Dom 30.01.2005

SOCIEDAD  › UNA INVESTIGACION SOBRE LA AVANZADA EVANGELICA EN LA ARGENTINA

Cristo llame ya!

El crecimiento de las iglesias evangélicas desnuda un particular fenómeno social, político y económico. El periodista Alejandro Seselovsky lo investigó. Aquí, un adelanto de su libro Cristo llame ya!, de Editorial Norma.

Por Alejandro Seselovsky

Y de pronto hay doscientos tipos de pie con el brazo extendido, la mano abierta, multiplicando la exaltación del pastor que ha comenzado a gritar sobre el micrófono: ¡Queeema! ¡Queeeeeema! Y entonces todos: ¡Queeeeeema! ¡Queeeeeeema!, y después ya ni escuchan al pastor y cada uno por cuenta y orden de su propia furia, sueltos, desbocados, siguen gritando ¡Queeeeeema! ¡Queeeeeema! desde las butacas, y el templo que era un cine, pero ya no se llena con las voces febriles. Y gente y pastor queman, enardecidos y lanzados a la carrera exorcista en la noche temprana, mientras la mujer, única y central, arrodillada allí delante, llora, los espasmos del llanto sacudiéndole el lomo encorvado, la mano del pastor en su frente trémula.
Cuadritos como éste se repiten regularmente en los quince mil templos evangélicos que hay en la Argentina porque, antes que nada, en América latina la iglesia evangélica es una iglesia de la efusividad.
El imaginario social argentino tiene a los evangélicos en un lugar más o menos definido: tipos que hablan de Cristo en la tele, que a veces hablan en portugués, que se mueven entre la parodia y la exaltación, que todo el tiempo leen la Biblia excepto en sus ratos libres, cuando leen interpretaciones de la Biblia, que te tocan el timbre, que te quieren convertir, que hay uno que se llamaba Giménez.
Pero el imaginario social es como todos los imaginarios sociales: reduce y desestima. Su mapa no está mal, pero hay tanto más: el submundo cultural evangélico esconde escenas y escenarios de un surrealismo insospechado, en algunos casos extremo, en otros divertido, en otros peligroso. En otros no es surrealismo, es puro crecimiento y masividad: a principios de los años ochenta el cálculo promedio contaba dos millones de evangélicos en el país. Hoy la estimación real es de cuatro millones y medio.

