SOCIEDAD
Todo un pueblo construye el perfil del chico que le cambió la historia
Su carácter, el apego al estudio, la relación con el padre, los gustos musicales y hasta su puesto en la cancha, en el debate público.
Por H. C.
Desde Carmen de Patagones
Dicen que la familia de Junior vive en Carmen de Patagones hace 19 años. Otros, en cambio, que llegaron hace 4. Hay quienes aseguran que Rafael, o Junior, el hijo mayor del matrimonio, era tímido y no tenía amigos. Hay otros que lo niegan y aseguran que lo eran. Unos dicen que jugaba al fútbol de arquero, pero otros sostienen que lo hacía de 10. Para unos era un violento contenido, para otros “un chico tranquilo”. Desde el martes 28 de septiembre de 2004, los patagonenses no sólo cayeron en una realidad brutal e impensada. También comprendieron que el Rafa que los había arrancado tan brutalmente del sopor siestero no era el mismo que creían. Ahora, el pueblo entero intenta volver a construirlo, urgido, un poco por la curiosidad periodística, otro poco porque nadie quiere sostener tantas definiciones caídas ni tanto vacío.
Al barrio lo conocen como “el 99 viviendas”. Se encuentra próximo a la ruta 3 que desemboca en el puente viejo y a pocas cuadras de la escuela Islas Malvinas. Sobre San Juan –una calle de pedregullo, como la mayor parte de las calles de Patagones–, en el número 914 vive la familia de Rafael S. Se trata de una casa de una planta, humilde, verjas de hierro grises, jardín al frente, puerta de ingreso lateral y techo de lata. Allí vivía junto con sus padres y su hermano Marcelo, de 11 años, el Rafa, tan desconocido para los patagonenses como para sus padres, e incluso para sí mismo.
Cada mañana, el Rafa salía en dirección a la escuela Malvinas Argentinas. Lo acompañaba su padre, también Rafael, suboficial de la Prefectura con destino en el Museo de la Prefectura, sobre la costanera del río Negro. Ambos trepaban al Renault 12 blanco a las 7.30. El viaje era corto. Una cuadra y media. Después, Rafa hijo bajaba y su padre continuaba camino hacia el museo. Nadie supo explicar, por el momento, si el hecho de dejarlo a varias cuadras de la escuela y de a pie era debido a una exigencia paterna (no llegar tarde a su trabajo) o una condición filial (no hacerse ver ante sus compañeros como protegido por el padre). Algunos apuntan sobre cierta rigidez paterna, aunque los mismos hechos podrían sugerir lo contrario.
Versiones no confirmadas señalaban que Rafa habría declarado ante la jueza de menores que había disparado contra sus compañeros porque el día anterior su padre lo había recriminado por una mala calificación. Difícil de comprobar, teniendo en cuenta que todo lo que rodea a la familia se encuentra cubierto bajo una pesada capa de silencio. “Era muy estudioso”, asegura buena parte de la ciudad, en contraste con la versión. “Lo gastaban por eso, porque era muy estudioso”, dijo a este diario un grupo de chicos reunidos en el centro de Carmen de Patagones. “Le dieron muy duro el día anterior y él reaccionó”, fue la explicación.
Lo cierto es que durante el día, en la escuela, el Rafa cumplía al límite con el estudio. El dato fue corroborado por compañeros y docentes. Al regreso, se dedicaba a su segunda pasión: el fútbol. Ayer, sobre el pedregullo de la calle San Juan, dos chicos de entre 10 y 12 años aseguraron conocer a Rafa. Pero la versión que entregaron es diferente. “No juega de arquero, le gusta ser número 10”, dijo el Peli, el más chiquito de los dos. “Su hermano juega de arquero. Siempre se pone ahí –dijo y señaló la puerta de barras de hierro–, es el arco, y Rafa le patea. Rafa no juega de arquero, en el Deportivo juega de 10, que es lo que le gusta.” El dato, sin embargo, fue discutido por otro grupo de chicos que sostuvo a rajatabla que en el club Jorge Newbery el Rafa juega de arquero. “Y es muy bueno”, reforzó uno de ellos.
Es curioso que prácticamente todo Carmen de Patagones insista en que el Rafa, finalmente, “es de carácter muy bueno”. “Una vez –dijo el Peli– jugábamos en la San Luis (un potrero abierto en una plaza sobre la calledel mismo nombre) contra los de la otra cuadra. Una vez gana uno y otra gana otro. Un día perdimos y todos les gritábamos cosas a los ganadores, pero él no gritó nada. Y si le hacían un foul, no protestaba, decía falta y la cobraba.”
Pero, además de estudios y fútbol, el Rafa sentía una gran simpatía por el cantante Marilyn Mason, que curiosamente apareció en la película Bowling for Columbine; también por las ropas negras, y un vago y discutido sentido por la muerte que quedó expresado en su pupitre, en el aula del 1B, en la Islas Malvinas. Su gusto por las ropas negras fue confirmado por diferentes versiones. ¿Delirios, misticismo, psicosis?
Según el psicoanalista y jurista francés Pierre Legendre, “todo homicidio es un parricidio”. Según el psicoanalista Rolando Karothy, “todo asesinato es un atentado a la ley y la ley es uno de los nombres del padre”. En la historia del Rafa, el nombre de su padre (que también se llama Rafael) aparece en formas que, por el momento, no pasan de ser curiosidades. Se llama Rafael, tomó el arma del padre, arma que es la reglamentaria, sabía cómo utilizarla. Y ahora se encuentra alojado en una celda de la Prefectura.
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