Vie 26.04.2002

SOCIEDAD  › PACIENTES Y MEDICOS REALIZARON UN ACTO EN EL OBELISCO

“Sin diálisis, en pocos días morimos”

› Por Pedro Lipcovich

“No nos dejen morir”: simplemente eso rezaba una de las pancartas de los pacientes en diálisis de la provincia de Buenos Aires, que ayer realizaron un acto impresionante, conectándose a los riñones artificiales frente al Obelisco. La desesperada protesta responde al hecho de que los prestadores privados del servicio de diálisis –que atienden a la inmensa mayoría– anuncian su próximo colapso: porque el PAMI y el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires adeudan nueve meses de tratamientos y porque, desde la devaluación, se triplicaron los precios de los insumos, que son casi todos importados. Ya están faltando los medicamentos necesarios y está en riesgo el transporte que necesitan para volver a casa cuando salen de la clínica debilitados tras cinco horas conectados a la máquina. “Pero lo más grave es el riesgo de que se corten los tratamientos: sin diálisis, en pocos días nos morimos”, dijo a este diario una de las 16.000 personas en peligro.
“Después de la movilización que hicimos en La Plata, hace un año, el Ministerio de Salud de la provincia retomó el pago de los tratamientos, pero eso no duró más de un mes”, comentó Marta Beretta, quien se dializa tres veces por semana desde hace tres años. En el mediodía de ayer, los pacientes se turnaban en los tres sillones, junto a las máquinas atendidas por médicos y técnicos, en una breve demostración de lo que deben hacer cinco horas por día tres veces por semana.
El médico Gonzalo Moyano –quien además integra la cátedra de Salud y derechos humanos de la Facultad de Medicina de la UBA– puntualizó que “de los 24 mil pacientes en diálisis en la Argentina, 16 mil están en la provincia de Buenos Aires; de éstos, 12 mil son afiliados a PAMI, ya que la insuficiencia renal lleva en la mayoría de los casos a la jubilación por incapacidad; otros 2000 dependen del Ministerio de Salud provincial. Pero el ministerio no paga desde julio del año pasado, y PAMI desde setiembre. Así los prestadores sufren una especie de extorsión: si interrumpieran los tratamientos, los pacientes morirían en poco tiempo”.
El médico Horacio Biltes –coordinador de Servicio Nefrológico del Sur, una de las prestadoras– destacó que “aunque los pagos se pusieran al día, el costo de los insumos haría imposible mantener la prestación, porque se triplicó: una máquina de diálisis costaba 15 mil pesos y hoy cuesta 45 mil. El precio de los tratamientos en la Argentina cayó a 30 o 40 dólares; en Brasil se paga 70 u 80, pero gracias a un sistema de aranceles de importación e IVA diferenciados”. Así, “en poco más de un mes, la mayoría de los centros van a quebrar –según Biltes–; otro riesgo es reutilizar insumos ya usados, antes que cerrar o no aceptar más pacientes”.
“Quiero vivir”; “diálisis=vida”, decían otras pancartas. El paciente Eduardo Giménez, de 31 años, en diálisis desde 1999, observó que “a veces faltan medicamentos como el calcio, el hierro, la vitamina B1, que necesitamos los dializados. Pero lo más grave es el riesgo de que se corten los tratamientos: sin diálisis, en pocos días nos morimos”. También había familiares como Mabel González, nuera de Roque Gómez: “Estamos en contacto con centros de distintas zonas de la provincia, y todos tienen el mismo problema”.
El sueño de los dializados es acceder a un trasplante de riñón, pero los donantes son muy pocos. Según el doctor Moyano, “el promedio de trasplantes en la Argentina es bajísimo: menor que en Uruguay, Chile, México, tres veces menor que en Cuba y mucho menor que en Europa. El trasplante, además, resulta mucho más barato que la diálisis de por vida”.
Inés Luna estaba con su hijito Rodrigo, de 20 meses, nacido porque existe la diálisis renal: “Empecé a dializarme justo al mes de embarazo”. Inés comentó que “todavía no estoy en la lista de espera de trasplantes porque me faltan unos estudios en La Plata y no tengo plata para viajar”. Se inquietó también porque “dicen que no van a seguir las combis o remises que nos llevan a casa después de la diálisis: cuando salimos estamosdébiles, con la presión baja, solamente para venir a casa y acostarnos. No podemos viajar por nuestra cuenta y yo, si no me dializo, me muero”.

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