SOCIEDAD
› PEDIDO EN RIO PARA FRENAR LA GUERRA DE NARCOS
El ejército va a la favela
La gobernadora de Río de Janeiro pidió al gobierno federal el envío de 4000 soldados. Es un intento por controlar los enfrentamientos entre bandas rivales, que ya provocaron diez muertes.
Una guerra entre bandas de narcotraficantes que desde hace cinco días siembra el pánico en la ciudad de Río de Janeiro obligó a las autoridades del estado carioca a pedir al gobierno federal el envío de unos 4000 soldados del ejército. Los enfrentamientos se desarrollan en La Rocinha, la favela más populosa. Ya dejaron diez muertos (cuatro narcos, cuatro civiles y dos policías), provocaron un importante éxodo en los barrios marginales de la zona y la suspensión de clases en escuelas vecinas.
La Rocinha es la mayor favela de Sudamérica. Está enclavada entre los elegantes barrios de Ipanema, Leblon y Barra de Tijuca. Desde el lunes está ocupada por unos 1500 efectivos policiales, que no lograron poner fin a los enfrentamientos. La guerra comenzó el viernes, cuando decenas de narcos del morro de Vidigal invadieron La Rocinha, en un intento de arrebatarle el control del tráfico de la droga en esa comunidad a Luciano “Lulu” Barbosa. Los invasores responden al sanguinario Eduino Eustaquio “Dudú” de Araujo, quien huyó de la cárcel en enero y en los últimos tres meses reclutó en varias favelas cariocas un ejército irregular para dar esta batalla y destronar a su rival. Según el diario Jornal do Brasil, en La Rocihna se mueven todos los meses 10 millones de reales (unos 3,5 millones de dólares) por tráfico de drogas.
Tras cuatro días de cruentos enfrentamientos entre las dos facciones, ayer la gobernadora de Río de Janeiro, Rosinha Matheus, anunció el pedido de tropas del ejército al gobierno federal. La mandataria aclaró que pidió “una cooperación y no una intervención”.
Hasta el momento, la guerra se cobró diez vidas (cuatro civiles, cuatro narcotraficantes y dos agentes de la policía) y llevó incluso a las autoridades del estado a barajar la posibilidad de construir un muro en torno a las favelas para frenar los enfrentamientos. La idea fue criticada por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y representantes de ONGs, y quedó rápidamente archivada.
El secretario de Seguridad del estado de Río de Janeiro, Anthony Garotinho, explicó que las tropas militares serán utilizadas para cumplir labores policiales en zonas adyacentes a las favelas. El funcionario aclaró que la movilización de soldados es una medida temporal mientras la autoridad regional termina el proceso de selección y entrenamiento de nuevos policías.
“El apoyo no se rechaza, pero las Fuerzas Armadas tienen otras atribuciones”, dijo Garotinho sobre una oferta previa del gobierno de Lula de enviar tropas bajo control federal para ayudar a contener el brote de violencia. “La osadía del narcotráfico tiene su origen en la cantidad y calidad de armas que son de uso restringido”, indicó al explicar el poder de fuego demostrado por bandas de delincuentes que aterrorizan barriadas pobres de Río.
Garotinho y el secretario nacional de Seguridad, Luiz Fernando Correa, dieron una conferencia de prensa tras una reunión en la que firmaron un acuerdo de cooperación y diseñaron un plan de acción contra la delincuencia en Río. Garotinho explicó que los soldados, seleccionados “entre los más calificados y mejor preparados”, serán destinados a lugares elegidos por las autoridades del estado de Río de Janeiro entre las más peligrosas de las 600 favelas de la ciudad. Una vez que las autoridades locales completen la selección y entrenamiento de un nuevo contingente de 4000 policías, los soldados regresarán a sus cuarteles, según los planes oficiales.
El ejército brasileño fue desplegado por primera vez en Río de Janeiro en ocasión de la Cumbre de la Tierra de 1992, que congregó a más de 100 jefes de Estado. En 2003, las Fuerzas Armadas también fueron movilizadas, cuando los traficantes del Comando Vermelho –que controlaba la mayoría de las favelas cariocas– atacaron edificios públicos y hoteles para exigir que fueran suavizadas las condiciones de detención de su líder recién encarcelado, Fernandinho Beira Mar.