Dom 23.01.2005

SOCIEDAD

Charly puso el escote en la noche de Mar del Plata

Como para completar una quincena inolvidable, García dio un recital masivo vestido de rojo, con minifalda y un escote generoso. Antes se había lastimado y empezó dos horas tarde.

› Por Carlos Rodríguez

Desde Mar del Plata

Este fin de semana la ciudad tiene las playas y las camas llenas de turistas. Por si fuera poco, lo trajeron a papá Charly García, que en el escenario del GAP, en la avenida Constitución, ofreció un show lleno de electricidad, excentricidades y excelencias, como cada vez. Con lleno total y con estrictas medidas de seguridad post Cromañón, lo de Charly fue un verdadero aterrizaje en Mar del Plata. Vino en avión, pero además se arrojó frente a la puerta del GAP en un vuelo más corto que aquel del famoso “me tiré por vos”. En vez de bajar por la puerta, saltó hacia la calle por una ventanita del micro-casa rodante que lo trajo y clavó las dos rodillas sobre el asfalto. Tal vez fue por eso que, para ocultar sus piernas ensangrentadas y para evitar la presión del pantalón, Charly salió al ruedo, dos horas después de lo previsto, con un vestido rojo de mujer audaz, con la espalda al descubierto y un tajo interminable. Hubo tiempo para tocar, para romper un parlante y la cámara pocket de un seguidor, para insultos y ovaciones. Bien a lo Charly.
El anuncio en el GAP era que Charly empezaba a las 22, en punto. Los medios de prensa locales se encargaron de recordar que, en los últimos tiempos, Charly sube a los escenarios “a la hora señalada”. Hubo que esperarlo dos horas, lo que produjo algunos altibajos en los humores del público, sobre todo entre los que se apiñaron desde temprano frente al escenario. Del “borombombón, ésta es la banda del Say no More”, se pasó en algunos, pocos, momentos al tradicional “hijo de puta” y al “culo roto”, gritado con amable musicalidad. Cuando los músicos que lo acompañaron ya estaban sobre el escenario, uno de ellos acompañó los coros, agitando su mano. La impaciencia era general.
Cuando todos deshojaban la margarita, viene, no viene, una ovación saludó la entrada a lo diva que eligió Charly, con un vestido rojo que dejaba ver una de sus rodillas, con el mismo color sangre por el golpe del aterrizaje. En la apertura Charly tocó un fragmento de un tema nuevo y luego hizo un recorrido a vuelo de pájaro por algunos de sus temas más conocidos, entre ellos aquel que dice “estaba en llamas cuando me acosté”. Con un solo toque de micrófono, Charly volvió a ganarse los favores de un público adicto que volvió a hacerle el aguante. El show tuvo una primera parte más salvaje, con el aditamento de algunos problemas de sonido que llevaron a Charly a romper uno de los parlantes. Después, parado sobre otros parlantes, con el micrófono, la guitarra y un despliegue epiléptico, el rockero más famoso de por acá enardeció al público con largos solos en la viola y gestos agresivos.
Después de veinte minutos en el escenario, resolvió tomarse un descanso y reapareció la margarita. La segunda entrada fue más ajustada en lo musical y una recorrida por los clásicos puso al público en su mejor forma. En el único, fugaz, momento de meditación, el músico dijo que le había dado “mucho dolor” la muerte de “esos chicos”, en alusión a las víctimas del incendio en Cromañón. El tema había estado presente durante toda la noche. Junto con la entrada, los organizadores entregaban a los asistentes un planito con las cuatro salidas de emergencia que tiene el salón del GAP. Una voz en off advirtió, varias veces, que “en el caso de encenderse cualquier tipo de elemento pirotécnico” el espectáculo iba a ser suspendido de inmediato.
Todo transcurrió en la paz que es posible tratándose de Charly. Varias veces estiró su mano, cerca pero a salvo del alcance de los fans de la primera fila. Una chica subió al escenario y alcanzó a tocarlo, hasta que la bajaron con dulzura. El mismo Charly pidió a los de seguridad que no se interpusieran entre él y su público, pero después le arrancó a un chico lacámara pocket con la que lo estaba escrachando desde temprano y la rompió sin más. Todo el tiempo, la actuación estuvo entre los extremos que plantean dos de las canciones que hizo en la segunda parte del show: unas veces queda claro que “gozar es tan diferente a matar” y en otros, el “asesíname” que él mismo pide es un sentimiento oscuro que nace frente a algunos de sus gestos provocadores. Igual siempre triunfa el sentimiento de apoyo incondicional que le tienen sus fans y ese amor que se ganó, en buena ley. Cuando todo el público estaba fuera del local, Charly subió al micro-casa rodante pasando entre todos, rodeado por la seguridad. Su último gesto fue un dedo en clave de fuck-you. Sonrisas y telón de cierre para una visita agitada, en un fin de semana muy movido con cerca de 400 mil personas llenándolo todo en Mar del Plata.

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