SOCIEDAD › EN LA CUMBRE DE PARIS, LA POLITICA HACE PELIGRAR EL PACTO PARA REDUCIR EMISIONES
Por la reticencia de los países responsables de la mayor cantidad de emisiones, peligra el compromiso de alcanzar la meta de bajar en dos grados la temperatura terrestre en 2100. A la vez, una cumbre de mil alcaldes acordó el uso de energías renovables.
Tras el envión diplomático que supuso la presencia en París de más de 150 líderes mundiales en el comienzo de la Conferencia del Clima (COP 21), representantes de distintos países lamentaron que sus pares de naciones responsables de la mayor cantidad de emisión de gases de efecto invernadero no parezcan dispuestos a alcanzar acuerdos con vistas a reducirlos. Representantes de distintos países aseguran que aún está lejos el objetivo de bajar a dos grados la temperatura del planeta para el año 2100. Un principio de acuerdo ya contempla los planes de países en desarrollo que no contribuyeron mucho –hasta ahora– al calentamiento global, pero que podrían convertirse en los mayores emisores en el futuro. La idea de distinguir el esfuerzo que debe hacer cada país en función de su responsabilidad y sus capacidades es un campo minado que los diplomáticos deberán sortear por estos días. Los negociadores tienen hasta hoy para entregar un borrador a los ministros de Energía o Medio Ambiente. En tanto, en el Hôtel de Ville de París la alcaldesa Anne Hidalgo recibió a más de un millar de sus pares de todo el mundo para analizar “el papel de las ciudades en la lucha contra el cambio climático”. Por último, India anunció que en 2016 pondrá en marcha un plan para desalentar el uso de los coches particulares y fomentar, en su lugar, el empleo del transporte público en Nueva Delhi, la capital más contaminada del mundo en términos de concentración de micropartículas.
Tras el fracaso de la cumbre de Copenhague, la COP21 inaugurada el pasado 30 de noviembre dejó de momento como dato relevante la presencia activa de las dos mayores economías y más fuertes contaminadores del planeta, China y EE.UU., que presentaron sus respectivas metas de reducción de gases de efecto invernadero. Sin embargo, esas potencias mostraron diferencias en la financiación de los esfuerzos, el carácter vinculante de un acuerdo y los mecanismos de verificación de lo pactado.
“Las finanzas harán triunfar o naufragar el acuerdo”, advirtió la embajadora sudafricana Nozipho Mxakato-Diseko, del grupo de 134 países en vías de desarrollo (G-77).
El presidente de la cumbre sobre el clima, Laurent Fabius, convocó a todos los participantes a mostrar más disposición al diálogo en medio de conversaciones que parecen estancadas. “Hace falta un espíritu de compromiso para avanzar. Ya no hay más margen”, remarcó el ministro de Exteriores de Francia a los negociadores de los países, que hoy deben presentar un borrador del texto final. Los planes presentados hasta ahora están lejos de llevar a disminuir en dos grados la temperatura terrestre hacia el 2100.
Otro tema clave gira en torno de qué ocurrirá después de 2020, año en que se estableció que los países ricos sumen un fondo de 100 mil millones de dólares anuales en ayuda a regiones pobres de Africa e islas del Pacífico. “Tenemos distintas capacidades, debemos llegar a un acuerdo que refleje esas realidades y enfrentar esa papa caliente”, dijo Pa Ousmano, de Gambia, aludiendo a la “diferenciación” entre países ricos y en desarrollo sobre las medidas, el camino y los medios financieros o tecnológicos para combatir el cambio climático. Para lograrlo, la comunidad internacional adoptó en 2011 planes voluntarios (INDC) de reducción de gases: cada país, grande o pequeño –de China a los atolones del Pacífico– debía definir su propio camino, aunque esta estrategia resultó indulgente para los que, desde hace más de un siglo, más contaminaron para desarrollarse industrialmente.
Con el objetivo de lograr el uso de un 100 por ciento de energías renovables para 2050, otra cumbre fue organizada por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, junto con el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. Participaron más de mil intendentes, cuyas ciudades representan 600 millones de personas, que darían su visto bueno a la reducción de 3,7 gigatoneladas de emisiones anuales de gases de efecto invernadero en las zonas urbanas antes de 2030. Por último, el gobierno indio anunció que Nueva Delhi aplicará desde enero la circulación alterna, al tiempo que reforzarán los transportes públicos y cerrarán una central de carbón. La calidad del aire en la megalópolis de 17 millones de habitantes se deteriora en el invierno porque los habitantes hacen fuego para poder calentarse. Unos 8,5 millones de vehículos circulan por las calles de la capital india, la más contaminada del mundo según la Organización Mundial de la Salud.
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