SOCIEDAD › ROMA, FORTIFICADA POR LA CELEBRACIóN VATICANA QUE COMIENZA HOY
El Año Santo instituido por Francisco comienza bajo fuertes medidas de seguridad, que incluyen detectores de metales para acercarse al Vaticano, supervisado por más de 200 cámaras y efectivos fuertemente armados, ante la hipótesis de un atentado.
› Por Elena Llorente
En un período histórico en el que los atentados y amenazas del Estado Islámico (EI) además del Vatileaks ocupan la escena, el papa Francisco, rodeado de impresionantes medidas de seguridad, inaugurará hoy el Año Santo de la Misericordia abriendo la llamada Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en una ceremonia de la que participará también el papa emérito, Benedicto XVI. Francisco también alteró la tradición, según la cual la única involucrada es la Puerta Santa de San Pedro, para que a la vez sean abiertas las puertas santas en todas las diócesis del mundo, tal como él hizo en la catedral de Bangui, capital de la República Centroafricana, hace pocos días. El gesto de abrir y atravesar esa puerta, recordó el Vaticano, es un símbolo que para los fieles católicos significa reconversión a su propia fe; de allí el peso de la decisión.
Las medidas de seguridad, después de los atentados de París, se han multiplicado enormemente. Se estima que alrededor de 200 cámaras de video tendrán bajo control la Basílica de San Pedro y la plaza, así como la Via de la Conciliazione, que conduce hasta allí desde el río Tíber, y las zonas aledañas. Unos 2000 policías, carabineros y miembros del ejército italiano, armados hasta los dientes, vigilan en toda la ciudad desde hace días puntos neurálgicos como las entradas y las estaciones de los subtes y las paradas de los micros que llevan peregrinos hasta el Vaticano, lo que incluye una playa de estacionamiento de varios pisos cuyos accesos peatonales conducen a San Pedro. Todas las personas que se acerquen a la zona o quieran entrar a la basílica deberán pasar por detectores de metales.
Hoy el espacio aéreo sobre Roma está cerrado. Se prohibió el transporte de armas, gases tóxicos, municiones, explosivos u otras sustancias que puedan explotar, además de fuegos artificiales y petardos, que los romanos adoran arrojar desde mucho antes de las fiestas de fin de año. Además, en la ciudad, estos días, está prohibido el rodaje de películas o series televisivas que supongan el uso de armas.
Frente a la preocupación de muchos habitantes, el prefecto de Roma, Franco Gabrielli –que para el Jubileo controla todo el dispositivo referido a seguridad– fue terminante: “Este Jubileo no es un problema para la ciudad, me molesta quienes sostienen que habría sido mejor evitarlo”. Por otra parte, afirmó que la ciudad está preparada para cualquier adversidad porque la amenaza terrorista es “global, indiscriminada, indistinta”. Por su parte, el director vaticano del Año Santo extraordinario, Rino Fisichella, comentó en este sentido: “Tenemos todos los motivos para pensar que existe una garantía total respecto a los peregrinos que viajarán a Roma, pero es necesaria la debida vigilancia, como en cualquier otra parte del mundo”. Pese a la preocupación, se estima que a lo largo del año pasarán por Roma unos 25 millones de peregrinos, tal como ocurrió con el Jubileo del año 2000. En la Plaza de San Pedro hoy se esperan entre 50 y 100.000 personas.
Recientemente nada se ha sabido sobre amenazas concretas contra el papa Francisco, pese a que se esperaba alguna reacción luego del viaje del Pontífice a Africa, donde visitó Kenia, Uganda y República Centroafricana, territorios en los que los extremistas islámicos han cometido numerosos atentados y desde donde el papa pidió por la paz. Hace algunos meses, en las páginas de Internet alimentadas por los cómplices del EI, un fotomontaje mostraba una plaza de San Pedro en cuyo obelisco ondeaba la bandera negra del EI. En otra oportunidad, esas mismas webs habían amenazado: “Llegaremos a Roma”.
Mientras tanto, la nueva audiencia del juicio Vatileaks –dos ex miembros de una comisión vaticana y dos periodistas están acusados de fuga de documentos reservados–, que se está realizando en el Vaticano, fue postergada ayer apenas comenzó y no se dio a conocer fecha de la próxima audiencia, tal vez para no opacar la inauguración del Año Santo.
Sin embargo, sí se informó que el secretario de estado vaticano Pietro Parolin –el número dos de la Santa Sede– será uno de los testigos llamados a declarar.
Este Año Santo, que concluirá el 20 de noviembre de 2016, es el número 80 en la historia de la Iglesia Católica. La celebración del Año Santo comúnmente se realiza cada 25 años –el último fue convocado por Juan Pablo II en el año 2000–. Sin embargo, el convocado por Francisco es un Jubileo “extraordinario” dedicado a la Misericordia. La bula papal del 13 de marzo que lo instituyó señala que la decisión obedece a que “la vida de la Iglesia está sostenida por la misericordia” y al hecho de que, ante los cambios mundiales, “la Iglesia está llamada a ofrecer de manera aún más fuerte, las señales de la presencia y de la cercanía de Dios”. Otro hecho extraordinario es que serán dos papas, Francisco y el papa emérito Benedicto XVI, quienes participarán de la apertura de la Puerta Santa. El Jubileo también conmemora el 50 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, en 1965. Por eso, antes de que el Papa abra la puerta alrededor de las 9.30 horas de Roma (6.30 hora argentina), en la plaza de San Pedro se leerán fragmentos de documentos de aquel Concilio.
Como parte del evento, hoy, por primera vez en la historia, la cúpula y el frente de la Basílica de San Pedro serán utilizados como una gran pantalla sobre la que, a partir de las 19, se proyectarán imágenes tomadas por fotógrafos célebres para ilustrar el impacto del cambio climático, en consonancia con la cumbre del Clima que, en estos días, se desarrolla en París.
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