SOCIEDAD
› MIGUEL BONASSO, DIPUTADO DEL PRD
“Yo prefiero hablar de movimientismo más que de transversalidad”
“Les rajo a los terminachos de moda”, dice de entrada, antes de explicar cómo ve la relación de su partido con el Gobierno, el PJ y las fuerzas de centroizquierda. Destaca la necesidad de un gran movimiento nacional por el tema de la deuda y adelanta los proyectos de ley que presentará en el Congreso.
› Por Felipe Yapur
En la puerta de vidrio por donde se ingresa al estudio y biblioteca hay un retrato pintado de Perón. A su lado está el de Eva. Ambos sonríen. Poco más allá, entre los cientos de libros, emerge una caja de tetra brik de vino Montonero. El anfitrión, por si acaso, aclara entre risas: “No se abre, es sólo para admirar y recordar”. Miguel Bonasso, diputado del Partido de la Revolución Democrática (PRD), disfruta de su ocurrencia. En todo caso, prefiere explicar su decidido apoyo al proyecto de país que encarna Néstor Kirchner. Habla de la necesidad de convocar a un plebiscito por la deuda externa para respaldar la gestión presidencial y anuncia su proyecto de ley de radiodifusión.
–¿Qué es ser un “político transversal” en la era Kirchner?
–A esos terminachos de moda, en general les rajo. Más que de transversalidad prefiero hablar de movimientismo, de frentismo, que son las categorías históricas que, en definitiva, marcan tu identidad. La transversalidad, en todo caso, consiste en que puedo coincidir con Hermes Binner respecto de ciertas voluntades estratégicas para cambiar el país y en su evaluación de la coyuntura al ver positivamente el gobierno de Kirchner.
–Sin embargo, ese apoyo a Kirchner desde fuera del PJ genera resistencias y desconfianza en el bloque oficialista.
–Genera resistencias sí, pero también alianzas. Y para demostrarlo voy a ser un poco indiscreto. Con Eduardo Arnold, el vicepresidente primero de la Cámara baja, tengo una cercanía muy grande. Con otros compañeros tenemos un pasado similar durante los años setenta, como es el caso del (Hugo) “Turi” Perié de Corrientes. Son compañeros que estimo. Pero además tengo diálogo correcto con Eduardo Camaño y con José María Díaz Bancalari.
–Sí, pero en el bloque oficialista juran que cuando las papas quemen, ellos serán los únicos que estarán junto a Kirchner.
–No creo que, dada la actuación del Presidente en estos meses de gobierno, mande algo indigno para votar y voy a dar un ejemplo. (Alza la voz.) Que el Presidente haya hecho consensuar con las tres centrales de trabajadores la derogación de la Ley de Reforma Laboral a través del ministro de Trabajo, Carlos Tomada –que es un eficientísimo ministro–, me parece un hecho único en la democracia argentina de los últimos años. Y lo digo porque Alfonsín conspiró contra los trabajadores y Menem utilizó a Los Gordos de la CGT para convalidar la legislación más antiobrera y la destrucción de todas las leyes laborales instaladas por el peronismo desde 1945 en adelante. Entonces, creo que por primera vez se va a dar la reversión de un fenómeno de degradación del trabajo en el país. Y éste es sólo el primer escalón.
–Si Kirchner quiere un nuevo proyecto de país... ¿es posible construirlo con el PJ que aplicó el modelo de exclusión social?
–Hay un proceso de evolución política que tiene su tiempo y su maduración. Creo que se va haciendo claro que distintas formaciones y estructuras –como el PRD– estamos trabajando para la construcción de una gran fuerza de carácter frentista donde también hay compañeros del PJ. Esto se da en función de la construcción de un nuevo proyecto que emerge como contradictor de lo que fue la hegemonía del modelo neoliberal. Y acá está la transversalidad, donde hay coincidencias entre ciudadanos de distintos partidos y formaciones a favor de un modelo nacionalista, democrático, popular y progresista. Claro, también hay quienes pretenden mantener el modelo de exclusión. Entonces, la contradicción ideológica se da entre estos sectores.
–Pero el avance del gobierno de Kirchner hacia un nuevo modelo podría agudizar las contradicciones internas dentro del PJ.
–Sí, y hasta puede ocurrir que termine con una fractura. Mire, yo creo que la democracia es pluralidad, alternancia y en ella el rol de laoposición es fundamental, lo creo sinceramente. Pero también creo que hay momentos, que todos los países han vivido, de graves emergencias y crisis, donde ha primado cierto criterio de unidad nacional. Vamos a decirlo de otra manera, si el Presidente es apretado por los organismos internacionales de crédito, por el Grupo de los Siete, se comienzan a embargar bienes del país y como tal somos agredidos en función de la deuda, habrá que demostrar que un 80 por ciento de la gente respalda la decisión de no trocar crecimiento por pago de la deuda externa.
