SOCIEDAD › CON PRóLOGO DE ZAFFARONI, INSEGURIDADES, ACERCA DE LA RESPUESTA PUNITIVISTA
Roberto Samar, docente de la Universidad de Río Negro, compiló Inseguridades para abrir un debate acerca de las respuestas automáticas del punitivismo. Los medios, la niñez, las estigmatizaciones, los imaginarios sociales, la cárcel, la policía.
› Por Carlos Rodríguez
El libro, titulado Inseguridades, se propone como “una herramienta destinada a discutir el pensamiento lineal de ‘inseguridad’ que lleva a pensar que la resolución de los conflictos pasa por instrumentar una mayor violencia institucional e incrementar el número de detenciones”, teniendo en cuenta que entre 1996 y 2012, la población carcelaria en la Argentina creció un 140 por ciento. En diálogo con Página/12, Roberto Samar, compilador de un trabajo realizado por varios autores, con prólogo del ex ministro de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, señaló que “son necesarias otras estrategias para enfrentar el miedo por la ‘inseguridad’ que pregonan los medios de comunicación o los conflictos entre vecinos, que no se solucionan incorporando más policías o ejerciendo una mayor presión punitiva sino buscando fórmulas de inclusión y mediación”.
El libro consta de tres capítulos y un epílogo escrito por Gregorio Kaminsky, doctor en Filosofía y profesor en las universidades de Buenos Aires, Lanús y Río Negro. Los temas relacionados con la cuestión de la seguridad son: Medios de Comunicación, Derechos Humanos, Estado, Vulnerabilidad e imaginarios sociales. Samar explicó que el punto de partida es el título Inseguridades, porque “no existe la inseguridad, existen diversas situaciones y vulneraciones de derechos que generan distintos miedos según el sector social desde el que se mire”.
Lo que se buscó fue “desmenuzar aspectos de esta problemática multicausal y compleja que nos atraviesa”. A partir del eje de las “inseguridades” se analiza a fondo “el rol de los medios de comunicación, las estigmatizaciones, los imaginarios sociales, las formas en que se piensa la niñez, el lugar que ocupa la cárcel en el imaginario social, el accionar del Poder Judicial y la formación de las policías”. Todos esos aspectos son señalados como conceptos que “se retroalimentan en la construcción de esta problemática”.
Los tres grandes capítulos del libro son “Las inseguridades y los medios de comunicación”, “Inseguridades, vulnerabilidades y derechos humanos” y por último “Inseguridades y el rol del Estado”. El propio Samar firmó uno de los artículos, “Imaginarios y miedos”, donde analiza “los imaginarios sociales y las estigmatizaciones que circulan en la sociedad y que se fortalecen a partir del discurso del miedo que propaga” lo que identifica como la “criminología mediática” y las consecuencias concretas que esto tiene en la políticas públicas en materia de seguridad.
En el mismo capítulo, el periodista Guillermo Berto escribió sobre “El delito y el rol de los medios”, poniendo el eje en el manejo que se hace de la noticia policial, tomando en cuenta el rol que juegan los grandes medios, en manos de “empresas con intereses económicos y políticos”. Por su parte, Silvio Waisbord, en “La ‘mediatización’ de la violencia y la seguridad ciudadana”, propone pensar en “la violencia y su vínculo con los medios de comunicación sin descuidar el contexto social, ya que éste será determinante de las percepciones”. Por eso propone situar a los medios de comunicación como mediadores de conflictos y no como generador de miedos.
El primer capítulo se completa con el artículo “Juventudes en el relato televisivo”, a cargo de la periodista Soledad Arréguez Mano- zzo y el propio Samar, quienes analizan “la estigmatización de los jóvenes” que propician los canales de TV y “el discurso consumista” que atraviesa a la juventud.
“Inseguridades, vulnerabilidades y derechos humanos” es un capítulo del que participan Beatriz Gentile y Marcelo Medrano. Ellos se preguntan si los DD.HH. constituyen, en los hechos concretos, un sistema de protección para los más débiles. Los autores reflexionan sobre “qué entendemos por seguridad, el ejercicio de derechos y la gestión de las conflictividades sociales como contrapunto de los discursos hegemónicos de la mano dura”.
En su segundo capítulo, el libro desarrolla los siguientes temas: “Adolescentes NINI. Ni menores ni jóvenes, ni conflictivos ni locos. Infancia, adolescencia y cuestión penal” (por Germán Darío Martínez), y “La cárcel: ese horror que nos tranquiliza”, donde Silvia Couyoupetrou analiza la visión del encierro en el imaginario social y la criminalización de los pobres. En su capítulo final, el tema tiene que ver con las inseguridades y el rol del Estado. Martín Díaz y Fernando Casullo escribieron un artículo titulado “Tras las huellas de las instituciones de Seguridad: la formación policial en Río Negro desde el Territorio Nacional”. En este segmento analizan la formación policial y el rol de las policías, en América Latina, reemplazando a las Fuerzas Armadas en el control de la ciudadanía y no como garante de la seguridad del ciudadano.
En el prólogo, Zaffaroni sostuvo que “en la etapa de poder planetario que vivimos –que suele llamarse globalización–, nada es aislado y juzgaríamos muy mal nuestros problemas si los considerásemos como un puro producto argentino o latinoamericano, como también si no contextualizamos nuestros problemas desde la perspectiva del poder”. Puntualizó que “lo que se disputa en el planeta es el poder, entendiendo como tal la determinación y eventual dominación de las conductas ajenas”.
Luego de realizar un análisis histórico, aseguró que “lo que se debate hoy es el modelo de Estado y la sociedad que se procura formatear y no sólo una cuestión de penalistas y criminólogos. Al modelo redistributivo de la posguerra (alude a la Segunda Guerra Mundial) se opone otro, que considera toda tentativa de distribución de renta como una expropiación”.
Según Zaffaroni, el objetivo sería “una sociedad soñada por los ideólogos del fundamentalismo de mercado en que habrá un 30 por ciento de incluidos y un 70 de excluidos”. Se trata de un modelo de sociedad que “requiere un control social fortísimo para contener a los excluidos y a los disidentes”. En ese escenario “el narcotráfico es tan funcional (...) que cabe preguntarse si se trata de crimen organizado o de una organización del crimen”.
Al retomar el tema del control social por medio de las fuerzas de seguridad, precisó que “está cada día más al servicio de corporaciones que concentran capital, pero no conforme lo había previsto Marx”, porque “el capitalismo no se extendió a todo el mundo como lo soñaba y como paso previo al socialismo, sino que hoy, por lo menos formalmente, unas sesenta personas son titulares de bienes equivalentes a los de miles de millones de habitantes más pobres del planeta”. En ese marco, “el control social punitivo es mucho más perverso e insidioso”.
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