SOCIEDAD
Desde Once hasta la Plaza, otra marcha nutrida y sin incidentes
Se realizó la cuarta marcha en reclamo de justicia por el incendio de Cromañón. No se registraron incidentes. Los manifestantes criticaron el estudio de propuesta de indemnizaciones de parte del gobierno porteño.
Rodeados por previsores cordones de seguridad, organizados por la asamblea de jóvenes autoconvocados, unas cuatro mil personas, encabezadas por familiares de las víctimas y por sobrevivientes de la tragedia de República Cromañón, marcharon anoche desde plaza Once hasta la sede de la Jefatura de Gobierno, en reclamo de justicia por la tragedia. Fue la cuarta marcha desde el incendio que hasta ahora cobró 191 vidas y los organizadores anunciaron una nueva manifestación para el 30 de enero, cuando se cumpla un mes de la tragedia. El pedido de “justicia” también pisó la Plaza de Mayo. Todo culminó en orden, sin discursos y con el Himno Nacional. “Atención, atención, ahora ponen la plata, la plata que se robó”, fue el canto que más resonó, a modo de respuesta a la propuesta del gobierno porteño de indemnizar a las víctimas (ver nota aparte).
Al igual que en la marcha anterior, lo llamativo fue el cordón humano que los mismos manifestantes hicieron por delante del cordón formado por un centenar de policías, ubicados detrás del vallado que rodeó la sede del Ejecutivo porteño. El motivo, evitar los desbordes ocurridos en las dos primeras movilizaciones. El obsesivo orden y las insistentes paradas cada tres o cuatro cuadras para acomodar a los caminantes hizo que se llegara a la sede de gobierno más tarde de lo previsto. Una vez allí, la mitad de la gente pegó la vuelta, costeando la decena de camionetas policiales y los cinco camiones hidrantes que esta vez no tuvieron necesidad de intervenir; el resto rodeó durante un corto tiempo la Pirámide de Mayo.
El retraso comenzó en Once, cuando un amplio grupo de familiares se negó a arrancar si no se bajaban las banderas partidarias. El acuerdo llegó pronto y las fotos de los chicos muertos volvieron a estar en la cabecera. Varios padres se pusieron en la primera fila de la manifestación para comenzar a caminar, mientras una mujer lloraba de rodillas frente a la fotografía de un niño en el santuario y un hombre apenas podía sostenerse de pie con la ayuda de su esposa.
Un grupo de padres decidió no marchar, dio una breve vuelta por plaza Once y volvió al santuario que cada vez gana más espacio a la calle Bartolomé Mitre. Debajo de una de las 11 pequeñas carpas donde se realiza la vigilia, César Branzini, padre de Romina, una chica muerta en Cromañón, decidió no participar “por el manejo político que se le dio a todo esto”.
En la segunda fila de familiares de los chicos fallecidos, Arturo García, padre de Matías, caminaba en silencio y ofuscado. Delante de él iba el grueso de jóvenes que conducían la caminata. “Esta es la primera vez que vengo a una marcha, lo hice porque sentí que tenía una deuda con la sociedad y con mi hijo que murió. Pero hubiera preferido que esto sea en silencio.”
Un bar de Avenida de Mayo y San José mandó a dos de sus mozos más fortachones a custodiar la puerta. Delante de ellos, dos hombres cruzados de brazos, con rostro adusto, discutían sobre la marcha. Eran Pepe Kalaus y José Clemens, dos bonistas argentinos que se calificaron como “cagados por todos” y que hicieron su propia lectura sobre la tragedia. “El eje es la corrupción: el boliche se incendió porque se sobornó a alguien, y la Argentina se quemó porque se robó durante muchos años”, concluyó el segundo. Entretanto, se escuchaban las críticas a la propuesta de indemnizaciones de parte del gobierno porteño: “¿Para qué quiero plata?, ¿para comprar una casa? Si no puedo tener a mi hijo adentro”, se lamentaba la madre de un joven fallecido. José Iglesias, padre de otro joven fallecido, sostuvo que no se puede culpar a los familiares que, por necesidad, acepten las indemnizaciones propuestas. “Pero sí son condenables los que hacen la oferta.”
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