Sáb 27.06.2015

SOCIEDAD  › EL JUICIO AL SOMMELIER LUCIANO SOSTO SE REALIZARA EN OCTUBRE

Una familia en su laberinto

En diciembre de 2013, el empresario gastronómico llamó a la ambulancia y aseguró que había encontrado a su madre agonizando. Los investigadores lo acusan de haberla violado y asesinado horas antes. Su padre, que lo defiende, no podrá ser querellante.

El juicio oral al sommelier y empresario gastronómico Luciano Sosto, acusado de haber violado y asesinado a su madre en 2013, comenzará en octubre, y el tribunal que realizará el debate dispuso que su padre –y ex pareja de la víctima, de quien se encontraba separado al momento del asesinato– no podrá ser querellante, porque lo defiende. Carlos Sosto, padre del acusado, “no puede actuar como querellante cuando, en vez de impulsar la acusación, defiende a su hijo”, señalaron fuentes del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 8. “Sosto (hijo) ya tiene un defensor y dejar a esta querella hubiera sido permitir que el imputado tenga una defensa paralela”, agregaron. El abogado Fernando Díaz Cantón, representante del padre del acusado, adelantó que su cliente aceptó la decisión y que de todos modos él mismo asistirá a las audiencias “como público”.

Por el crimen de Estela Garcilazo, Sosto será juzgado a fines de octubre en audiencias a cargo del tribunal que integran Alfredo Alejandro Sañudo, Ricardo Angel Basílico y Fernando Larraín. La fiscal de juicio será Diana Goral y la defensa de Sosto estará encabezada por el abogado Guillermo Schmidt.

Sosto, que como sommelier obtuvo premios internacionales y como empresario fue dueño del restaurante Lucky Luciano, de Palermo, está preso en el penal de Marcos Paz desde hace un año y medio, cuando el juez de instrucción 1 porteño, Hernán Martín López, lo detuvo como autor del crimen de su propia madre. En el requerimiento de elevación a juicio, la fiscal de instrucción Graciela Bugeiro solicitó que Sosto fuera juzgado por el “homicidio y el abuso sexual” de su madre, ambos agravados por el vínculo, delitos que prevén una pena de prisión perpetua. Garcilazo fue asesinada el 26 de diciembre de 2013 en un edificio de Seguí al 4400, en el que vivían el acusado y la víctima, cada uno en pisos diferentes.

Ese día, alrededor de las 15, Sosto llamó al servicio de emergencias del Hospital Alemán a las 15 y aseguró que había encontrado a su madre agonizando, tirada boca abajo en la cocina del departamento que habitaba. La médica de la ambulancia advirtió que la mujer llevaba muerta algunas horas y que tenía varios golpes, por lo que pidió al ambulanciero que diera intervención a la policía con un “código azul”. En su requerimiento, la fiscal Bugeiro detalló que Sosto se puso nervioso con la llegada de la policía y que se inquietó cuando le informaron que se practicaría una autopsia sobre el cadáver.

En la morgue, los forenses determinaron que Garcilazo había sido asesinada y que la causa de muerte fue “asfixia por estrangulación manual”. Por ello, Sosto quedó detenido cuando fue a la comisaría 23 a preguntar si podía retirar el cuerpo de su madre.

La información de la muerte resultó clave en la causa, ya que estableció que Garcilazo fue asesinada entre las 7.30 y las 11.30 de aquel 26 de diciembre, por lo que el juez y la fiscal sostienen que los llamados al servicio de emergencias a las 15 fueron simulaciones de Sosto para encubrir el crimen.

En el departamento del acusado, los policías encontraron un monedero con 10.800 pesos y una bolsa de papel con otros 6000, dinero que su ex marido y padre de Sosto –de quien estaba separada– le pasaba mensualmente. Una de las hipótesis de los investigadores es que ese dinero podría haber estado vinculado con el móvil del crimen, porque Sosto reconoció que era consumidor habitual de marihuana y cocaína y los pesquisas no descartan que necesitara dinero en efectivo para comprar dosis.

Durante las indagatorias, Sosto aseguró que el día anterior a la muerte de su madre lo había pasado encerrado en su propio departamento, viendo pornografía y consumiendo cocaína. La investigación estableció que el mismo día del asesinato, mientras se esperaba que la Unidad Criminalística llegara al edificio para retirar el cadáver de Garcilazo, Sosto envió mensajes de texto a su vendedor habitual para pedirle cocaína.

La autopsia determinó que en la vagina de Garcilazo había restos de una de las proteínas del semen. Sosto se defendió diciendo: “No me gustan las mujeres. Menos las mujeres grandes y mucho menos una persona que es mi madre”.

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