SOCIEDAD
› LA IMPULSORA DE LA LEY DE EDUCACION
SEXUAL PROMOVERA UNA CONSULTA POPULAR
“Logramos poner el tema en la agenda”
Tras el fracaso del proyecto de imponer la educación sexual en las escuelas por la oposición conservadora, la kirchnerista Ana María Suppa asegura que el año próximo insistirá con la iniciativa. Aquí hace un balance del debate.
› Por Mariana Carbajal
Hace menos de 24 horas, su proyecto sobre educación sexual naufragaba bajó las aguas del macrismo. Pero la diputada kirchnerista Ana María Suppa no lo siente como una derrota. “A pesar de todo, el resultado fue positivo: pusimos el tema en la agenda y los hicimos hablar de educación sexual”, dice en alusión a las huestes conservadoras de la Legislatura porteña lideradas por Santiago De Estrada. No sólo piensa insistir el año próximo con su propuesta para que sea obligatoria la educación sexual en las escuelas, sino que impulsará una consulta popular “para que al jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, no le queden dudas –dice– de que hay una demanda en la sociedad de una ley”. En un reportaje con Página/12, Suppa reconoció sentirse “defraudada” por la posición del bloque oficialista, con cuyos tres votos hubieran logrado la sanción de la iniciativa, y acusó al ibarrismo de claudicar “frente a la presión de los sectores más conservadores”.
Suppa se define como feminista. Es docente y en su juventud fue militante católica de la mano del movimiento de sacerdotes tercermundistas. Desembarcó en la Legislatura porteña bastante antes de convertirse el año pasado en diputada del Frente para la Victoria: durante un largo tiempo acompañó como asesora a la ex legisladora porteña y hoy diputada nacional Juliana Marino. Con ella vivió los intentos infructuosos de llevar al recinto el debate por la educación sexual, porque fue Marino quien trabajó desde 2001 para tratar de sacar un dictamen en la Comisión de Educación. Suppa tomó este año la posta. Sabía contra quién se enfrentaba: ya a Marino el propio De Estrada le había advertido que sólo sobre su cadáver se sancionaría una ley. Por eso no le sorprendió la presión que puso en juego De Estrada, como vicepresidente primero del cuerpo, para alinear en contra de su iniciativa al macrismo –tanto al ala dura de Juntos por Buenos Aires como la supuestamente más moderada de Compromiso para el Cambio– y a los bloques de Recrear y del Partido por la Ciudad (aliados del ibarrismo). Cuenta Suppa que el mismo cardenal Jorge Bergoglio se comunicó con Mauricio Macri para pedirle que bloqueara su proyecto y que el presidente de Boca “llamó personalmente a sus diputados y les dijo que esta ley era lo peor que le podía pasar a la Iglesia”. Esa presión, dice Suppa, surtió su efecto: “Hubo gente que se iba a abstener y que terminó votando en contra”, dijo, pero no quiso dar nombres.
Lo que sí la sorprendió fue la postura de las legisladoras oficialistas:
–No puedo menos que sentirme profundamente defraudada por la expresión política legislativa del sector cuyo gobierno apoyamos –subrayó la legisladora kirchnerista–, porque en su momento nos convocó desde el progresismo y hoy claudica frente a la presión de los grupos más conservadores de nuestra sociedad, aun a sabiendas de que el dictado de educación sexual en el marco de contenidos fijados por el Estado tiene un amplísimo consenso social. Ibarra no quiso problemas con la Iglesia. Por más que hubiéramos sacado el artículo 8º (el más polémico que establecía los temas que debían incluirse en la currícula) no lo hubieran apoyado.
–Después del inesperado final de ayer, ¿qué evaluación hace?
–Fue positivo haber llegado al recinto. Obligamos a De Estrada a presentar un proyecto. Pusimos el tema en la agenda y los hicimos hablar de educación sexual. Me siento bien por el trabajo que hicimos pero no estoy contenta. Estamos llegando tarde a las necesidades de nuestros chicos y jóvenes de prevenir embarazos no deseados, evitar contagios de VIH, impedir que sean víctimas de abusos sexuales. Estamos perdiendo un año más. Pero me hizo sentir muy bien, y lo quiero remarcar, el compromiso del interbloque de la izquierda, del ARI, del bloque de Schiffrin y de otros independientes.
–¿Y ahora qué?
–Voy a trabajar en pos de una consulta popular por si al jefe de Gobierno le queda alguna duda sobre qué políticas tiene que implementar, para que tenga una herramienta más contundente para darse cuenta de que hay una demanda de una ley de educación sexual. No quiero hacer algo efectista sino bien serio. Que la gente diga si quiere que sea obligatoria, si está de acuerdo con que sea la Secretaría de Educación la que imparta los contenidos y cuáles temas deben abordarse en las aulas. El jefe de Gobierno no puede decir que queremos crear expertos en sexualidad, lo que pretendemos es poder hablar del tema con los alumnos. Pero independientemente de la consulta popular vamos a insistir con el proyecto el año próximo. Vamos a tener que empezar el proceso de nuevo.
–¿Cree que la Legislatura no estaba preparada para dar este debate?
–No me pueden acusar de que no lo puse a consideración. Este proyecto lo presentó Juliana Marino en 2001 y yo lo volví a presentar en febrero, incluso hicimos una ronda de consultas durante dos meses. Pero parece que la sociedad está más preparada que muchos diputados de la ciudad.
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