SOCIEDAD
› LIBERAN A DOS ARGENTINOS RAPTADOS
Cuento del tío a la brasileña
› Por Pedro Lipcovich
Dos argentinos fueron víctimas, en Brasil, de una nueva variedad de delito, mezcla de secuestro extorsivo y “cuento del tío a la brasileña”, tal como lo definió el cónsul argentino en Florianópolis. Los secuestradores aprovecharon que sus futuras víctimas habían puesto un aviso en un diario de San Pablo para comprar un generador eléctrico industrial: llamaron, dijeron que tenían uno y concertaron una entrevista. Así lograron que los dos argentinos se trasladaran por propia voluntad –uno de ellos viajó especialmente desde Buenos Aires– hasta una casa en Itapoá –estado de Santa Catarina–, donde, en lugar de mostrarles el generador, les mostraron armas de fuego y los encerraron. Al día siguiente, la policía brasileña, que estaba tras la pista de la banda, irrumpió y liberó a los secuestrados, quienes ya habían hecho depositar en una cuenta bancaria un rescate que los secuestradores no llegaron a cobrar.
“Yo dirijo en Buenos Aires una empresa de generación eléctrica, y decidimos recurrir al mercado brasileño, donde hay mucha disponibilidad de generadores tras la crisis energética que tuvieron hace cuatro años”, contó a este diario Kurt Cassel, de 76 años. Pusieron un aviso en un diario de San Pablo y surgió una oferta muy interesante. El lunes pasado, Cassel viajó desde Buenos Aires a Curitiba –capital del estado brasileño de Paraná–, y su sobrino, Daniel Katz, lo hizo desde San Pablo, para ver el generador. “En el aeropuerto nos recibieron un chofer y una joven muy bien puesta.” El generador estaba en el balneario de Itapoá, a cien kilómetros al sur; los vendedores los trasladarían en auto.
Pero, cuando llegaron a la casa en el balneario de Itapoá, se sumaron tres hombres más, “sacaron armas, nos encañonaron y nos encerraron en una pieza”. Fuentes policiales contaron después que la casa la habían alquilado por cinco días dos familias que incluso habían ido con chicos para no despertar sospechas.
Pidieron como rescate 150.000 reales pero aceptaron una suma inferior, que Cassel no precisó. “Exigían depositarla ese mismo día en una cuenta numerada del Banco Itaú, en San Pablo.” Katz se comunicó con un familiar, que hizo el depósito. Mientras tanto, “nos atendieron muy bien; nos ofrecieron una cena suculenta... como si fuera nuestra última cena”.
El temor obedecía a que sus secuestradores operaban a cara descubierta. “La única manera de que no pudiéramos describir sus caras era matarnos”, temió Cassel. Pero el martes a la mañana, “sentimos un ruido terrible, un griterío infernal: la casa estaba rodeada por la policía”, cuenta Cassel.
Eran efectivos policiales que venían siguiendo los pasos de la banda. Según le dijeron a Cassel los policías, “el Banco Itaú avisó que en esa cuenta, que estaba bajo sospecha, se había hecho un depósito de magnitud”.
El cónsul argentino en Santa Catarina, Valdo Palmai, comentó que “fue una especie de cuento del tío a la brasileña”, y señaló que la liberación de los argentinos se produjo “en forma absolutamente casual: la policía de Santa Catarina buscaba a los secuestradores, sin conocimiento de este secuestro”.