SOCIEDAD › A 30 AÑOS DE LA CAIDA DEL CLAN DE ARQUIMEDES PUCCIO
El 23 de agosto de 1985, un allanamiento en una casa de San Isidro desbarataba la fachada de una familia presuntamente normal. Ahora, una película, un libro y una serie repasan los crímenes del clan que enlazó delito económico, nexos con la dictadura y sangre fría.
› Por Carlos Rodríguez
Su tocayo griego, Arquímedes de Siracusa, fue físico, ingeniero, inventor, astrónomo y matemático. Para no ser menos, sin importar la nobleza o legalidad de sus títulos, Arquímedes Puccio fue un militar vinculado con la ex SIDE, con la agrupación de ultraderecha Tacuara e incluso con la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Aunque también fue contador público y se recibió de abogado en el ocaso de su vida, el nombre de Arquímedes Puccio está marcado a fuego en la historia policial de la Argentina por haber sido el jefe de un “clan” familiar autor de una serie de secuestros extorsivos que, en la mayoría de los casos, terminó en homicidio, a pesar de haber cobrado el rescate. La organización crimi-familiar, que funcionó entre 1982 y 1985, fue desactivada un día como hoy, treinta años atrás, cuando la policía allanó la casa de los Puccio, en 25 de Mayo y Martín y Omar, en San Isidro, donde todavía se tejen morbosas historias en torno del sótano de la vivienda, donde mantenían encerradas a las víctimas.
En esos años de fines de la dictadura militar y comienzos del regreso a la democracia, el llamado Caso Puccio no fue el único. Antes se habían conocido otros hechos similares, como el secuestro del financista Fernando Combal, a manos del agente de inteligencia del Batallón 601 Leandro Sánchez Reisse. La particularidad de la banda que lideró el Arquímedes de San Isidro es que dos de sus integrantes activos eran hijos suyos, además del siniestro detalle de un sótano para nada VIP.
Antes de convertirse en Don Corleone, Arquímedes fue contador público y trabajó para el Ministerio de Relaciones Exteriores. Su relación con la Triple A surge del hecho de que fue colaborador el ex ministro José López Rega, en el Ministerio de Bienestar Social, entre 1973 y 1976. Cuando ya era militar retirado, se mudó con su familia a la casona de San Isidro, un ascenso en la clase social. Puccio se había casado con Epifanía Angeles Calvo, con quien tuvo cinco hijos: Alejandro, Silvia, Daniel, Guillermo y Adriana.
Los hijos que lo acompañaron en su perfomance como secuestrador fueron Alejandro, ex wing del Club Atlético San Isidro (CASI) y, en forma ocasional, de Los Pumas, y Daniel, apodado Maguila. Los otros miembros activos de la banda fueron el también militar retirado Rodolfo Franco y sus amigos Guillermo Fernández Laborde y Roberto Oscar Díaz.
El primero de los secuestros atribuido a la banda fue el de Ricardo Manoukian, de 24 años, ocurrido el 22 de julio de 1982. Manoukian era rugbier, conocido de Alejandro, y jugaba en el club Pueyrredón; fue asesinado a balazos nueve días después del secuestro, sin tomar en cuenta que su familia había pagado un rescate de 250 mil dólares.
El segundo caso confirmado fue el de Eduardo Aulet, de 25 años, ingeniero y jugador del San Isidro Club (SIC). A él lo capturaron el 5 de mayo de 1983 y lo asesinaron ni bien cobraron los 100 mil dólares fijados como rescate. El cuerpo de Aulet fue encontrado cuatro años más tarde.
El 22 de junio de 1984, la víctima fue el empresario Emilio Naum, de 38 años, dueño de la firma de ropa Mac Taylor, conocido de Arquímedes, asesinado de un balazo en el pecho al resistirse al secuestro. Naum iba en su coche y se detuvo cuando, desde otro auto, vio que Arquímedes lo saludaba. Cuando vio que querían secuestrarlo, intentó escapar y Fernández Laborde lo mató de un balazo, según confesó durante el juicio.
Las actividades delictivas del clan terminaron el 23 de agosto de 1985, hace treinta años, cuando intentaban cobrar el rescate por el secuestro de la empresaria Nélida Bollini de Prado, de 59 años, a quien la Policía rescató sana y salva de la casona de los Puccio en San Isidro, donde había pasado 32 días cautiva en el sótano acondicionado especialmente por Arquímides, quien había hecho construir allí una celda.
Luego del escándalo y las detenciones, Alejandro Puccio, durante un traslado al Palacio de Tribunales, en Talcahuano al 500, saltó al vacío desde el quinto piso y cayó sobre los puestos instalados en la planta baja del edificio, en un intento fallido de suicidio. Pudo sobrevivir, pero las lesiones sufridas se agravaron luego de que fuera condenado a cadena perpetua y llevado a prisión, igual que su padre.
En la cárcel, Alejandro estudió psicología y salió en libertad, bajo el régimen de libertad condicional, en 2007, pero murió al año siguiente, a los 49 años, cuando era atendido en un centro asistencial de Avellaneda.
Arquímedes fue condenado en diciembre de 1995 a reclusión perpetua, pero dada su avanzada edad, le dieron prisión domiciliaria. En 2002 lo llevaron de nuevo a una cárcel de La Pampa, luego de que se comprobara que salía en forma reiterada de su casa.
Durante el tiempo que estuvo detenido, Arquímedes se recibió de abogado, en 2008 recibió la libertad condicional y fijó domicilio en una casa del barrio El Molino, en General Pico, La Pampa. Separado de la madre de sus hijos, vivió hasta su muerte en compañía de una mujer de 48 años, de nombre Graciela, quien habría sido cliente del estudio jurídico que el jefe del clan había instalado en Pico. Puccio falleció el 3 de mayo de 2013 como consecuencia de un accidente cerebrovascular (ACV).
Arquímedes tenía 84 años y en la misma casa que compartía con su pareja, se había instalado un predicador de la Iglesia Evangélica, religión que practicaba desde la cárcel. Fuentes policiales dijeron que no recibía visitas ni mantenía relación con sus familiares. Su hijo Daniel, a quien llamaban Maguila, estuvo preso un par de años, pero consiguió la excarcelación y desapareció. Nadie sabe dónde vive hoy, si es que sigue vivo, aunque había datos sobre su paso por Brasil y por Nueva Zelanda, donde está su hermano Guillermo, que en algún momento fue sospechoso de haber participado en las actividades del clan, aunque eso nunca se confirmó. En 1999 Maguila fue condenado a 13 años de prisión, una sentencia que nunca se hizo efectiva porque la Justicia no pudo encontrarlo.
En cuanto a las hijas de Puccio, Silvia murió en 2011 y la menor, Adriana, tenía apenas 13 años cuando su padre y se hermano fueron presos. La ex mujer de Puccio alquiló la casona de San Isidro a dos diseñadores a quienes exigió, mediante una cláusula, que nunca permitieran que se fotografiara o se filmara el interior de la vivienda. De la banda, sólo sigue preso Fernández Laborde, condenado como autor material de los crímenes de Naum y Manoukian.
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