Vie 09.09.2016

SOCIEDAD  › TATI CAVIGLIA ERA DUEÑA DE UN HOSTEL Y UNA MILONGA EN SAN CRISTOBAL

Identifican a la mujer calcinada

María Cecilia Caviglia, dueña del hostel “La Casa de Tati” y de la milonga que funcionaba dentro, era buscada desde el 26. Sus huellas coinciden con las del cuerpo calcinado en una valija en Dolores. Pidieron la captura de un empleado.

La Casa de Tati, en Independencia 1636, donde habría sido asesinada Caviglia.
Imagen: Sandra Cartasso.

La mujer hallada calcinada el 26 de agosto pasado, dentro de una valija a la vera de la Autovía 2 a la altura de la ciudad de Dolores, fue identificada. Se trata del cuerpo de María Cecilia “Tati” Caviglia, dueña de un hostel en el barrio porteño de San Cristóbal, y de una milonga. La mujer estaba desaparecida desde el 25. Un empleado suyo, encargado del hostel los fines de semana, había desaparecido el 26, pero el 2 de septiembre reapareció para hacer la denuncia de un homicidio en el local del hostel y luego volvió a desaparecer. Tanto él como un conocido suyo tienen pedido de captura.

Caviglia, de 50 años, fue identificada gracias a un cotejo dactiloscópico realizado por peritos de la Federal y la Bonaerense. Los expertos de la División Necropapiloscopía de la Superintendencia de Policía Científica bonaerense lograron recomponer los tejidos de las manos del cadáver calcinado y pudieron recuperar cuatro huellas de esa persona. Los peritos de la PFA cotejaron las fichas dactiloscópicas de la desaparecida Caviglia con esas cuatro huellas de la mujer calcinada y el resultado fue positivo.

La causa por el paradero de Caviglia, además de Ormaechea, está a cargo de la fiscal de instrucción porteña 32, Ana Yacobucci. Inicialmente, junto a Caviglia, también fue considerado desaparecido un empleado suyo de confianza, Ezequiel Víctor Blanco, de 28, quien se encargaba de atender el hostel “La Casa de Tati” y limpiar los fines de semana y para los investigadores del caso es el principal sospechoso.

Cuando le tocaba trabajar, Blanco vivía en el mismo hostel, ubicado en avenida Independencia 1636 de San Cristóbal, que también funciona como salón de baile de tango y otros ritmos, y es uno de los sitios que suelen frecuentar turistas y habitués del circuito de la milonga porteña.

Si bien sus allegados creían que había desaparecido con Tati, una fuente judicial aseguró que Blanco se presentó el 2 de septiembre en la Cámara del Crimen y denunció: “Yo sé que hubo un homicidio en Independencia 1636”. Luego, el joven desapareció y tras la identificación de la víctima, el juez Ormaechea pidió su captura y la de otro joven de su entorno.

En tanto, la fiscal Yacobucci envió a la Unidad Criminalística al hostel, donde se encontraron manchas de sangre y signos de lucha que hacen creer que allí podría haber ocurrido el homicidio. Una de las hipótesis que se manejan es que la dueña del hostel fue asesinada luego de un robo, ya que amigos de la víctima que concurrieron a la casa tras su desaparición dijeron que faltaban joyas y dinero.

“Yo estaba de vacaciones y cuando llegué el domingo la gente (del barrio) estaba conmocionada. No sabemos el motivo por el que desapareció”, dijo a la prensa una vecina llamada Hortensia.

La mujer agregó que Blanco trabajaba en el lugar desde hacía unos tres años, donde “Tati” le daba vivienda y dinero por el empleo.

Según sus allegados, Caviglia fue vista por última vez la noche del 25 de agosto y el cadáver apareció calcinado y con puñaladas en el cuello y en el tórax unas horas más tarde, a las 3.30 de la madrugada del 26, cerca de Dolores. Un camionero que iba por la ruta 2 y pasaba a esa hora de la madrugada vio llamas en el cantero central de la autovía, al lado de un árbol, a la altura del kilómetro 222. Llamó al 911 y los bomberos no tardaron en llegar. El fuego había consumido una valija y dentro se encontraba el cadáver calcinado de una mujer con cinco puñaladas en el cuello.

En una estación de servicio del Automóvil Club Argentino (ACA) situada en uno de los accesos a la autovía, se encontró a un testigo que relató que esa madrugada un hombre joven se acercó caminando a comprar nafta. Como no tenían bidones, el hombre se fue corriendo en dirección al centro de la ciudad y luego regresó con dos recipientes en los que cargó combustible y se fue otra vez. El relato del testigo luego fue corroborado por una cámara de seguridad de la estación de servicio que grabó ese momento y en el que se pueden apreciar los movimientos del hombre, convertido desde entonces en sospechoso del crimen.

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