Aleluya, por lo que cabe
Es que es ancha la iglesia evangélica: va del bautismo tan protestante y tan royal de Amalia-Catharina Beatrix Carmen Victoria de Orange, la hija de Máxima Zorreguieta, a los brasileños vocingleros de la trasnoche de América. Y todo cabe ahí adentro, aleluya.
Cabe una cárcel, la Unidad 25, el primer penal exclusivamente evangélico con presos evangélicos y guardiacárceles evangélicos.
Caben también diez mil tipos que van a un concierto de rock y llenan la cancha de Atlanta y hacen pogo y saltan y transpiran, pero ninguno de los diez mil enciende un cigarrillo en toda la noche ni destapa cerveza porque, explican, alcohol y tabaco son del Diablo, no de Dios.
Y cabe el rock, en sentido estricto. Y una banda que se llama R.E.S.C.A.T.E. y que vende como la Bersuit, pero sólo ellos y sus fans lo saben. Y cabe el rock, en sentido amplio, y hay unos que hacen punk evangélico, y otros que hacen heavy metal evangélico, y los de la cumbia evangélica y los del reggae que le dan a la cejilla y se dejan los dreadlocks pero que nadie queme la piedra de la locura porque serás condenado, rastaman.
Cabe Dolores Demonty, la mamá de Ezequiel, el pibe que una madrugada de septiembre de 2002 fue arrojado al Riachuelo por un grupo de la Policía Federal y que apareció muerto flotando en el agua negra. “Yo perdono”, dijo Dolores, mamá cristiana y evangélica.
Cabe Focus on the Family, unos conservadores que vinieron a Buenos Aires para repudiar la unión civil entre personas del mismo sexo y dictaron un seminario donde explicaban por qué los homosexuales se van al infierno.
Y caben los gays y las lesbianas que se pusieron iglesia propia para adorar a Cristo sin dejar de ser lo que eran, y al principio eran muy pocos y ahora no son tan pocos y en la iglesia no reparten hostias sino preservativos.
Y cabe Bush.Y cabe Luis Palau, que justifica la invasión a Irak, y a quien le pregunto sobre Bush. Palau me dice que es un cristiano equilibrado y normal. Me lo dice así: “Bush es un cristiano equilibrado y normal”. Eso también cabe.
En la anchura de tanta iglesia sin jefe ni Papa cabe un predicador que se disfraza de Matrix y pelea contra unos ninjas en el escenario del Luna Park y el afiche de la puerta anuncia que van a estar los verdaderos dobles de riesgo del Parque de la Costa y entonces aparecen los tipos volando por el aire como diablitos ensartados, y en el medio de todo el mensaje de la cruz redimiendo a los del pullman.
Cabe la mamá que prefirió las oraciones a la quimioterapia y terminó acusada de haber dejado morir a su hijo.
Cabe, en la iglesia donde todo cabe, el pastor Marcelo Rojo que no se masturba porque dice que masturbarse es matar y él ya mató una vez y por eso cumple perpetua en la Unidad 25, aunque su alma sí es libre, muy libre desde que conoció a Jesús en un calabozo.
Caben los que hablan lenguas angélicas y en medio del culto entran en trance profundo y ellos dicen que el Espíritu Santo se les mete en el cuerpo y les usa la lengua para decir algo que sólo unos pocos entienden. Y yo sólo escucho ruidos.
Todo cabe en el invento de un cura alemán que una mañana de 1520 se levantó cruzado y la emprendió contra el mundo que hasta entonces había sido su mundo. Y fue, y se consiguió un príncipe que le hiciera un poco el aguante y se armó uno propio, digo, un mundo propio. En el Vaticano no pensaron que las pataletas de Martinus Luther pudieran llegar más allá del Rin, pero llegaron. Y se convirtieron en una iglesia, en otra iglesia, una que no es la del Papa de Roma, una que se fue quedando con buena parte de Europa, que por haberse quedado con buena parte de Europa después se fue quedando con buena parte de los Estados Unidos. A los tipos los llamaron protestantes, aunque hoy también les dicen evangélicos: como prefieran.
(...)
El crecimiento de los evangélicos durante los años ochenta y noventa se apoyó en los medios de comunicación. Así llegaron masivamente hasta los sectores relegados por la iglesia católica, donde se hicieron fuertes: en las cárceles, en las villas, en la sostenida expansión de la miseria, entre los nuevos derrumbados del sistema y los derrumbados de toda la vida que habitan países de existencia desesperada como la Argentina, donde uno de cada dos es pobre y uno de cada tres, indigente. “El crecimiento de las iglesias evangélicas en la Argentina y en otros países de Latinoamérica responde a la necesidad de las personas en un período de gran desestructuración social”, me dice Rubén Dri, profesor de Sociología de la religión en la Universidad de Buenos Aires y uno de los teólogos más reconocidos del país. Su explicación del boom evangélico comienza en la disgregación del tejido social y sigue en el carácter ilusorio del contrato de fe. Continúa Dri: “La gran cantidad de sectores sociales sin proyecto necesita una contención, pero también la comunicación con el otro, y estas iglesias, las nuevas iglesias evangélicas, crean un sentimiento de comunidad que no existe en la iglesia católica, donde en misa cada cual ora por su lado. Los evangélicos le dan al sujeto la apariencia de que realmente se comunican”.
–¿Qué sucedería si viviéramos en un país con estado de bienestar, pleno empleo, un sistema de salud suficiente?
–Perderían terreno. Los evangélicos han crecido sobre la necesidad.

Es raro ver evangélicos con cruces. El argumento es que nadie a quien le mataron el padre de un tiro se cuelga una bala en el pecho como homenaje de la memoria, así que por qué van a llevar ellos la cruz donde murió el que después resucitó. Y entonces se hunden en la jactancia de ser la religión que bajó a Cristo del madero. Puede ser, pero la operación tiene segunda parte: después de desclavarlo, lo reconstruyeron, lo rediseñaron y con la nueva versión salieron de pesca. Los evangélicos, los pastores y las iglesias en general, ofrecen un Cristo llano, no teológico, algo básico, algo elemental, operable, simple, accesible, cómodo, un Cristo fast, de góndola, al alcance de la mano y al que se llega después de un rápido doble click espiritual. El easy Cristo evangélico no exige las contorsiones del arrepentimiento judeocristiano, ni los desgarramientos de la culpa y el pecado permanentes porque éste es un Cristo reparador de la vida material, un Cristo que desde la pantalla del televisor te sana, te salva y también te paga las expensas, saca a tus chicos de la droga, a tu marido del alcohol y encima te canta canciones, te da comunidad, te dice que sos un elegido.
Cristo llame ya, y si usted llama en los próximos cinco minutos recibirá también este exclusivo juego de bendiciones para usted y toda su familia, además de curaciones, éxitos y la prosperidad para su negocio con la que siempre soñó. Cristo llame ya, su operadora local lo está esperando.

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