Mar 12.01.2016

SOCIEDAD  › OPINIóN

Lo arbitrario como violencia

› Por Sergio Zabalza *

Nuestra constitución garantiza la libre circulación de las personas a lo largo y ancho de nuestro país. Sin embargo, un reciente fallo de la Justicia porteña permite a la policía demorar a las personas que no porten su documento de identidad en la vía pública. La medida, propia de regímenes totalitarios nos retrotrae a las épocas más oscuras de nuestra historia, cuando la libertad estaba sujeta a la caprichosa interpretación de algún uniformado propenso a abusar de su autoridad. “Me va a tener que acompañar” era la frase siniestra que aún resuena en muchos oídos.

En su texto Cómo la obsesión por la seguridad hace mutar la democracia (Le Monde diplomatique, marzo 2014), el filósofo Giorgio Agamben observa: “Los procedimientos de excepción se dirigen contra una amenaza inmediata y real que debe ser eliminada mediante la suspensión por un tiempo limitado de las garantías legales; las ‘razones de seguridad’ de las que se habla hoy en día constituyen, al contrario, una técnica de gobierno normal y permanente”. De esta manera el filósofo describe un paradigma de poder que se sirve del discurso de la seguridad con el objetivo puesto “no ya en la prevención de problemas y desastres, sino en la capacidad de canalizarlos en una dirección útil”. Y luego destaca: “Hay que valorar el alcance filosófico de esta inversión que trastoca la tradicional relación jerárquica entre las causas y los efectos: porque de nada sirve o en todo caso es costoso gobernar las causas, es mucho más útil y seguro gobernar los efectos. La importancia de este axioma no es despreciable: (...) Es igualmente lo que permite comprender la convergencia por otra parte misteriosa entre un liberalismo absoluto en economía y un control de seguridad sin precedentes”.

Es inaceptable que nuestro país padezca semejante degradación. La libertad para transitar, vestirse, hablar, expresarse o manifestarse como cada uno prefiera no fue el logro de uno o varios gobiernos sino la conquista de una sociedad por décadas sometida a regímenes autoritarios. Nada justifica semejante retroceso en las libertades individuales de las personas. Si de trabajar para conformar una sociedad menos violenta y más segura se trata, poco avanzamos con medidas de esta naturaleza. Dar rienda suelta a la arbitrariedad de la policía sólo genera más violencia. De hecho, el psicoanalista Eric Laurent opina: “Se ha construido una sociedad de vigilancia generalizada; entonces, se genera más violencia, para superar esas defensas”. Es imprescindible que los estamentos políticos e institucionales responsables de garantizar la democracia, manifiesten su rechazo a este fallo que atenta contra la libertad.

* Psicoanalista.

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