Dom 28.06.2015

SOCIEDAD  › LA INCREIBLE HISTORIA DE UN RESTAURADOR EN EL MUSEO QUINQUELA

“Me hicieron una cama porque no me callaba”

Tommasso Pancaldi vivió décadas en Europa y se especializó en pintura, vidrio y ornamento arquitectónico. Contratado por el gobierno porteño, lo terminaron acusando para que no denuncie un desastre en el patrimonio.

El restaurador de arte Tommaso Pancaldi lleva varias décadas de ejercer esta profesión y con sus manos salvó numerosas pinturas, esculturas y ornamentos que datan de cientos de años. Luego de transitar una vida entre Argentina y Europa, se instaló en Italia hasta que a finales de 2012 fue contratado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para trabajar como restaurador en el museo Benito Quinquela Martín de La Boca. En tres años y medio de trabajo, Pancaldi encontró una serie de irregularidades en el mantenimiento de las obras, que comenzó a denunciar. Desde el PRO, desoyeron sus denuncias y no le renovaron el contrato.

“Yo soy nacido en Trenque Lauquen. Estuve varias veces en Argentina pero desde los setenta viví principalmente en Italia, en diferentes ciudades. Allí me especialicé como restaurador no sólo de pinturas, sino de vidrios y otras estructuras arquitectónicas. En los ‘90, trabajé por un tiempo en el Castagnino de Mar del Plata, donde restauré obras de Prilidiano Pueyrredón”, contó el artista a Página/12.

Entre 1998 y 2012, el restaurador trabajó en Europa y visitó Argentina esporádicamente, hasta que en una visita a su familia se contactó con el museo Quinquela. Según Pancaldi, su primera impresión del lugar fue “que estaba en apariencia bien mantenido. Trabajaban alrededor de 35 personas entre vigilancia, mantenimiento y administración. Todo en un ambiente ameno donde la mayoría nos llevábamos bien”.

Sin embargo, en el depósito de almacenaje de las obras de arte, el restaurador se encontró con que “sólo hay tres personas contratadas para cuidar un número bastante mayor a mil obras de arte. En ese lugar trabajaba, entre otros, Víctor Fernández como restaurador”. Fernández es el actual director del museo. Al lugar habían asistido estudiantes de restauración para “practicar con los cuadros, y entre otras cosas habían puesto enduido para rellenar los lugares donde se había horadado el lienzo. Habían limpiado los cuadros con trozos de algodón. Eso es algo que se hace despacio y con un hisopo”, explicó el artista al tiempo que mostraba cómo hacer los movimientos suaves y circulares con ese elemento.

Según Pancaldi, la dirección del museo le ofreció 180 mil pesos repartidos en 14 meses para restaurar algunas obras. “Me encantó la idea de trabajar con las obras del maestro Quinquela, así que devolví mi pasaje a Italia”, explicó Pancaldi. “En ese momento no me di cuenta de que me habían hecho un contrato basura, pero no tardé en notarlo porque fueron muy irresponsables con el pago. Esto no me hubiera molestado tanto, pero también faltaban materiales básicos para trabajar, algunos de los cuales terminaba comprando yo. Me llegaron a tildar de ‘pedigüeño’”, comentó.

“Cuando empecé a pasar revista a los racks del depósito me encontré con cuadros históricos que estaban muy dañados. Había un cuadro de Quinquela, Crepúsculo, entre los que peor estaban. Ese cuadro, el maestro Quinquela no se lo quiso vender a nadie, incluso se lo quiso comprar Benito Mussolini y él dijo que quería que su obra estuviera en este país”. Agarrándose las manos, Pancaldi se lamentó: “El Crepúsculo de Quinquela fue destrozado por alguna bestia que lo dejó todo rosado y le borró el cielo. Era el cuadro más querido de este maestro... yo vivía horrorizado ahí adentro”, expresó con tristeza.

En otras obras, como las de Miguel Carlos Victorica, Pancaldi tuvo que “rascar el barro armado por pigmentos disueltos, porque los cuadros no se limpiaban. Tuve que buscar colores originales y entre poro y poro retocar los puntos para darle a la obra algún tipo de lectura coherente. Varios de estos trabajos los hice por fuera de lo convenido, por el estado en que encontré las obras del depósito”.

Cuando Pancaldi se encontró con esta situación de las obras, intentó acudir a las autoridades del museo. Sin embargo, según contó a este diario, le dijeron que “protestaba demasiado y que no debía comentar cuestiones internas por ahí”. Fue por ello que decidió contactar al ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Hernán Lombardi. “Le escribí un primer mail en abril del año 2013, contándole que encontraba en un estado lamentable la conservación de las obras culturales del país que descansan en el museo, y jamás recibí respuesta”, explicó Pancaldi. “Ya para finales de ese año escribí un mail diciendo que era un restaurador que había encontrado en un estado desastroso las obras y que quería contactar a aquellos irresponsables que habían estado previamente como restauradores. Fui amenazado por la dirección y me impidieron seguir hablando de estos temas”, explicó el artista.

A finales de 2014, la directora del museo que estaba en ese momento llamó a Pancaldi a su oficina.”Terminamos discutiendo y ella se tiró al piso y dijo que yo la había querido golpear. Esta escena me dio bastante impotencia y vergüenza ajena pero encima terminé con una denuncia”. Según el restaurador, ese episodio fue “una cama para dar por cerrado el contrato y dejarme en la calle. Porque mi trabajo venía siendo intachable pero yo me volví peligroso porque no me callaba”, explicó.

De esta forma, Tommaso se quedó “sin trabajo y sin poder volver a Italia. Pero me fui con la certeza de que tenía que denunciar, como profesional, lo que pasa en una de las casas que tienen el patrimonio artístico nacional”. Por este motivo, radicó una “denuncia en la Defensoría del Pueblo” y atestiguará lo que sabe “para que no se sigan dejando morir las obras de los maestros que están en el Quinquela”.

La entidad que coordina los museos porteños no quizo hacer comentarios para esta nota.

Informe: María Fernanda Rezzano.

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