Dom 29.03.2015

SOCIEDAD  › MAS DE 4500 ESTUDIANTES ESTADOUNIDENSES VIENEN CADA AÑO A ESTUDIAR A LA ARGENTINA

El Sur como norte

A la hora de elegir un país en el cual estudiar una temporada, la Argentina es el segundo destino latinoamericano que más convoca a los norteamericanos. Aquí, algunos de ellos cuentan qué los trajo, qué encontraron y por qué.

› Por Soledad Vallejos

Cada año, más de 4500 estudiantes norteamericanos llegan a la Argentina en diferentes programas de intercambio. La tendencia no sólo no es nueva, sino que se sostiene desde hace un tiempo, el suficiente como para que el país renueve su segundo lugar en la lista de preferencias de destinos latinoamericanos, detrás de Costa Rica. Los estudiantes pueden quedarse algunas semanas, en programas cortos. Pero no son los únicos: también están aquellos que, en plan de inmersión casi completo, pasan un semestre, quizás un poco más. Hacen, básicamente, lo que cualquier estudiante de intercambio suele hacer en destino: conviven con otras familias, caminan otras calles, toman clases con profesores nativos, quizás hagan amigos locales. ¿Importa lo académico? Claro. Pero nada como el sabor de la experiencia de convertir el día a día en un pequeño, y propio, laboratorio social.

Del mapa (de palabras) al territorio

La luz de otoño inunda la residencia del embajador. En el primer piso de lo que fue el Palacio Bosch, frente a los bosques de Palermo, la ausencia del dueño de casa no opaca el murmullo –en inglés, con unos cuantos de los acentos posibles en Estados Unidos– de unos cien estudiantes. Es un día más en sus experiencias de intercambio, pero a la vez es un poco diferente, porque el Departamento de Estado norteamericano les depara información diferente: qué autoridades del Estado norteamericano son responsables de la actividad de la sede y las relaciones internacionales; qué hace su embajada en la Argentina; qué tanto han trabajado en común distintas áreas de esos estados. De repente, en la pantalla aparece una foto del actor Will Smith en la residencia: en 2013, aprovechó un alto en el rodaje de Focus para participar de un intercambio con estudiantes argentinos. Murmullo en el auditorio.

Un rato antes, una de las extranjeras contaba a este diario que hasta mediados del año pasado la Argentina era poco más que el nombre de un país lejano: “Sabía que tienen una región vitivinícola. Sabía que exportan carne y cueros. Y sabía algo de tango, sólo un poco. pero no sabía mucho más. Así que tenía mucho que aprender acá”. Cristina tiene 20 años, sigue un major en International Studies y otro en Spanish en Pepperdine University, la misma institución privada y confesional de la que provienen Ben y Rachel, los veinteañeros con los que comparte charla y campus porteño (que su universidad, californiana, inauguró en el 2000, en Belgrano). Llegaron en septiembre del año pasado, se irán a fines de abril. “Todos estudiamos en una misma casa acá, así que no vamos a una universidad argentina”, explica Cristina, que agrega que, de todos modos, “estudiamos con algunos profesores argentinos y seguimos tomando clases de español”.

–¿Por qué elegir Argentina?

–Mi universidad tiene programas de español en España y en la Argentina. Casi todas las universidades de Estados Unidos tienen programa de español en España, pero muy pocas en la Argentina. Y me interesa aprender política y cultura latinoamericanas, es diferente a lo que podría aprender en España.

–Ahora que llevás más de seis meses acá, ¿qué sabés de la Argentina?

–Tomamos muchas lecciones sobre el pasado argentino, historia moderna, algo de la situación política actual, en especial por ser un año electoral. También aprendimos historia del deporte, que acá es muy diferente a como es en Estados Unidos, resulta muy interesante de aprender.

La tierra prometida (por los poetas)

Ben es poeta, tiene 19 años y una timidez que se diluye, un poco, con el correr de los minutos. “Estudio español y escritura creativa en el programa de Hispanic Studies. ¿Por qué estoy acá? Porque estudio poesía, escribo, y me interesan la traducción literaria y la escritura.” Enumera autores que lee con tanta fruición, y a los que siente tan cercanos, que debió viajar para conocer sus mundos. Dice: Gelman, Borges, Girondo, Neruda, Vallejo.

–Vine a la Argentina porque Buenos Aires es una de las capitales culturales del mundo, hay un montón de arte y literatura, y muchas cosas artísticas surgen de esta ciudad últimamente. Conocí gente que traduce poetas argentinos contemporáneos al inglés y los hace circular. Muchas veces allá las universidades son muy eurocéntricas en sus programas, y es difícil encontrar otras cosas. Por eso me interesa tener un mejor conocimiento de la escena poética porteña y llevar eso a Estados Unidos.

–¿Haber venido a la Argentina te permite ver de otro modo esas mismas cosas que te trajeron acá?

–Me gusta mucho leer a Borges. Su prosa me gusta, pero en sus poemas hay cosas que realmente no podés entender hasta que caminás en estas calles, hasta que ves esto. Lo mismo pasa con Neruda, que vivió en Buenos Aires, y que en sus poemas habla mucho de caminar las calles de Buenos Aires. Leés los poemas de una manera muy diferente después de conocer la ciudad. Cambian. Es haber estado realmente allí.

A Rachel la fascinación no la abandona. Sigue dos programas, Negocios Internacionales y Relaciones Internacionales, vino porque quería aprender español (“amo el castellano”, dice en castellano) y por una magia que descubrió en los libros y permanece. “Buenos Aires es una ciudad tan única, tiene una oferta tan variada”, dice.

–Cuando pensaba en alguien de Buenos Aires, en un porteño, pensaba en alguien muy tenaz. Alguien que ha atravesado muchas situaciones políticas difíciles y sin embargo sale adelante, tiene mucha fuerza. Me parece muy respetable y es una de las razones por las que vine acá: quiero aprender el modo de ser porteño.

–¿Lo encontraste?

–Sí. Una de las cosas únicas de los porteños, o al menos de los argentinos que conocí, es que siempre están deseosos de ayudar a los demás. Es algo muy único. Además, es en realidad mi primera vez en una gran ciudad, porque vengo de Oregon, de una ciudad pequeña y de la que me fui a estudiar a California, que es pequeña también. Así que esto es como una introducción a la vida en la ciudad, cosas que nunca había vivido antes.

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