Jue 26.08.2004

SOCIEDAD  › COMENZARA A MEDIADOS DE OCTUBRE Y EVACUARAN A 523 FAMILIAS

Plazo fijo para demoler Caseros

La demolición, a cargo del Ejército, se hará en tres etapas. La primera será un sábado de octubre. Vecinos de tres manzanas deberán mudarse por unas horas para evitar riesgos.

La mole de cemento de la ex cárcel de Caseros comenzará a ser demolida a mediados de octubre próximo, cuando se realice la primera de las tres etapas de derrumbes previstas por el gobierno porteño. Según precisaron desde la Secretaría de Infraestructura, en marzo del próximo año ya no quedará ninguna pared en pie y el predio estará listo para tener nuevo uso. Durante la primera explosión, que podría ser el sábado 16 de octubre, serán evacuados por unas horas los vecinos de tres manzanas aledañas, unas 520 familias.
El director de Obras Públicas porteño, Pedro López, explicó a Página/12 que para la segunda semana de octubre estarán dadas las condiciones técnicas para la demolición, pero no existe una fecha exacta porque esperan un día en el que las condiciones climáticas contribuyan a contrarrestar los efectos del polvo que se produzca. “Queremos que sea un sábado porque es el día de menor trabajo en los hospitales vecinos –el Garrahan y el Udaondo– y lo ideal sería un día de lluvia y mucha humedad, para mitigar el polvo que habrá en el ambiente”, señaló López. Con el mismo fin, también se inundarán todos los pisos y se mojará toda la estructura con lluvia artificial, mediante una cañería perimetral, para saturar de agua todas las paredes y reducir la cantidad de polvillo.
Con la primera etapa se demolerá el 50 por ciento de la estructura. En sesenta días habrá otra explosión, que acabará con otro 25 por ciento, y dos meses después será la última operación, que terminará con lo que quede en pie. El funcionario porteño explicó que esta metodología facilitará el retiro de escombros entre una y otra demolición: “El Albergue Warnes se demolió de una vez y después estuvieron dos años para retirar los escombros”, advirtió López.
Otra de las diferencias será que en la ex cárcel se hará una “demolición controlada”: cada columna se agujerea y en su interior llevará una pequeña carga de explosivos –unos 250 gramos– que no destruirá la columna, sino que la debilitará lo suficiente como para que el propio peso de la estructura la haga ceder, el hormigón se desgrane y caiga.
Para informar cómo será la demolición y qué deben hacer los vecinos, personal de distintas reparticiones del gobierno porteño visitará en los próximos días a 523 familias que viven entre las calles Matheu, Pichincha, Cátulo Castillo y Caseros. Los vecinos deberán dejar sus casas desde la mañana hasta aproximadamente las 17, momento que los técnicos del Ejército –responsables de la demolición– consideran que habrá descendido la mayor parte del polvo. El edificio caerá parcialmente, en cada etapa, a lo que fueron los sótanos del edificio, que tienen 9 metros de profundidad, y a un foso de 20 metros de ancho que rodea el edificio.
“Se trasladará a los vecinos no porque vaya a suceder algo, sino porque necesitamos que nadie circule ni que nadie se asome a las ventanas: es para que quienes están encargados de la demolición trabajen cómodos”, remarcó el funcionario. Los vecinos que no tengan dónde ir podrán asistir a la sede del Club Huracán, que estará acondicionado para albergarlos durante el día. “A las cinco de la tarde, cuando se dé la señal de ‘aire limpio’, todos podrán volver a sus casas; y habrá un operativo de limpieza de las calles”, aseguró López.
El gobierno porteño también tomará fotografías a las casas vecinas para utilizarlas como prueba en caso de que se produzcan rajaduras o problemas. “Si hay algún problema, el vecino podrá demostrar si es anterior o posterior a la demolición, y reclamar el seguro en el caso de que sea posterior”, señaló. En el barrio no habrá cortes de servicios.
El subdirector del Hospital Udaondo, Carlos Damin, señaló que el día de la demolición “se trabajará como se hace comúnmente un día sábado; no se va a evacuar ni va a dejar de funcionar la sala de terapia intensiva”. Dijo que en lo posible no se programarán cirugías, aunque aseguró que no hay “una indicación de parar el equipamiento, de manera que, si hay una urgencia, se va a atender”. La jefa de prensa del Hospital Garrahan, Ana Paunero, advirtió que “el hospital ya hizo saber sobre los presuntos riesgos de la demolición sobre pacientes, instalaciones y equipamiento”.

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