Mar 28.09.2004

SOCIEDAD  › DOS MUERTOS Y DOS DESAPARECIDOS EN EL RIO LUJAN

Tragedia en aguas del Tigre

Una canoa fue embestida por un catamarán de pasajeros, el domingo a la noche. Un niño y un adulto murieron ahogados, mientras siguen desaparecidos otro chico y un mayor. Tres sobrevivientes.

› Por Carlos Rodríguez

Un día de paseo en el Tigre terminó en forma trágica para un grupo familiar que venía cruzando el río Luján en una canoa que se dedica al transporte de las personas que visitan la isla. En la mitad del cruce, la pequeña embarcación fue partida al medio por un catamarán de pasajeros que navegaba fuera de servicio y que al parecer no advirtió, en la oscuridad de la noche, la presencia del bote. En el accidente murieron un niño y un adulto, mientras que siguen desaparecidos otro menor, hermano del chico fallecido, y el hombre que conducía la canoa. Hubo tres sobrevivientes, entre ellos el padre de los dos pibes, Rafael Alberto Luna, quien entre lágrimas dijo que cuando vieron venir hacia ellos el catamarán hicieron señales “con las remeras, los buzos y las gorras” y también gritaron para tratar de llamar la atención, “pero la lancha no paró”. Luna reprochó al conductor de la embarcación más grande, un hombre con experiencia en navegación, que quedó detenido, el hecho de que no se haya “tirado al agua para salvar a los chicos; sólo tiró una soga que quedó muy lejos y por eso no pude sacarlos”, dijo aludiendo a sus dos hijos.
“No hay concordancia en las manifestaciones de los que iban en el bote y las dos personas que estaban en el catamarán”, explicó a Página/12 Oscar Emilio Cazaubón, jefe de la Prefectura del Tigre. El choque ocurrió a las 20.30 del domingo frente al Museo Naval, en la zona céntrica de la ciudad, ubicada 40 kilómetros al norte de la Capital Federal. “Las dos partes se acusan mutuamente de haber circulado sin luces, pero hasta ahora no podemos hacer ninguna conjetura; hay que esperar el resultado de las pericias”, aclaró Cazaubón. El accidente se produjo en un horario donde ya no es tan intensa la circulación de embarcaciones y los ocupantes del catamarán argumentaron que tuvieron que esquivar a un carguero, pero ese dato “tampoco se puede confirmar por el momento”, dijo Cazaubón.
Los dos muertos son Ariel Fernando Luna, de 9 años, y Ricardo Barrios, de 45, mientras que permanecen desaparecidos Walter Rafael Luna, de 11, y Omar Cañete, de 50 años, quien sería el propietario de la canoa, que era utilizada para llevar y traer a los turistas que visitan la isla. En la embarcación pequeña iban también Rafael Alberto Luna, padre de los dos chicos, Roberto Jesús Erro y Paulino Luna, de 63. Los dos primeros salieron ilesos, mientras que el tercero sufrió golpes en distintas partes del cuerpo y quedó internado. Hasta anoche había sido infructuosa la búsqueda de las dos personas desaparecidas. En la tarea participan buzos de la Prefectura, dos guardacostas, dos gomones y dos motos de agua.
Los peritos tratan ahora de echar luz sobre las causas de la tragedia. En el delta del Paraná, las normas vigentes “no establecen una velocidad máxima determinada”, explicó a este diario el prefecto Cazaubón. “Lo que se recomienda es una velocidad compatible con el buen gobierno de la embarcación y que no afecte la seguridad de las demás embarcaciones”, precisó el jefe de la Prefectura de Tigre. “La familia Luna no tenía mucha experiencia en la zona y sólo había llegado de visita, a pasar el domingo en la isla; el padre solía ir de pesca, pero la única persona que conocía bien la zona es el adulto que sigue desaparecido (Cañete), que sería el propietario del bote”, informó Cazaubón.
El catamarán pertenece a la firma Expreso Paraná, de la empresa Interisleña. Al momento de ocurrir el choque, la lancha estaba fuera de servicio, sin pasajeros a bordo. “Iban dos personas, entre ellos el patrón (conductor) de la nave, un hombre de gran experiencia y que se dirigía hacia una de las orillas del río Tigre, para atracar”, hizo saber el prefecto Cazaubón. El responsable de la nave fue detenido, y está incomunicado, por disposición del juez federal de San Isidro, Conrado Bergesio, quien pidió que se mantuviera en reserva el nombre de la persona involucrada. Rafael Luna, padre de los dos menores, aseguró que los ocupantes del catamarán “se tendrían que haber tirado al agua para salvar a los chicos, en lugar de tirar un salvavidas”. Luna, según su relato, en un momento dado pudo tomar a los dos niños en sus brazos, pero no pudo retenerlos. “Cuando los vimos venir, a toda marcha, les hicimos señas con las remeras, los buzos y las gorras y les gritamos, mientras los chicos se abrazaban desesperados sobre el bote, pero la lancha no paró”, dijo Luna. “Hay distintas versiones. Hay quienes afirman que la lancha no tenía luces y hay quienes dicen que sí, pero eso va a surgir de las pericias”, insistió Cazaubón. Lo correcto es que “las dos embarcaciones tuvieran luces de navegación encendidas. En el caso del bote a remo, para que pudiera ser visible en el río”. Por lo demás, las normas de navegación son “muy similares a las reglas de tránsito por tierra, es decir que hay que respetar la mano derecha (estribor) y guardar una velocidad que respete a las demás embarcaciones”.
“No hicieron nada para esquivarnos, ni señales de luces ni nada. Recién cuando estaban a cinco metros intentaron girar para no chocarnos”, dijo Luna entre sollozos, mientras presenciaba las tareas de búsqueda de los dos desaparecidos. “Cuando nos chocaron, nos hundimos todos; aunque nos tiraron salvavidas, éstos se iban para atrás y yo tenía a mis chicos que se iban para abajo. ¿Por qué el hombre que tiraba el salvavidas no se lanzó a agarrar una criatura”, seguía preguntándose Luna.

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