El Parque Lezama amaneció con un nutrido grupo de personas que se ubicó desde las 7 de la mañana frente al Monumento a la Confraternidad argentino-uruguaya, para evitar que avancen las obras de vallado perimetral iniciadas el martes por el Gobierno de la Ciudad.

“Estar a la mañana temprano fue una decisión que tomamos en asamblea para evitar que los obreros avancen específicamente en lo de las rejas. Por lo demás, la obra del parque siguió su curso sin ningún tipo de problema, ya que todos queremos que el parque termine de ser arreglado. Las rejas no estaban contempladas en la licitación de las obras, un vecino que paseaba a su perro se encontró con que estaban enrejando y avisó a la asamblea”, comentó Eva, integrante del consejo consultivo comunal a Página/12.

En junio de 2014 comenzaron las obras para poner en valor el Parque Lezama en una inversión que se estimaba en 23 millones de pesos. Según el PRO, a fines de noviembre del año 2014, el parque, con las refacciones que incluían puesta en valor de monumentos y obras de arte, aunque no hablaba de rejas, estaría abierto y como nuevo.

La colocación de un vallado, según Eva, “no había sido aceptada por los vecinos y en un lugar que es patrimonio histórico, es una decisión que la Ciudad no puede tomar sin consultar a la Comisión Nacional de Lugares y Monumentos Históricos, que aún no se expidió”. Se trata de una obra que, según el subsecretario de Uso del Espacio Público, Patricio Di Stéfano, responde a supuestos actos de vandalismo que la plaza sufrió en septiembre de 2014.

A ocho meses de iniciadas las obras, los vecinos de la Comuna 1 deben optar por pasear a sus perros en las calles, llevar a sus hijos a plazoletas y esparcirse en los lugares públicos que permanecen afuera de las vallas.