Una semana después del terremoto en Nepal, Unicef asegura que la salud y el bienestar de los niños afectados por el desastre “penden de un hilo, ya que muchos han quedado sin hogar, se encuentran en un estado de conmoción profunda y carecen de acceso a los cuidados básicos”. Debido a que la temporada del monzón está a sólo unas pocas semanas de comenzar, “los niños corren un mayor riesgo de contraer enfermedades como el cólera y las infecciones diarreicas y estarán más expuestos a las amenazas de deslizamientos de tierra e inundaciones”. “El terremoto ha provocado una destrucción inimaginable”, dijo Rownak Khan, representante adjunto de Unicef en Nepal. “Los hospitales están desbordados, escasea el agua, hay cuerpos todavía enterrados bajo los escombros y la gente aún duerme a la intemperie. Se trata de un caldo de cultivo perfecto para las enfermedades.” El terremoto del 25 de abril destruyó más de 130.000 hogares y dejó a 3 millones personas necesitadas de ayuda alimentaria. Hay unas 24.000 personas actualmente en 13 campamentos en Katmandú. En un país donde casi el 40 por ciento de los niños sufre retraso en el crecimiento, la nutrición infantil provoca una inquietud creciente. Por lo menos 15.000 niños con desnutrición aguda grave requieren alimentación terapéutica. “Es urgente que los niños de los 12 distritos más afectados vuelvan a su rutina normal mediante la creación de espacios amigos de la infancia, la apertura de escuelas y el acceso a servicios básicos, como la salud y el agua”, sostuvo el representante de Unicef en Nepal. Poco después del terremoto, Unicef dio una respuesta inmediata. Luego envió 85 toneladas de ayuda y ahora pide 50 millones de dólares para apoyar su respuesta ante la catástrofe.
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