Jue 27.08.2015

SOCIEDAD  › PRESIDENCIA ENTREGó RECONOCIMIENTOS A PROYECTOS EDUCATIVOS

Trabajar la tierra, adentro

La 11ª edición de los Premios Presidenciales Escuelas Solidarias distinguió con el primer puesto a la huerta creada por internos de una penitenciaría de Esquel como parte de la materia de biología, en la secundaria que funciona en la unidad penal, que tiene 80 alumnos.

La pequeña huerta produce plantas medicinales que luego se convierten en cremas, talcos, lociones, piojicidas, jabones y polvos cicatrizantes. El plus del proyecto productivo es que sus hacedores son un grupo de presos que realizan su tarea en una porción de tierra ubicada dentro de la Unidad Penitenciaria 14, en la localidad chubutense de Esquel. El emprendimiento obtuvo el primer puesto en el certamen Premios Presidenciales Escuelas Solidarias, organizado por el Ministerio de Educación de la Nación. El taller que permitió la formación de los internos se dicta en el marco de la clase de biología de la escuela secundaria 791, que funciona dentro del penal y a la cual asisten cerca de 80 de las personas que se encuentran alojadas en la unidad.

El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, encabezó la entrega de distinciones a los proyectos que participaron de la convocatoria correspondiente al año en curso. El acto se hizo en el Salón Leopoldo Marechal de la cartera educativa. El titular del área afirmó que “no es cierto que la educación argentina no encuentra norte” y puso como ejemplo “el amor que hay detrás de cada uno de estos educadores, el entusiasmo que hay en estos niños y jóvenes, que cumplen con su deber yendo más allá de su obligación y participan de estos proyectos, porque lo quieren hacer” es “la representación de las 50 mil escuelas argentinas” y que en esta undécima presentación del certamen presentaron más de 1700 experiencias educativas.

Los que lograron el primer premio, este año, fueron 15 internos que aprendieron a cultivar plantas medicinales en la huerta, entre ellas las caléndulas, pero que están capacitados para elaborar “preparados herbarios” para convertirlos en lociones, cremas para la piel, jabones artesanales, ungüentos para tratar problemas dermatológicos y otros productos que se venden en Esquel o son donados a los médicos rurales. El taller funciona desde 2012 debido al “interés por aprender en los muchachos que venían a la clase de biología y por el cariño que evidenciaban hacia las plantas; ellos se apropiaron del lugar, cuidan la huerta y se comprometieron tanto que se ha generado un impacto altamente positivo en sus conductas”, resaltó María Pemberton, bióloga y una de las impulsoras del taller.

“De lo que se trata aquí es de recuperar derechos, y la educación es un derecho humano, no importa que se dé en un contexto de encierro. Ellos traen sus conocimientos ancestrales que aprendieron en su contacto con los pueblos originarios y aquí aprendieron a valorizar, además, los conocimientos científicos sobre las plantas”, agregó Pemberton.

Una de las cosas que más valoraron los docentes fue “la experiencia solidaria y el trabajo coordinado y en equipo que deben aplicar los internos para llegar al producto terminado” y también “para satisfacer los pedidos, ya que es cada vez más la cantidad de cosas que nos piden que hagamos”, refirió la docente.

Sostuvo que los propios internos “llevan la contabilidad del taller, saben a quién le dieron tantos jabones, piojicidas, talcos o lociones, y muchos de ellos cuidan las lombrices necesarias para que crezcan las plantas e inclusive muchos manifiestan tanto cariño que hasta les hablan a las plantas que cultivan”.

“Este premio significa muchísimo para ellos –subrayó Pemberton–, porque se valora lo que hacen unas personas que de repente se encontraron con que se les cerraban todos los caminos.” Patricio, un alumno que ya está en libertad y que participó de los talleres, dijo que “esto es parte de lo que significa invertir en educación. Todo el taller es por la voluntad de unas personas que vienen a enseñar y que son adorables pese a estar en un ámbito carcelario”.

“Esto es abrir posibilidades para las personas que están encerradas, es como darle un impulso en la vida para alguien que no pudo o no supo hacer nada, o que la sociedad lo marginó y que descubrió capacidades que no sabía que podían existir y hoy logran disfrutar.”

Esta fue la undécima edición de los Premios Presidenciales Escuelas Solidarias, en donde se presentaron más de 1700 experiencias educativas solidarias, con una importante participación de establecimientos secundarios. La propuesta busca que niños, niñas y jóvenes consoliden sus trayectorias escolares y se involucren en la transformación de la realidad junto con otros actores sociales, promoviendo una cultura participativa, solidaria y de compromiso ciudadano.

Desde su primera edición, el premio lleva recopilados 28.875 proyectos, puestos en marcha por 16.764 establecimientos educativos de todo el país, que han involucrado a 2.194.088 estudiantes y 76.521 docentes.

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