SOCIEDAD
La Iglesia española se arrepintió y ahora no acepta los profilácticos
Un día antes había anunciado que aceptaba la entrega de anticonceptivos como parte de la lucha contra el sida. En la Iglesia argentina hay dudas, pero no proponen cambios de fondo.
› Por Pedro Lipcovich
Casi como una muchacha que, con culpa y angustia, saliera a buscar la píldora del “día después”, ayer la Conferencia Episcopal Española y su vocero desmintieron las declaraciones que este último había formulado anteayer, en las que abría la puerta a la posibilidad del uso de preservativos para la prevención del VIH/sida. Sin embargo, el día después puede ser demasiado tarde, y ayer también el secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia sostuvo que “el condón sería un recurso” si se consideran “las circunstancias que se viven en cada región”. En la Argentina, el portavoz del Arzobispado de Buenos Aires calificó como “una interesante apertura al diálogo” la actitud inicial del vocero episcopal español, y en este orden diferenció “la doctrina de la Iglesia, que no cambió” en su oposición al preservativo, de la actitud de la Iglesia ante “las políticas de Estado, que atañen también a gente que no es católica”. En cambio, un integrante de la Conferencia Episcopal Argentina subrayó que “el único camino es la fidelidad y la abstinencia” y se opuso a “fomentar las relaciones promiscuas bajo el argumento de la protección”.
Guillermo Marcó, portavoz del Arzobispado de Buenos Aires, estimó que las declaraciones de Antonio Martínez Camino, secretario general de la Conferencia Episcopal Española, fueron “una interesante apertura al diálogo, en relación con las políticas públicas ante un flagelo como el sida”. Martínez Camino, luego de entrevistarse con la ministra de Sanidad española, Elena Salgado, había sostenido que los preservativos “tienen su contexto en una prevención integral y global del sida”. Según Martínez Camino, “ha llegado el momento de un trabajo en común en prevención”, y la entrevista con la ministra había servido “para entendernos y colaborar”. Pero ayer la Conferencia Episcopal Española fue tajante al afirmar que la declaración de su vocero “ha de ser entendida en el sentido de la doctrina de que el uso del preservativo implica una conducta sexual inmoral”.
El planteo de Martínez Camino se relaciona con el “abordaje ABC”, impulsado por la administración Bush, pero también por grupos de investigadores que buscan un “terreno común” con sectores religiosos para la prevención, y publicaron un artículo en la revista The Lancet, en noviembre de 2004. La “A” remite a la abstinencia, la “B” a be faithful (ser fiel), sostener una pareja de mutua confianza absoluta o reducir el número de partenaires; la “C” al uso de condoms, preservativos.
En contrapartida, Fabián Marulanda, secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia, estimó que “las cosas deben ser miradas de acuerdo con las circunstancias que se viven en cada región. Si la ciencia no ha podido encontrar un método para derrotar esta endemia, pues ahí tendría uno que pensar que el condón sería un recurso”. El prelado señaló que la Iglesia de cada país “tiene libertad para decidir” sobre temas como éste.
En la Argentina, Marcó distinguió entre “la doctrina de la Iglesia, que se fija desde Roma”, y la cuestión de “cómo se sitúa un Episcopado frente a un ministro que debe hacer políticas públicas, no sólo para los católicos sino para toda la gente”. En cuanto a la doctrina, el vocero arzobispal recordó que “la Iglesia predica la abstinencia porque ve en ella un valor, difícil de explicar para el no creyente, ligado a la visión del matrimonio como una asociación de amor que está llamado a ser fecundo, y donde la vida es un valor en el que interviene Dios; en este marco se inscribe la negativa a usar preservativos, que la Iglesia no tiene derecho a imponer al resto de la sociedad”. Por eso la Iglesia, “sin cambiar su doctrina”, puede “ubicarse en forma prudencial ante el Estado, que debe hacer políticas públicas y no piensa como la Iglesia Católica”.
La posición expresada por Marcó difiere de la que en noviembre pasado manifestó el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, quien criticó la distribución de preservativos efectuada por el Ministerio de Salud, que calificó como “patética”. En cambio, un mes después, al retirarse como obispo de Morón, Justo Laguna dijo no estar “ni a favor ni en contra” del preservativo. Ayer Carlos Cameán Ariza, vocero del Secretariado Nacional para la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina, destacó que “el único camino para prevenir cualquier enfermedad de transmisión sexual es la fidelidad y la abstinencia”, sostuvo que “fomentar las relaciones promiscuas bajo el argumento de la protección es temerario” y advirtió que “todo lo que cierre el camino al encuentro amoroso con Dios, como el uso indebido de las propias potencias, seguirá siendo condenado por la moral católica y anunciado a todos los hombres en busca de su bien y armonía”.