SOCIEDAD
› AVANCES EN ANTICONCEPTIVOS MASCULINOS
Ellos también pueden cuidarse
Por Pedro Lipcovich
“Yo estoy contenta de que él también se haga cargo de la anticoncepción: me siento orgullosa de él e, incluso, más dispuesta a complacerlo en la cama”, deben haber pensado las monas durante la investigación que hoy da a conocer la revista Science. Los correspondientes monos habían recibido una especie de vacuna que anuló la capacidad fertilizante de sus espermatozoides y este efecto desapareció cuando se suspendió la administración del fármaco. Es el anuncio más reciente en un área, la de los anticonceptivos masculinos, que avanza en varios frentes, algunos de los cuales ya registran ensayos con seres humanos.
El trabajo publicado en Science fue efectuado en conjunto por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, y del Instituto de Ciencia de India, en Bangalore. Trabajaron con primates de la especie Macaca radiata, a los que les aplicaron una vacuna preparada con una proteína llamada Eppin, presente en el epidídimo de estos animales. El epidídimo, situado junto al testículo, es el órgano donde los espermatozoides adquieren, gracias a proteínas como aquélla, su capacidad de fecundar. La vacuna –como toda vacuna– genera anticuerpos que, en este caso, al atacar la proteína Eppin, anulan la capacidad fecundante de los espermatozoides. El experimento se efectuó sobre nueve monos, de los cuales siete se tornaron infértiles. Y, de éstos, cinco recuperaron la fertilidad cuando se interrumpió la administración de la vacuna.
El ensayo se inscribe en una de las cuatro líneas de investigación sobre anticoncepción masculina. “Quizá la más avanzada es la hormonal –comentó a este diario Gastón Rey Valzacchi, ex presidente de la Sociedad Argentina de Andrología y jefe de andrología del servicio de urología del Hospital Italiano–. La principal hormona que se usa es la testosterona, la misma que produce el testículo: cuando es administrada en altas dosis, el organismo reacciona haciendo que el testículo disminuya su actividad, lo cual incluye la caída en la producción de espermatozoides. Hay ya investigaciones con grupos importantes de seres humanos, pero todavía se advierten efectos adversos, por ejemplo sobre la próstata.”
Un tercer abordaje “son los métodos de obstrucción de los conductos de salida de los espermatozoides –agregó Rey Valzacchi–: mediante una pequeña intervención en la bolsa escrotal, se inyecta una sustancia que, cuando los espermatozoides pasan por ese lugar, los destruye alterándoles la carga eléctrica superficial; a diferencia de la ligazón quirúrgica de los conductos (vasectomía), este método sería reversible”.
La cuarta línea “se inició accidentalmente cuando se descubrió que algunos medicamentos contra la presión arterial, los bloqueantes cálcicos, pueden afectar la fertilidad, porque bloquean el calcio que necesitan los espermatozoides para ser fecundantes”.
Rey Valzacchi señaló que “toda esta actividad científica obedece al gran interés que hay en el mundo por desarrollar anticonceptivos masculinos: se estima que, en el 30 al 35 por ciento de las parejas, el varón participa en la anticoncepción, mediante el uso del preservativo, la vasectomía o el (poco efectivo) coitus interruptus”.