Vie 01.10.2004

SOCIEDAD  › OPINION

¿Puede sólo la escuela?

Por Gustavo Oliva

Ante los recientes hechos acontecidos en Carmen de Patagones es imprescindible no incurrir en análisis ligeros o simplistas. La complejidad que atraviesa a todo hecho social no puede ser reducida a livianos comentarios sino que se necesita de abordajes científicos que nos aproximen a sus causas.
La Justicia junto al trabajo de peritos psiquiatras podrá determinar si se trató de un brote psicótico. Más allá de esta confirmación o no, hay que ser muy cauteloso y responsable respecto de esta problemática, ya que en los adolescentes es muy frecuente que se produzca “fantasía de copia”, es decir que otros adolescentes podrían imaginar vivenciar situaciones semejantes a esta manera de violencia u otras similares.
De tratarse de un psicótico es muy difícil que la escuela y sus educadores puedan haberlo detectado en forma temprana. A partir de aquí se desprenden algunos interrogantes que debemos detenernos a reflexionar ante tanto cúmulo de información. De ser un hecho de violencia en función de la cotidianidad del sujeto y su medio familiar, ¿es la escuela responsable de esto? La violencia que desde los medios masivos de comunicación, principalmente televisivos, se ejerce, ¿también es responsabilidad de la escuela? Simplificar la multicausalidad de las problemáticas de violencia social y escolar se vuelve ingenuo en un medio donde el poder económico golpea el estómago de millones de argentinos, donde la droga circula con complicidades políticas, policiales y judiciales, donde se fomenta la cultura del “sálvese quien pueda”, donde somos parte de una sociedad carente de ética y valores solidarios. ¿Puede la escuela en soledad trabajar y hacerse cargo de todo? Considero que la respuesta a estas preguntas es no, porque si bien cada uno debe hacerse cargo y asumir las responsabilidades individuales, familiares y sociales que le competen, en este caso puntual la escuela y sus docentes han hecho todo lo que estaba a su alcance.
Ahora bien, la función que toda institución educativa tiene y necesita reforzar y mejorar en forma sistémica y permanente a lo largo de todo el diseño curricular es el eje socio-afectivo, buscando fomentar una mayor y mejor posibilidad de construcción de ciudadanía donde unos y otros se reconozcan como libres e iguales en el marco de una libertad responsable, donde el diálogo circule fluidamente y sea desde esta misma aproximación donde se construyan nuevos saberes. Tal vez así, y lejos de mecanismos fragmentarios, la escuela pueda abordar cierto tipo de problemáticas de manera continua, posibilitando una detección temprana de aquellos sujetos reticentes a la integración.
Nunca la escuela podrá resolver estas problemáticas desde la soledad de sus aulas.
Asumamos todos las responsabilidades que nos competen.

* Director del Colegio Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

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