SOCIEDAD › DOS POLICíAS BALEADOS EN LANúS POR UN VECINO QUE LOS CREYó LADRONES
Dos sargentos fueron recibidos a los tiros por un vecino desde cuya casa, momentos antes, habían llamado al 911 para denunciar un asalto. Los policías entraron por un pasillo y, desde el fondo, el vecino los creyó ladrones. Uno de ellos fue herido en la frente.
Dos policías baleados por un vecino fue la síntesis de la historia policial de ayer, a la madrugada, en Lanús. No se trató de un hecho de locura, si se analiza desde la perspectiva espontánea, sino como repercusión de la concatenación de errores, acciones desafortunadas y el temor instalado en algunos sectores de la sociedad. Un vecino había llamado al 911 pidiendo ayuda policial por un supuesto robo que estaba en curso en algún sector de la misma vivienda. Y cuando los policías llegaron fueron tomados por ladrones y recibidos a tiros. Un sargento estaba ayer en coma con un disparo en la frente y otro había recibido un tiro en el cuello pero fue intervenido y se recuperaba.
El llamado al 911 fue realizado durante la madrugada de ayer, alrededor de las 5, desde una casa de la calle 1º de Mayo al 2200, casi esquina Ruiz de Ocaña, en Remedios de Escalada, Lanús Este. De inmediato, dos patrulleros con cuatro uniformados en su interior acudieron al lugar. El inmueble, de una planta, tiene en el fondo otra vivienda a la que se accede por un pasillo lateral. El vecino que vive en el frente es familiar del que vive detrás.
No está claro, o al menos no se informó, cuál de los dos vecinos llamó al 911, pero cuando los policías llegaron, cuatro en dos patrulleros, fueron recibidos por el vecino del frente, quien les proporcionó la llave de la puerta de rejas blancas del pasillo.
Abierto el portón, dos sargentos comenzaron a caminar por el pasillo hacia el fondo. En ese momento, desde una ventana que se encuentra en la casa del fondo les empezaron a tirar. Un sargento de 26 años cayó con un tiro en la frente. El otro, de 33, con un disparo en el cuello.
El audio de la conversación del operador y los uniformados marcó la tensión de la tragedia.
–En Ocaña, en Ocaña, mandá rápido –reclama una ambulancia una mujer policía que se encontraba en el lugar.
–Ruiz de Ocaña mandá apoyo –le pide al operador otro uniformado desde el lugar.
–Ambulancia rápido, ambulancia –dice la mujer policía mientras otra encima su voz y pide–: ¡Ambulancia! ¡Una ambulancia!
–Dos heridos graves, rápido –describe el uniformado que está en el lugar.
–Una ambulancia, ambulancia, se me está muriendo el compañero –insiste muy angustiada la mujer policía.
–Cargalo en el móvil y llevalo –dice el operador que en ese momento no entendía que eran dos los heridos.
–Mandá más móviles para rodear toda la manzana. No sé cuántos tipos adentro. Están tirando –describe el policía.
–¡Se está muriendo el pibe! –se escucha demandar a un cuarto uniformado.
–Negativo la ambulancia, se fueron nuestros compañeros con los móviles –dice la mujer policía.
Del audio se desprende que hasta pasado un buen rato los uniformados seguían creyendo que los disparos habían sido realizados por algún asaltante. Pero no. Los disparos los había realizado el pariente que vive en la casa del fondo, quien con el pasillo a oscuras, la tensión del momento y algunos datos que anoche faltaba aclarar disparó, creyendo que se trataba de los ladrones que su pariente del frente denunció haber creído ver en la casa del fondo.
Pero eran los policías. El vecino que disparó quedó detenido.
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