SOCIEDAD › NICOLáS TROTTA, RECTOR DE LA UNIVERSIDAD METROPOLITANA PARA LA EDUCACIóN Y EL TRABAJO (UMET)
La UMET sumará este año la licenciatura en Informática e inaugurará dos nuevas facultades, la de Pedagogía y la de Cultura y Comunicación. El rector explica aquí los avances en investigación y la articulación con organizaciones de la sociedad civil.
En 2012, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner autorizó la creación de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la primera universidad del país surgida de una organización de trabajadores. El proyecto, que fue impulsado por el Sindicato Unico de Trabajadores de Renta y Horizontal (Suterh) y hoy es cogestionado por 35 organizaciones sindicales fue inaugurado en mayo de 2013 con la presencia del ex presidente Lula Da Silva. A lo largo de estos tres años de trayectoria, la casa de estudios fue ampliando su oferta educativa al tiempo que se preocupó por avanzar en otros frentes como la investigación y la articulación con organizaciones de la sociedad civil. En diálogo con Página/12 el rector Nicolás Trotta reafirma que el objetivo es “romper la barrera cultural de acceso de los trabajadores y sus hijos a la educación universitaria y acompañarlos en todo su proceso educativo”.
–¿Cuáles fueron los objetivos que trazaron la creación de la UMET?
–Nosotros nos planteamos qué aporte podíamos hacer como universidad de gestión privada al sistema universitario argentino, que se consolidó tanto en los últimos diez años a partir de la creación de universidades nacionales. Por un lado, nos trazamos el objetivo de poner en agenda a los trabajadores y a sus hijos la posibilidad de ingresar a la universidad. Nosotros creemos importante que exista un modelo como el que tenemos, que a partir del aporte que realizan las organizaciones sindicales garantizan la gratuidad del acceso a la universidad, porque la cuota no es pagada por el estudiante sino por su organización sindical o absorbida por nosotros, equiparándonos en ese sentido a las universidades nacionales. Pero si bien la gratuidad del sistema es un paso importante para la democratización del acceso, muchas veces es insuficiente. Mucho más en el perfil de los estudiantes que tenemos nosotros, donde casi el 80 por ciento son primera generación de universitarios. Es ahí donde se nos presenta otro desafío, que es generar instancias pedagógicas de acompañamiento, reconociendo la diversidad del capital educativo y cultural con el que vienen nuestros estudiantes, que pueden ser hijos de trabajadores de 18, 19, 20 años o trabajadores de 40, 50 60.
–¿La universidad está destinada exclusivamente a personas vinculadas con los sindicatos?
–No, es importante remarcar que nuestro proyecto universitario está abierto a toda la comunidad. Nosotros tenemos un 80 por ciento de estudiantes vinculados a las organizaciones sindicales y un 20 por ciento que no. El 95 por ciento de nuestros estudiantes tienen becas: un 90 becas totales, un 5 por ciento becas parciales que otorga nuestro Consejo Superior y sólo el 5 por ciento de nuestros estudiantes pagan el 100 por ciento de las cuotas. Nosotros venimos a aportar la voluntad de generar una instancia en el corazón de la ciudad de Buenos Aires que permita convocar y romper la barrera cultural de acceso de los trabajadores y sus hijos a la educación universitaria y acompañarlos durante todos su proceso educativo.
–¿Cuál es la propuesta en relación con la investigación académica?
–La creación de conocimiento es otro de los aportes que nos parece central como institución universitaria. No queremos ser solamente una universidad donde se repita conocimiento generado en otras universidades, sino tener la capacidad de crear conocimiento, un conocimiento con un importante nivel de transferencia e impacto. Por eso hemos puesto en marcha el año pasado un centro de doble dependencia con el Conicet, que es el Centro de Innovación de los Trabajadores, que es el segundo que existe en una universidad de gestión privada y del que forman parte más de 40 organizaciones sindicales. Allí se encuentran radicados investigadores del Conicet, pero también nuestros investigadores. Desde la universidad venimos trabajando con las organizaciones sindicales para jerarquizar a trabajadores que tengan la capacidad de crear conocimiento, lo que nosotros denominamos investigadores por idoneidad. Y la última dimensión de los procesos de creación de conocimientos es la búsqueda de mejoras de los procesos productivos, ya sea que pueda derivar en una patente, que puedan ser innovaciones incrementales o mejoras de las condiciones de trabajo.
