Jue 12.02.2015

SOCIEDAD  › DOS FALLECIDOS, DOS HERIDOS Y UNA AMBULANCIA BALEADA EN UN ENFRENTAMIENTO ENTRE BANDAS

Tiros y muerte en la villa del Bajo Flores

Mientras un médico de una ambulancia del SAME atendía a una mujer en la Villa 1-11-14, custodiado por policías y gendarmes, se desató un tiroteo a unos 30 metros. Cuatro personas resultaron heridas. Dos fallecieron en el Hospital Piñero, donde hubo incidentes.

Un aparente enfrentamiento entre bandas, en la Villa 1-11-14, derivó en la muerte de dos personas, otras dos heridas, una ambulancia baleada y la pretensión de un grupo de familiares de los heridos de ingresar armados al Hospital Piñero, pretensión frustrada por la guardia policial y de Gendarmería que se desplegó en el lugar. Más tarde, el director del Piñero, Cosme Pagano, dijo que “trabajar en las guardias médicas ahora es una profesión de riesgo”. Por su lado, la ministra de Salud porteña, Graciela Reybaud, admitió que los médicos de la Ciudad de Buenos Aires “corren peligro” y como causa señaló el avance del “narcotráfico” y los enfrentamientos entre bandas en zonas cercanas a los hospitales.

Según fuentes policiales, médicas y de Gendarmería, el episodio se inició en la madrugada de ayer, cuando un médico y un chofer llegaron en una ambulancia del SAME a la Villa 1-11-14 para atender un pedido de una mujer. “Una alerta roja”, describió más tarde, rodeado de periodistas, el conductor de la ambulancia, de nombre Claudio. Para ingresar a la 1-11-14, lo hicieron acompañados por un uniformado de la Metropolitana, pero además al ingreso de la villa pidieron custodia de Gendarmería.

La ambulancia del SAME entró a la villa hasta la vivienda de la paciente, ubicada a pocos metros de la avenida Esteban Bonorino al 2100, a una cuadra de Riestra. Mientras el médico entró a la vivienda, el chofer y el policía permanecieron en la calle junto a la ambulancia y los efectivos de Gendarmería. En ese momento empezaron los tiros. Según el chofer, los disparos se oían en un edificio que está ubicado a unos treinta metros del lugar donde se encontraban ellos, una esquina que en el vecindario conocen como “Gauchito Gil”.

Como los tiros no paraban, los uniformados avisaron al médico que había orden de retirada. Así, en la ambulancia, con las luces apagadas, y todos agachados (incluyendo al chofer que apenas asomaba la cabeza para ver por dónde retirarse) comenzaron las peripecias para salir del barrio. Lograron esquivar casi todos los proyectiles que no estaban dirigidos a ellos pero que igual, como se sabe, producen el mismo daño. Casi todos: una bala pegó en uno de los laterales de la ambulancia, a escasos centímetros de un tubo de oxígeno. “Si le daba al tubo volábamos todos por el aire”, atinó a explicar el chofer.

Poco después, una mujer de 28 años y un joven de 18 fueron trasladados con heridas graves al Piñero, ubicado a pocas cuadras del lugar, en un Fiat Siena negro. Ambos fallecieron. Con ellos llegó un joven de 17, que anoche permanecía internado. Un cuarto baleado fue trasladado al mismo hospital un par de horas más tarde.

Sobre el enfrentamiento, los gendarmes aseguraron que sólo intervinieron para disuadir disparando al aire con balas de goma. Alrededor de las 4, un grupo de familiares y amigos de los fallecidos se acercó al Piñero, varios de ellos armados, según dijo el chofer haber escuchado que “algunos decían”, y en forma aislada intentaron ingresar, lo que fue impedido por gendarmes y policías de las seccionales 34 y 36, que desplegaron un operativo.

Poco después, el director del hospital, Cosme Pagano, dijo a los movileros aglomerados alrededor de la entrada que “cuatro personas ingresaron al hospital, dos de ellas fallecidas y otras dos heridas de bala”, y agregó que familiares de estos últimos intimidaron al personal para que los atendieran. “Esta situación es realmente preocupante, se hace muy difícil para los colegas médicos seguir trabajado así, desgraciadamente estamos perdiendo la capacidad de asombro”, expresó el director médico, quien se mostró preocupado porque una ambulancia haya sido baleada cuando ingresó a un asentamiento. La gravedad del asunto la describió señalando que “quiero concientizar a la sociedad, acá se han perdido muchos códigos, antes había agradecimiento al profesional, ahora tiene que salir prácticamente corriendo por lo que pasa. Los profesionales están con tratamiento psicológico y uno está dudando de si van a volver a la guardia la próxima semana”, se lamentó. También, sostuvo que las guardias cambiaron: “El paciente necesita sacarse el problema de encima –sostuvo Pagano– y nosotros terminamos atendiendo casos que no son realmente urgencias, que pueden esperar hasta el día siguiente. La gente cambió mucho, está más demandante”.

Más tarde cerró la participación de funcionarios porteños la ministra de Salud de la Ciudad, Graciela Reybaud. “Nuestros médicos corren peligro”, aseguró la funcionaria. Y amplió: “El ser médico de guardia, hoy en día, nos trae una intranquilidad porque ante estos hechos, ya sea por cuestiones sociales o por cuestiones de narcotráfico, se pelean diferentes bandas y llegan al hospital en un estado de excitación que no se fijan que quien los recibe es alguien que va a hacer algo por ellos y los agreden”.

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