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos. La iniciativa surgió de la Casa Ana Frank Argentina y la Embajada de los Países Bajos, que más tarde se transformó en proyecto de ley y fue aprobado por unanimidad en la Legislatura porteña.
Del acto participaron autoridades nacionales y porteñas, los embajadores de Holanda y Bélgica, representantes de distintos organismos sociales como el Inadi, el Centro Simón Wiesenthal y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), además de decenas de estudiantes de sexto y séptimo grado de ocho escuelas públicas y privadas de Capital Federal. También viajaron desde Holanda especialmente para el evento el rabino holandés Awraham Soetendorp, sobreviviente del Holocausto, y la artista Jet Schepp, creadora de la obra original.
“Los derechos humanos son memoria. La estatua de Ana Frank simboliza esto. Representa las convicciones y los valores de nuestra juventud”, aseguró Alberto Sileoni, ministro de Educación de la Nación, que aprovechó la inauguración para destacar las figuras de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, algunas presentes en el acto. Para el ministro de la cartera educativa representan la misma lucha por los derechos humanos que llevaron adelante en el país durante la última dictadura militar.
Sileoni destacó que “esta estatua nos recuerda que somos herederos y sobrevivientes. Estamos en el mundo y en la Argentina vivos sobre otros muertos y tenemos que ser transmisores de la memoria. La escuela tiene esa función. El trabajo de los sobrevivientes es ser transmisores porque, si ese horror se pierde, se puede volver a repetir. La memoria siempre debe ser un valor”.
Hernán Lombardi, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, señaló que “todas las ciudades del mundo tendrían que tener un monumento a Ana Frank. Pasar por este lugar va a permitir que la memoria recuerde los horrores del pasado para poder repensar el futuro. El dolor nos puede enseñar algo”. Por su parte, Héctor Shalom, titular de la Casa Ana Frank Argentina, consideró que “el monumento es memoria, es homenaje a las víctimas, es esperanza, homenaje a la resistencia, a todos los que en plena inhumanidad conservaron la humanidad y protegieron e hicieron que muchos puedan hoy contar su historia”.
Uno de los momentos más significativos ocurrió cuando habló el rabino holandés sobreviviente del Holocausto, Awraham Soetendorp. “Las chances para que yo no esté hoy parado acá eran muy grandes, y mi destino hubiera sido el mismo que de Ana y de otros 1,5 millón de bebés judíos que fueron asesinados si no fuera por el poder de la compasión”, aseguró Soetendorp, amigo personal de Otto Frank, padre de Ana. El rabino contó que logró sobrevivir al exterminio nazi gracias a una mujer alemana que, durante la ocupación, aceptó hacerse cargo de él, cuando tenía tres meses de vida y había sido escondido en una maleta.
De la misma manera que Sileoni, Soetendorp dedicó unas palabras a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. “Es la primera vez que estoy en la Argentina, pero hay un lugar que siempre tuve en mi corazón, que es la Plaza de Mayo. Ustedes, Madres y Abuelas, nos enseñaron una lección para siempre: la humanidad es un solo cuerpo y, cuando una parte duele, el cuerpo entero lo siente. Cuando no lo sentimos más, éste es el comienzo de la muerte y esa sensibilidad de ser una sola familia humana se hace cada vez más fuerte”, dijo.
“Es emocionante estar junto a la estatua de Ana Frank. Su cara está brillante, con esperanza y vida eterna. No hay nada mejor que estar el Día de los Derechos Humanos en la Argentina”, sostuvo el rabino. A su lado, Ana Frank permanecía erguida con sus pertenencias y parecía mirar fijo las aguas del dique.
Informe: Gonzalo Olaberría.
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