En China, por ejemplo, una de las ventajas evidentes es que el aire que se respira en el interior de los edificios de BSB es totalmente limpio. Se encargan de ello los purificadores que fabrica la propia empresa, cuya eficacia se muestra en las pantallas LED que recogen en tiempo real la concentración de partículas nocivas tanto dentro como fuera de la torre. Mientras el aire gris de Changsha supera los 300 microgramos por metro cúbico, apenas se alcanzan los diez microgramos dentro del Hotel Ark, una de las construcciones estándar de 15 pisos que BSB levantó en seis días y que utiliza en su sede de la capital de Hunan para convencer a clientes e inversores. Y la temperatura también está regulada por un sistema de climatización central que, gracias a las innovaciones de los científicos que trabajan en los impresionantes laboratorios de la compañía, apenas consume electricidad. Por si fuese poco, cada unidad habitable cuenta con un completo sistema de separación de desechos y reciclado.
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