SOCIEDAD
Sobre Quebracho
Los incidentes del martes en la Plaza de Mayo tuvieron nuevamente como centro a la agrupación Quebracho y volvieron a disparar las preguntas: ¿provocadores pagos?, ¿militantes violentos?, ¿víctimas de una represión? Cinco puntos de vista.
Jorge Rivas *.
La inclusión evita el desborde
En una sociedad fragmentada y devastada pero con una enorme energía para la protesta social resulta difícil distinguir en cada caso qué grupos exceden los límites del reclamo airado y legítimo, del derecho, para orillar la provocación. En todo caso es una frontera controvertible, que puede desplazarse peligrosamente hacia lo meramente reactivo –como lo predican los partidarios de la pura represión, que no son pocos– o instalarse en el terreno de la racionalidad, como creemos los socialistas. Los desbordes no pueden utilizarse para desacreditar la legitimidad del vasto movimiento popular que defiende en las calles los derechos de trabajadores y desempleados. La necesidad de crear una contrahegemonía popular que se oponga al actual predominio del sector concentrado de la economía, incluidos ciertos desmadres ocasionales de quienes se ven obligados a constituirse en actores de la demanda social insatisfecha –los piqueteros– no debe hacer olvidar que el tema prioritario es universalizar los derechos de las mayorías, privilegiando el acceso a las garantías básicas de trabajo, educación, salud y vivienda, entre otras cosas. La incorporación de las mayorías a la dinámica productiva y a la plena vida ciudadana resultará una valla infranqueable frente a los intentos de usar la protesta como provocación.
* Presidente del bloque socialista en la Cámara de Diputados de la Nación.
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