El jefe de la División Homicidios de la Policía Federal, Rodolfo Gutiérrez, aseguró en el juicio oral por el crimen de Angeles Rawson que tanto él como el juez de la causa se sorprendieron cuando la fiscal del caso, Paula Asaro, pidió la detención del portero Jorge Mangeri como presunto homicida. Según el comisario, hasta ese momento era “impensada” la participación de Mangeri en el hecho, quien terminó por autoincriminarse tras contar un relato “fantasioso” sobre supuestas torturas y amenazas que había recibido de la policía.

Gutiérrez reconoció que el padrastro, Sergio Opatowski, era observado como posible sospechoso hasta que Mangeri se autoincriminó en la fiscalía, el viernes 14 de junio del 2013. “En ese momento no sospechábamos de nadie, pero sería hipócrita si dijera que no se pensaba en el señor Opatowski”, recordó Gutiérrez ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9.

El comisario reconoció que, más allá de que “había que tomar distancia de la demonización que hacían los medios” del padrastro, la principal línea apuntaba a que el crimen podría estar vinculado con “alguna cuestión intrafamiliar”.

Gutiérrez agregó que a partir de que la empleada doméstica Dominga Torres declaró que aquella mañana Angeles “nunca ingresó” al departamento, el testimonio del portero cobró relevancia porque podría haber visto algo cuando la chica llegaba al edificio, pero se enteró de que Mangeri “no se había presentado a declarar en el horario convenido” y comenzaron a buscarlo por todos lados.

“El señor Mangeri seguía sin aparecer hasta que, por llamados telefónicos, surgió que estaba en lo de un amigo porque tenía miedo de ir a declarar”, dijo Gutiérrez.

“El juez se mostró sorprendido porque era impensada su participación en el hecho”, agregó y señaló que el portero “hizo un relato fantasioso de torturas y, a raíz de unas contradicciones, se tuvo que suspender su testimonial”. Gutiérrez dijo más tarde que Mangeri “pidió hablar con la fiscal y reconoció ser el autor del crimen”.