SOCIEDAD
› CINCO AÑOS DESPUES, HAY UN SOLO BOQUETERO PRESO
Recuerdos del robo del siglo
Fueron 120 millones de pesos robados sin violencia mediante un túnel al Banco de Crédito. Aquí, uno de los condenados insiste en su inocencia, pero reconoce que la gente lo trata de ídolo.
Debe ser, dice, porque cosas así sólo se han visto en las películas. Pero lo cierto es que por su fama como boquetero –tras haber pasado cuatro años preso condenado por el robo del Banco de Crédito Argentino–, Norberto García recibe los mejores piropos y hasta llega a sentirse orgulloso. Qué “ídolo”, qué “maestro”, desde que salió de la cárcel bajo libertad condicional en agosto, y hasta en los propios tribunales, García, de 49 años, es un hombre acostumbrado al elogio. Se lo debe a haber protagonizado –aunque insiste una y otra vez en su inocencia– lo que se llamó el robo del siglo: veinte millones de pesos desaparecieron de 120 cajas de seguridad del Banco de Crédito Argentino de Recoleta, por un túnel, sin ruido, sin balas, sin riesgo alguno. Hoy se cumplen ya cinco años desde aquel fin de semana largo.
Después de las primeras averiguaciones de la Justicia, apenas unos 500 mil dólares del total fueron recuperados de la casa de uno de los cuatro condenados por el caso, Antonio Mandaradoni, con lo cual el resto del botín histórico sigue en algún sitio: dinero, joyas, lingotes de oro. La justicia condenó a un grupo de cuatro, entre los que había dos ex agentes de la SIDE. Uno de ellos, Norberto García, vecino de Berazategui, bajo libertad condicional desde agosto, reconstruye su vida y espera un permiso para poder viajar a Paraguay, donde siempre dijo que con su socio –uno del cuarteto, Jorge Pomponi– tenían un negocio para arreglar embarcaciones. De los cuatro, solo Pomponi continúa preso. Mandaradoni y Riviere también lograron la libertad condicional al haber pasado gran parte del proceso sin condenados y detenidos. Todos habían sido condenados durante un juicio oral a ocho años de prisión por el delito de “robo calificado doblemente agravado por su comisión en poblado y en banda”.
García sigue insistiendo, como lo hizo en su estrategia de defensa en el juicio, con que él no tuvo nada que ver con nada. “Veintitrés reconocimientos en rueda de persona para ver si alguien me vio en las inmediaciones del lugar y nada”, dice, y acusa al tribunal que lo juzgó de “ser parcial por tener familiares y amigos entre los perjudicados por el robo. “Son todos de Recoleta”, lanza García, dando a entender que la pertenencia al barrio paquete explicaba “que algunos los saludaran como si fuera de toda la vida cuando terminaban de declarar contra uno”. García, quien como el resto de los acusados siempre le dijo a los jueces que era persona de recursos, que se dedicaba a la compraventa de propiedades y que era dueño de Servicios Integrales Subacuáticos, la empresa de reflotamiento de barcos que quiere reimpulsar yéndose para Asunción, ahora entiende lo que generó en “la mayoría” el robo de los boqueteros. El se fue de su barrio como una persona “de bien”, querida por los vecinos, con buena reputación, etcétera. Regresó y las cosas habían cambiado.
–¿Cómo lo miraban al regresar?
–Para algunas personas sigo siendo el mismo; otros me miran con un poco de recelo, después están los pocos amigos que confían en mi inocencia. Luego viene la mayoría de la gente que le gustan los delitos cinematográficos, y donde no hay violencia. Porque esta gente fue a robar a un lugar donde está la clase pudiente, y no mataron a nadie, así que eso genera opiniones a favor.
–¿Qué tipo de opiniones?
–Muchos que no me conocen y que se enteraron que estoy incriminado en ese delito me mandan saludos. “Idolo, qué grande, maestro”, esas cosas me dicen, inclusive gente de los tribunales y gente del Servicio Penitenciario. Siempre lo miran con simpatía y la verdad es que es un delito fuera de lo común, usaron la ingeniería y la imaginación. Quedo como el robo del siglo. Ese túnel de tantos metros, es el robo del siglo. –Pero usted dice que es inocente, ¿no es raro que lo elogien?
–No puedo estar explicando uno a uno que es mentira... Capaz, en una de ésas, es el ego propio que uno con eso lo tiene agrandado. Capaz que legustaría haber sido el que hizo eso (robar doce millones del banco por un túnel de 70 metros que llevo meses hacer). A veces me dan ganas de decir que yo hice ese túnel. Nomás de sólo pensar que estuve cuatro años pagando algo que no hice, un crimen que no cometí me dan ganas.
–¿Y por la plata no le preguntan?
–Nunca me hicieron alusión al dinero. La gente es respetuosa. La verdad es que lo poco que tenía lo perdí en estos años.
García, que ya no vive en Avellaneda con sus padres, como hacía hace cinco años, sino en una nueva casa en Berazategui, con su mujer de los últimos catorce, se niega a una foto en el interior de su hogar. “Ella no quiere ruidos”, dice, y acepta posar puertas afuera como boquetero elogiado, en estos días de devaluaciones, que vaya a saber si lo afectan.