–Pero al respaldo hay que instrumentarlo. ¿De qué forma?
–No sé si a través de un plebiscito o a través de diferentes formas de movilización. Pero es indudable que tendrá que haber manifestaciones cada vez más visibles de apoyo al Presidente. Después podemos discutir la distribución de la riqueza y otros temas de carácter táctico. La deuda es un tema estratégico.
–¿Entonces se viene el plebiscito por la deuda?
–Es posible y tal vez en algún momento sea deseable. Yo creo que es fundamental ir definiendo algunas prioridades nacionales y la primera es volver a integrar a los argentinos al trabajo. Hay que terminar con la desocupación y eso no se puede hacer cumpliendo con las exigencias del FMI.
–¿Cuál es la responsabilidad del Congreso en esta tarea?
–Sin duda que es enorme. Creo que hay una agenda que plantea el Poder Ejecutivo, pero como el proyecto nacional todavía no está definido, entonces debemos discutirlo entre todas las fuerzas políticas que creemos representar a la Nación. Y esto supone un Parlamento mucho más activo que hasta ahora, que en términos generales se ha limitado a levantar la mano a los proyectos que envía el Ejecutivo. El PRD no es eso, somos representantes de un pueblo para legislar en función de un proyecto nacional.
–Ahí ya tiene una diferencia con los partidos tradicionales.
–Sí, pero yo no soy así. Estoy trabajando, por ejemplo, en la redacción de una nueva Ley de Radiodifusión para terminar con la de la dictadura. Y para legislar en esta materia, que no por nada fue olvidada en un desván para no tocar intereses de los grandes medios, vamos a convocar a los actores sociales y protagonistas de la comunicación. Pensamos que todos deben poder tener acceso a los medios. (Levantando los brazos y la voz.) ¿Cómo es posible que un señor que tiene una fábrica de condones o pescado congelado, tiene derecho a crear opinión pública y hablar de cultura y el movimiento cooperativo no? ¿Acaso ayuda más a generar cultura el señor dueño de los aeropuertos, o un señor que obtuvo dudosamente una licencia radial y que compró un canal de TV, que el movimiento cooperativo? Que me contesten esto.
–Usted dice que la sociedad apoya a Kirchner. ¿Hasta dónde piensa que se extiende ese apoyo, teniendo en cuenta que también en su momento respaldó a Menem o a Alfonsín?
–El 20 de diciembre fue un síntoma importante. No quiere decir que nos hayamos curado. Ese día se vulneraron intereses y los procesos de transformación se producen por esto. Creer que se produce por idealismo es una fantasía de los vanguardistas. Los pueblos, como decía el general Perón, son como los gatos que reaccionan cuando están acorralados. Esto ocurrió y trasciende la frivolidad que tiene la sociedad argentina, pero sobre todo la porteña. Ahora, si la economía crece y se distribuye mejor la riqueza, entonces habrá Kirchner para rato.
–Lo que usted pronostica podría ser denominado como “el peligro de la hegemonía” por otros sectores del centroizquierda.
–A mí no me preocupa la hegemonía. No hay que olvidarse que soy peronista (larga una carcajada). Además, el problema de la hegemonía no es tal. Hay una situación coyuntural donde el país está devastado. A veces lamadurez política consiste en saber quién es el hombre adecuado para determinada circunstancia y respaldarlo socialmente. Hoy el que necesita ese respaldo es Kirchner, quien ante los grandes poderes de la Tierra debe fijar condiciones, no desafíos absurdos como plantea una izquierda primitiva. Esto no entraña un peligro autoritario porque mientras apliquemos a Montesquiuieu al pie de la letra con el espíritu de las leyes y mantengamos de manera férrea la división de poderes, no hay peligro de hegemonismos como del que habla Lilita Carrió.
–¿En este tiempo de gestión no le critica nada a Kirchner?
–(Enfático.) Sí. Creo que no se debe permitir a Repsol que liquide el 80 por ciento de las divisas fuera del país. Tampoco hay que dejarse presionar por la oligarquía argentina para bajar las retenciones al agro. Esas divisas generan los ingresos para la industrialización del país. Discrepo también con la idea de reprivatizar el Correo. El Gobierno debe animarse a apostar a las empresas públicas. Tal vez son matices, pequeñas diferencias y por eso el PRD. Creo que debe quedar en claro que en estos tiempos no es fundamental la discusión de la propiedad sino la de la renta.