SOCIEDAD › BUSCAN DETERMINAR SI UN CUERPO ENCONTRADO EN BARILOCHE ES DE LUCAS MUñOZ
A 27 días de la desaparición del policía, apareció un cuerpo vestido con uniforme en un descampado de las afueras de la ciudad. Peritos porteños viajaron anoche al lugar, custodiado por Gendarmería, para realizar peritajes.
Un cadáver con uniforme policial fue encontrado ayer a la tarde en un descampado de las afueras de Bariloche y se investiga si se trata del oficial Lucas Muñoz, desaparecido hace 27 días en esa ciudad rionegrina, informó el ministro de Seguridad de la provincia, Gastón Pérez Esteban. Al cierre de esta edición un grupo de peritos porteños viajaban hacia el lugar, que permanecía custodiado por gendarmería.
Lucas Muñoz, el policía de 29 años desaparecido, fue visto por última vez el 14 de julio, cuando iba desde la pensión donde alquiló un cuarto, en la calle Moreno al 500, en el centro de Bariloche, hacia la comisaría 42ª, sobre la calle Baldini, del barrio 2 de Abril, en donde trabajaba. Sin embargo, nunca llegó. La filmación de una cámara de seguridad de la zona lo muestra bajando de un colectivo en una parada que está a cuatro cuadras de la comisaría, caminar por la calle Juan Herman –ex ruta 258– y después detenerse para hablar con alguien que se encontraba dentro de un Chevrolet Corsa gris; luego siguió caminando con el celular en la mano, hasta perderse de vista.
El mismo día de la desaparición y sin orden de allanamiento, dos uniformados amigos de Muñoz, Luis Irusta y Julián Morales, fueron a la pensión. Obligaron a la encargada a abrirles el cuarto y se retiraron tras revisar la computadora. La actuación de estos agentes derivó en una investigación en la que ambos fueron imputados por el fiscal Guillermo Lista dentro de la causa abierta por irregularidades en el proceso de búsqueda, y en la que también fue imputado Manuel Poblete, subjefe de la Unidad Regional III, que dirigió los operativos de rastrillajes en busca del oficial desaparecido.
Durante la investigación, el fiscal Lista encontró los libros de guardia de la comisaría 42ª, a la que pertenecía Muñoz, adulterados, con siete folios arrancados desde el día 14 –de la desaparición– hasta el 17 y por lo que fueron imputados Jorge Elizondo, jefe de la comisaría y José Jaramillo, subjefe.
Además, el sargento Néstor Meyrelles, de la comisaría de Catriel, a unos 600 kilómetros de Bariloche, fue detenido a pedido del fiscal Martín Govetto y por orden del juez Bernardo Campana , al comprobar que había comprado un chip telefónico utilizando el número de DNI de Muñoz. La presunción de los investigadores es que se pretendía desviar la busqueda del oficial desaparecido, activando el celular en alguna zona alejada para dar pistas falsas.
Durante la indagatoria, Meyrelles negó conocer al oficial, y dijo que por su amistad con los uniformados de la Brigada de Investigaciones, le habían pedido que obtuviera el listado de llamadas desde el celular de Muñoz. También negó haber comprado un chip a nombre del oficial. Sin embargo, los fiscales informaron que el imputado cumplió funciones durante varios meses en la comisaría 42ª, donde se desempeñaba Muñoz, por lo que lo conocía. Por otra parte, los investigadores detectaron que Meyrelles hizo un viaje a Bariloche en medio de la investigación, sin un motivo aparente, ni policial ni personal.
El gobernador de Rio Negro, Alberto Weretilneck, reaccionó a la desaparición de Muñoz recién tres semanas después de iniciada la búsqueda: “Es evidente que hay encubrimiento policial y esto no va a quedar así”, dijo. Para entonces, la policía provincial había sido reemplazada por Gendarmería, Prefectura, la PSA y la Federal para investigar el caso. Entre los policías relevados se contaba Manuel Poblete, subjefe de la Unidad Regional III, que dirigió los rastrillajes y que había sido procesado cuando era jefe de la Unidad Penal 3 de Bariloche por torturas a detenidos.
Anoche, las sospechas de que el cadáver fuera el de Muñoz, eran altas. Al cierre de esta edición, el cuerpo, que fue hallado a 700 metros del lugar donde en abril también apareció otro cadáver, el de Micaela Ramos, era custodiado por la gendarmería, cerca del arroyo Ñireco y a la vera de la ruta de circunvalación, a la espera de la llegada del equipo de peritos que viajaba desde Buenos Aires.
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