SOCIEDAD
El barco que navega por la costa en favor de los molinos de viento
Es el “Arctic Sunrise”, de Greenpeace, que recorre la Patagonia costera para promover la energía eólica. Y tiene previstas acciones de protesta contra la “energía sucia”. La entidad presentó ayer su plan para desarrollar esa fuente energética a gran escala en el país.
› Por Alejandra Dandan
Desde Comodoro Rivadavia
Antes que nada hay que detenerse en ellos: cientos de lobos marinos echados en el fresquísimo muelle del puerto de Comodoro Rivadavia. De un lado el mar, vacío. Del otro, las lomas más altas de la ciudad donde despuntan 16 molinos de viento. Solos, en la planta de energía eólica más importante de América latina. Intentan arrancarle un pedazo de actualidad a las páginas con las noticias de España o a las marchas que todos los días se despiertan en Buenos Aires. Entre los molinos y el río negro de lobos marinos, acaba de amarrar un barco: el “Arctic Sunrise” de los ecologistas de Greenpeace. Recorre la Patagonia juntando votos eólicos. Le piden al gobierno nacional un compromiso de desarrollo de energía positiva de cara al próximo encuentro internacional que se desarrollará en junio en Alemania. Quieren más molinos de viento en el país o el modo de multiplicar los escuadrones de esos pequeños Quijotes patagónicos que siguen batiendo sus brazos frente al mar.
Fuera de Buenos Aires, en pleno desierto patagónico, las lecciones de energía alternativa se aprenden rápido: 1 molino tiene la capacidad de generar mensualmente energía suficiente para unas 700 familias. En este momento, un 4 por ciento de los 150 mil habitantes de Comodoro Rivadavia se abastecen con los 16 molinos ubicados en el parque de desarrollo eólico de la ciudad. La producción de energía es uno de los recursos de Chubut, como lo es también en Santa Cruz, y desde hace unos cuantos meses de General Acha, en la provincia de La Pampa. Quienes están detrás de estos proyectos aseguran que puede trasformarse en un campo de trabajo tecnológico. Y, para los ambientalistas, en un sustituto de las energías “malas”, aquellas derivadas del petróleo, el gas licuado o la energía nuclear.
El “Arctic Sunrise” de Greenpeace llegó a esta ciudad hace apenas 24 horas. El barco en realidad es la excusa de los ambientalistas para impulsar uno de los temas que, dicen, parece caído de la agenda política nacional. “En junio se abre una reunión clave en Alemania en la que se espera que cada país adopte una meta para el desarrollo de las energías renovables y queremos alentar ese objetivo”, explicaba ayer en tierra Juan Carlos Villalonga, director de Campañas de Greenpeace Argentina. Argentina deberá llevar a la Conferencia “Renovables 2004” de Bonn un programa propio, con objetivos específicos en esta materia y por el momento, según Villalonga, la Secretaría de Energía de la Nación no tiene aún un plan. Greenpeace está proponiendo un megaplan para alcanzar 3000 MW de potencia eólica para 2013.
El barco intenta darle impulso a la producción de esas metas y al compromiso político del país con uno de los temas picantes para quienes dedican su vida al cuidado de los recursos del planeta y el medio ambiente. Los ecologistas hicieron una primera escala de difusión y trabajo la semana pasada en Santa Cruz; la segunda se produjo ayer en Comodoro Rivadavia y la próxima será en Buenos Aires la semana entrante. En cada uno de los lugares dieron a conocer el programa, pero además se trasformaron en voceros de los pequeños y medianos productores nucleados en cooperativas que intentan sostener su propia batalla con este tipo de energía y sus molinos.
“Antes de la devaluación, el escenario era otro”, le decía ayer a Página/12 Oscar Balestro, vicepresidente en Comodoro de la Cámara Argentina de Generadores Eólicos. “Nosotros importábamos molinos de viento desde Europa, pero con las nuevas reglas de mercado estamos buscando el modo de que las inversiones para producirlos acá y desarrollarlos se hagan rentables.” Necesitan por tal motivo una legislación comprometida con lo que llaman energía positiva. El proyecto de los locales es más reducido que el de Greenpeace: pretenden llegar a 2007 con un parque de 270 molinoscapaces de producir 300 MW de energía, un plan para abastecer cerca de 2700 familias.
Aun así, ya tienen buen punch político: “Somos la Kuwait posible de la energía eólica”, decía ayer durante una pequeña conferencia de prensa Martín Bussi, el ministro de la Producción de Chubut, instalado en el sótano del barco. “En este momento, nuestra producción tiene un límite estructural, pero la conexión nacional nos permitiría convertirnos en despachante de energía eólica para todo el país.” ¿De qué hablaba? De una producción de energía sobre la base de molinos de viento con capacidad para abastecer en un 13 por ciento el consumo de energía de todo el país. Con los 16 molinos, Comodoro tiene su demanda eólica saturada. El desarrollo soñado requiere inevitablemente un acuerdo nacional para promover el mercado fuera de la provincia.
Para Greenpeace, la cuestión está centrada básicamente en una decisión política: “Hay que redirigir recursos económicos destinados a energías sucias y conflictivas y obligar al sector de hidrocarburos a que participe en el proceso de inversiones positivas”, explicó Villalonga.
En tanto, la campaña de los verdes seguirá en marcha. Prometen escraches en Buenos Aires. Más cerca de Casa de Gobierno, donde se detendrá el barco, y más lejos de estas costas, donde siguen desparramados los lobos con los molinos al viento. El barco zarpa.