–¿Cómo funciona la articulación con ONG, fundaciones y organismos públicos y privados?
–Para nosotros la clave en ese sentido es trabajar con muchas organizaciones sindicales de las más diversas y después ampliar ese espacio de democratización de acceso el conocimiento a otros sectores sociales que por ahí no tienen la posibilidad de ingresar a las universidades. Ya sea porque son aranceladas o por que no tienen una perspectiva democratizante desde las instancias institucionales de acompañamiento, que para nosotros es el corazón de nuestro proyecto universitario. Ahí es como imaginamos la posibilidad de constituir un departamento pedagógico que tiene profesores consejeros que acompañan desde el primer momento a cada una de las familias que se acercan a la universidad, porque muchos de nuestros estudiantes no pueden reflejarse en la experiencia de sus padres en lo que es transitar una carrera universitaria. Un convenio importante que tenemos es con el Arzobispado de la ciudad de Buenos Aires, con el movimiento de curas villeros; en nuestra universidad están cursando más de 50 estudiantes becados por nosotros de los barrios populares y de las villas de la ciudad. Eso fortalece algo que para nosotros es muy importante, que es la diversidad de origen de los estudiantes en el aula. Obviamente que ya el mundo del trabajo genera una diversidad: no es lo mismo que haya en un aula un hijo de un trabajador de edificio, un trabajador de la construcción o el hijo de una azafata.
–¿Cuántos alumnos tiene la UMET?
–Hoy tenemos un poco menos de 800 estudiantes en siete carreras. La universidad fue inaugurada con cuatro carreras y en 2014 sumamos la licenciatura en Gestión de Negocio Inmobiliario, en 2015 sumamos la licenciatura en Políticas Públicas y Gobierno y la licenciatura en Gestión Ambiental y Desarrollo Sustentable y este año sumaremos la licenciatura en Informática. Además, estamos inaugurando dos facultades más. Por un lado la Facultad de Pedagogía, que responde a un trabajo colectivo de las principales organizaciones sindicales de educación y se inaugura este año con dos ciclos curriculares complementarios y una licenciatura en Pedagogía. Por otro lado, la Facultad de Cultura y Comunicación, con tres carreras: una licenciatura en Creación de Contenidos Audiovisuales, una licenciatura en Gestión Cultural y una licenciatura en Comunicación Social.
–¿Con qué perspectivas se pensó el plan de estudio?
–Nosotros pensamos en generar carreras que sumen la perspectiva del mundo del trabajo. Intentar crear un modelo universitario que no centre su formación exclusivamente dentro del aula, sino que desde el primer momento vincule los procesos de enseñanza y aprendizaje a un transitar por el puesto de trabajo. Y eso es posible por el aporte de las organizaciones sindicales, con las que pensamos conjuntamente la oferta.
–¿Cómo se articula la universidad con el nuevo contexto político nacional?
–Más allá de la pertenencia política que puedan tener las distintas personas que constituyen esta universidad, nosotros planteamos que la universidad es una espacio apartidario, no apolítico. Ninguna universidad es neutral, mucho menos la nuestra, que tiene una agenda vinculada a la construcción de un país con justicia, con equidad y que hemos planteados distintos debates a lo largo de estos pocos años de existencia. Nosotros siempre nos sentimos muy acompañado por lo que fue el proceso político de los últimos doce años al punto de que la síntesis de existencia de esta universidad responde a esa realidad que transitó la Argentina. Nosotros como universidad en este nuevo contexto venimos planteando la misma agenda: dar la discusión de cómo seguir transitando un modelo de desarrollo con equidad, de discusiones profundas vinculadas a las mejoras del proceso productivo. A título individual, uno ve con mucha preocupación las primeras medidas de gobierno que tienden a un esquema de concentración económica o de medidas que tratan de deshacer políticas populares de los últimos años. Pero para nosotros es importante tener buen diálogo y no oponerse por oponerse en sí mismo, sino que desde una instancia académica el aporte que tenemos que dar es el de una propuesta superadora.
Entrevista: Delfina Torres Cabreros.
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