La explosión en la madrugada de ayer de una caldera subterránea de un laboratorio Apolo en Rosario dejó como saldo cinco personas heridas, una de ellas de gravedad. Juan Carlos Sánchez, de 54 años, sufrió quemaduras en el 50 por ciento de su cuerpo, mientras su mujer tuvo heridas leves, al igual que tres trabajadores del laboratorio que produce suero fisiológico. La onda expansiva provocó el derrumbe de la casa de Sánchez, que linda con la parte trasera del laboratorio, y un taller mecánico, además de causar daños en otras viviendas. El fiscal Walter Jurado dijo que la causa del siniestro fue “la falla de una caldera más pequeña que produjo una gran explosión de vapor. En el lugar donde estaba la caldera había un techo de chapa y además está lleno de cartones de cajas, eso absorbió bastante la onda expansiva, sino hubiese sido mucho peor”. Los vecinos denunciaron que hace años sus viviendas sufren las consecuencias de las vibraciones producidas por las calderas, y que presentaron los reclamos a la Municipalidad, aunque nunca obtuvieron respuestas.
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